La pérdida de la socialización entre pares, así como la falta de interacción con maestros y los obstáculos para el desarrollo de destrezas como la convivencia, el liderazgo, la negociación y la empatía han puesto en riesgo durante el pasado año la salud emocional y psicosocial del estudiantado.

Cinco pediatras coincidieron, en entrevistas por separado con Primera Hora, en que rescatar el bienestar de los niños y jóvenes a través de las clases presenciales no se debe postergar más.

“Estoy de acuerdo con que se abran las escuelas de forma paulatina... Desde el punto de vista pediátrico y salubrista, el neurodesarrollo de los niños se ha visto limitado. Esto -que se refiere a las destrezas motoras y sociales que los niños desarrollan interactuando con otros niños- no lo van a lograr con una computadora”, señaló el pediatra Mario Paulino Payano al destacar la alta incidencia de depresión y ansiedad en menores.

Estas expresiones surgen en medio de opiniones encontradas sobre el inminente reinicio de clases presenciales luego de que el gobernador Pedro Pierluisi firmara una orden ejecutiva para dar paso a la reapertura de las escuelas a partir del 1 de marzo.

Los alumnos de kínder a tercero, quienes cursan el duodécimo grado y los que pertenecen al programa de Educación Especial serían los impactados en esta primera etapa de reinserción a las clases presenciales.

El también jefe de práctica médica del Hospital Ashford en Condado destacó que a pesar del “bajo” nivel de pacientes pediátricos que se han contagiado con el virus, los departamentos de Educación y Salud deben garantizar planteles escolares seguros para evitar un repunte de casos que coloque en riesgo la vida de menores y adultos.

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Por su parte, la presidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría (SPP), Carmen Suárez Martínez, sostuvo que si se siguen las recomendaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) y de la Academia Americana de Pediatría, se puede “contener el contagio” en la comunidad académica.

“De regresar a la escuela, vamos a tener niños más activos físicamente, evitar la obesidad porque es probable que muchos estudiantes se beneficien de una mejor alimentación, y proteger a algunos niños que sufren problemas sociales y familiares serios como abusos y que no se están identificando o que no tienen a un lugar donde ir para sentirse seguros por lo menos algunas horas del día”, precisó la pediatra.

Medidas a implementar

Para Suárez Martínez, el mayor reto del gobierno es identificar planteles escolares que, además de asegurar el distanciamiento físico, sean seguros a movimientos telúricos como los que impactaron los municipios sureños del País a principios de 2020.

“Hay un montón de escuelas que no están preparadas en planta física para empezar a recibir estudiantes. La logística de cada escuela ya tiene que estar definida. Previo al comienzo de clases (los planteles) tienen que tener material de limpieza como jabón, desinfectante, papel toalla y cualquier artículo que vaya a proteger a los niños de adquirir COVID-19”, subrayó al indicar que este proyecto piloto puede servir de preparación para el inicio de un nuevo año escolar en agosto.

La Federación de Maestros de Puerto Rico -entidad que rechaza la apertura de las escuelas ahora en marzo- ha señalado que, a días de la fecha pautada como inicio de clases presenciales, el Departamento de Educación (DE) no ha entregado los materiales de protección contra el virus.

El equipo de desinfección, así como el distanciamiento -de al menos seis pies- en salones y pasillos, la identificación de áreas de aislamiento, el establecimiento de estaciones de lavado de manos y un sistema de ventilación adecuado son requisitos estipulados en el protocolo para la vigilancia de COVID-19 en el sistema educativo.

A pesar de que aún el DE no ha precisado cuántos planteles abrirán sus puertas el lunes, información que confirmarían hoy, el manual de Salud estipula que cuando los niveles de transmisión municipales sean altos, las escuelas estarán impedidas de recibir a sus alumnos.

“Hay unas guías claras y precisas y hay dinero federal para tener listas las escuelas. No debería haber excusas sobre la capacidad de poner las escuelas al día”, dijo, por su parte, el presidente del Colegio de Médicos Cirujanos, Víctor Ramos Otero.

El también pediatra manifestó que Salud cuenta con un sistema “sólido de rastreo y monitoreo de casos”. Según esta agencia, las 855 escuelas del sistema público y 347 de unos 800 colegios privados ya están registrados en el BioPortal.

La autocertificación de los planteles escolares es la mayor preocupación de Ramos Otero, debido a que si se inclumplen con los protocolos, “sería bien detrimental para la salud”.

De acuerdo con el manual de la agencia líder durante esta pandemia, las instituciones educativas deberán someter las solicitudes de certificación y, pese a que sean aprobadas, podrían recibir visitas sorpresas por parte de alguno de los 800 empleados que componen el Sistema Municipal de Investigación de Casos y Rastreo de Contactos (Smicrc).

Por otro lado, el pediatra explicó que “la mayoría” de los menores de 18 años que se ha hospitalizado con COVID-19 ha sido debido a la deshidratación que provoca la fiebre como en cualquier otro virus, mas no como consecuencia de una dificultad respiratoria.

Temor a los brotes

“La evidencia científica ha demostrado que los niños se enferman menos -especialmente los menores de 10 años- y no se han identificado como grandes propagadores del virus”, puntualizó el expresidente de la SPP, Gerardo Tosca Claudio.

“El COVID-19 no se origina en los colegios ni se propaga hacia la comunidad en general, sino que el colegio es un reflejo de lo que pasa en comunidad. Hay más riesgo de contagio fuera de la escuela que en ella misma”, agregó.

Además del cernimiento obligatorio diario antes de entrar al plantel escolar, Salud recomendó que se realicen pruebas moleculares (cada dos semanas) o de antígenos (semanalmente) en una muestra del 10% de los alumnos, así como a maestros y empleados. “La selección de los estudiantes debe ser de forma aleatoria”, lee el documento.

Sin embargo, Tosca Claudio aseguró que esta medida no es aconsejable debido a que “no se puede prevenir diciendo que vamos a estar seguros de que todos los chicos y chicas sean negativos (al virus). Tú te puedes hacer una prueba y mañana te contagias”.

Por su parte, la pediatra Hildamary Díaz Rozett destacó que “no sería responsable para el resto de la población” realizar pruebas de detección a personas que no presentan síntomas debido a la escasez que ha habido en algunas ocasiones.

Asimismo, puntualizó que el no haber vacunado a todo el componente educativo antes de que se reincorporen a sus puestos de trabajo de forma presencial no será un problema siempre que se respeten las medidas básicas para evitar el contagio.

“Definitivamente, si estuvieran vacunados estarían más protegidos, pero si se llevan a cabo las medidas de seguridad que se han enfatizado, como el lavado de manos, el uso de mascarillas y el distanciamiento físico, se reduce el riesgo de infección o contagio”, señaló.

Según el protocolo de Salud, en caso de que se detecten dos casos positivos en un salón, todos los estudiantes y el maestro deberán ser aislados. Si se presentan dos brotes en el mismo plantel, se procederá con el cierre inmediato de la escuela.

A preguntas de Primera Hora sobre cómo les afectaría emocionalmente a los alumnos los posibles cierres de emergencias, la doctora en práctica privada indicó “que la educación interrumpida no puede afectar más de lo que ya les ha afectado estar encerrados un año”.

“No podemos tener a los niños en una burbuja. Ellos ya han estado lo suficientemente aislados durante este pasado año. Si los padres se aseguran que la escuela de su hijo tiene los protocolos adecuados, la balanza se debe inclinar en llevarlos a la escuela para que puedan socializar y puedan mejorar su salud psicoemocional”, sentenció Díaz Rozett.

Recomendaciones para padres y encargados

Casi un año ha transcurrido desde el primer caso de COVID-19 reportado en el País y conforme ha avanzado la pandemia se han modificado las directrices. Sin embargo, los cinco pediatras consultados por este medio coincidieron en que la educación de padres y encargados a los estudiantes será fundamental para el regreso al salón de clases.

Modelar con el ejemplo, acostumbrar a los niños y jóvenes a usar mascarillas por periodos de tiempo cercanos a las cuatro horas, inculcar el lavado frecuente de manos, no llevar a los niños a la escuela si presentan síntomas relacionados al COVID-19 y mantener constante comunicación con el componente educativo fueron las recomendaciones de los galenos.

“Sabemos que a los niños hay que repetirles las cosas mil veces. Aunque parezcamos una grabadora, hay que darles seguimiento para evitar los contagios”, aconsejó Suárez Martínez.

Sobre la decisión de enviar a los niños y jóvenes a la escuela, la presidenta de la SPP instó a que cada familia tome una decisión basada, entre otras cosas, las condiciones de salud del alumno y las necesidades de otros componentes del núcleo familiar.

“Sin embargo, tenemos que decir que la inmensa mayoría de los niños está sufriendo efectos en su desarrollo por esta pandemia que, tal vez, podríamos controlar si vuelven a la escuela”, concluyó la presidenta de la SPP.