Negocio con tres décadas de tradición se va al suelo en Aguada
Ayer, intentaban salvar los techos y la pared de la parte posterior que era en cemento.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Cuando llegamos al barrio Cerro Gordo, en Aguada, Eddie Soto tenía fango en su ropa hasta la cintura. En igual estado estaba su esposa, Nélida Lorenzo, su hija y otros familiares y amigos que le daban la mano en un último intento por salvar algunas de las pertenencias que no lograron arrebatarles las aguas del cauce que pasaba cercano a El Bungalow, su negocio familiar con una historia de más de 30 años.
Soto no podía evitar llorar. “Todo se perdió, 30 años de trabajo…”, dijo.
Contó que tras el huracán lograron acceso a la instalación -que contaba con varias estructuras en madera para la celebración de bodas y actividades- por el barranco. “Los techos desde arriba se veían bien y yo dije: ‘por lo menos me llevó los puentes y los tablados y lo demás está’. Pero, cuando vine aquí abajo esto se hizo una represa y el agua se metió por dentro del negocio y explotó y se llevó todo”, señaló.
Ayer, intentaban salvar los techos y la pared de la parte posterior que era en cemento. Soto estimó las perdidas en unos $400 mil y tiene sobre 100 contratos para la celebración de actividades que tendrá que cancelar y devolver los depósitos. A este panorama se suma que la propiedad no cuenta con un seguro.
“El problema es que como esto es alto riesgo, las compañías no lo quieren asegurar, porque estoy a la orilla de un río y la estructura es en madera…todo ha sido pérdidas”, señaló el comerciante.
Entre lo poco que han podido salvar hay algunas mesas y sillas. “Estoy tratando de salvar los techos sosteniéndolos son viguetas, y estoy trayendo bloques para salvar el techo porque no están dando servicios de ningún tipo”, expresó al decir que ya había sacado del área más de 40 camiones repletos de escombros.
“Yo lo que le pido a Dios que nos de energía para seguir adelante, porque se gasta uno”, señaló.
El comercio les daba empleo a unas 20 personas.
“Tenemos que reconstruir algo con lo poco que nos queda y después tenemos que tratar de sobrevivir mientras pagamos. Si tú te pones a pensar en todo te vuelves loco. En mi casa pasamos de dos sueldos a cero y yo tengo una bebé, cómo le compro su leche y sus pampers”, expuso la hija de ambos llorando.