A una semana del trágico accidente que cobró la vida de su esposa y dos de sus hijos, son los bonitos recuerdos que cultivaron en el hogar los que mantienen de pie a Abraham Arroyo.

Arroyo e Iris Joellys Crespo se unieron cuando apenas eran unos niños. Ella tenía 10 y él 14 años y desde entonces no se separaron hasta que el destino le hizo una mala jugada el pasado viernes. Ese día, luego de hacer uno de sus turnos de trabajo, Iris llegó a la casa a recoger los niños para llevarlos a la casa del abuelo Carmelo Arroyo quien los cuidaría y ella continuar para próximo turno de trabajo.

La joven madre Iris Joellys Crespo Cabrera y dos de sus hijos, Abrianys Zahiris Arroyo Crespo y Yeriel Abjuan Arroyo Crespo, fallecieron luego de sufrir un aparatoso accidente de tránsito en la avenida Jesús T. Piñero, en San Juan, la mañana del 20 de diciembre de 2019. El velatorio se llevó a cabo el 26 de diciembre en la Funeraria Puerto Rico Memorial, en Santurce.

Relata Abraham, que estaban contentos por que iban para la playa con los abuelos, quienes participarían de un bautizo. Iban con sus trajes de baño, pero no llegaron. En la avenida Jesús T. Piñero, Iris, junto a dos de sus tres hijos, Abrianys Zahiris y Yeriel Abjuan, de 6 y 7 años, respectivamente, no salieron con vida del impacto contra una verja y posteriormente con un poste de concreto. Del accidente, sobrevivió Christian, de 8 años, luego de los cuidados que recibió en el Centro Médico de Río Piedras.

“Me van a hacer mucha falta. Le doy gracias a Dios por ponerla en mi camino. Lo que pienso ahora mismo es en el nene (Christian) y sé que con Dios lo voy a echar hacia adelante”, dijo sin poder contener el llanto.

Las últimas palabras de Iris luego del fatal accidente, según Arroyo, fue pronunciar su número de télefono a un buen samaritano que se detuvo a ayudar y así pudiera avisarle. Del hombre, Arroyo solo conoce su nombre Wilmer, aunque no ha perdido comunicación con él. Considera que fue un ángel, por lo que se muestra sumamente agradecido por la ayuda que brindó hasta que él llegó a la desgarradora escena que ha conmovido a todo un país. Espera poder encontrarse con él para agradecerle el gesto de mantenerse  atento a la familia.

Para Arroyo, de 28 años, lidiar con la pérdida no ha sido fácil. Asegura que  su fortaleza proviene de las oraciones de allegados y desconocidos que han llegado hasta la Funeraria Puerto Rico Memorial en Santurce para expresarle sus condolencias.

 “De verdad no pensé estar así de firme, parado ahora mismo. Pensé que como el primer día (viernes pasado) que me desplomé y desde que empezaron, no sé las oraciones, de verdad no sé de dónde estoy sacando tanta fuerza para estar de pie, de verdad. Es una situación que no es fácil… no dormir bien”, confesó.

“De verdad no tengo muchas palabras para decir, cómo agradecerle a todo el mundo tantas oraciones, tanta unión, no sé, no tengo palabras para agradecerles y las oraciones que es lo más importante. Yo sé y tengo fe en Dios que es lo que me tiene ahora mismo en pie y con mucha fuerza”, dijo.

Aferrado a esa fe, Arroyo prefirió conservar en su recuerdo las sonrisas del pasado viernes cuando vio a su familia por última vez, descartando así verlos en un ataúd.

“Me quería ir con el recuerdo de la última vez que los vi que fue a las 6:00 de la mañana que los estaba vistiendo con mi esposa para llevarlos a casa de mi papá. Yo me estaba vistiendo para ir al trabajo y ella se dirigía al de ella. Y esa fue la última vez que los vi contentos. Cuando le mencionaron que iban para la playa pues ellos son locos por ir a la playa, pues ellos iban súper contentos con su traje de baño”, relató.

“Mi papá iba para un bautizmo, entonces le dijo a mi esposa que se los llevara que él se los llevaba con él y mi mamá que, en lo que hacían el bautizmo, pues lo iban a dejar un ratito jugando en la playa y eso fue lo último que compartieron”, contó.

Iris trabaja como enfermera cuidando ancianos de lunes a jueves de 10:00 p.m. a 6:00 a.m. y los viernes adicional hacía un turno de 8:00 a.m. a 3:00 p.m.

Rememora Arroyo que a ella le encantaba lo que hacía, por eso asumía los turnos y el descanso era mínimo. Una o dos horas eran las que dedicaba a dormir. Dijo, incluso, que le recomendó dejar el turno de la noche e Iris le había comentado que lo haría en enero.

Como rutina en el matrimonio, Arroyo cuenta que solía escribirle para saber cómo se encontraba en el trabajo.

“Le decía estoy despierto, te voy a esperar, siempre yo era el que le habría la puerta, la besaba, la abrazaba, (le preguntaba) ¿cómo te sientes, ella me decía, si estaba bien cansá’ ‘acuéstate conmigo’ y me acostaba con ella. Me decía ‘abrázame’, la abrazaba, cositas que salían de ella. Yo a veces llegaba todos los días tarde al trabajo porque en cuestión de que me dijera que me acostara un ratito con ella y la abrazara, pues se me hacía tarde”, dijo compungido.

Sobre la teoría de que se quedó dormida, Arroyo la pone en duda, porque entiende que su esposa estaba ya acostumbrada, sin embargo dice que fue él quien le dijo a los agentes sobre la carga de trabajo de Iris.

“Eso fue que el oficial preguntó si estaba hablando por teléfono o algo así y yo le dije ‘te voy a ser sincero, ella trabaja de 10 a 6 de la mañana’, pero le dije eso (porque) fue lo rápido que me vino a la mente, que pudo haber sido eso, pero de verdad sé que eso es difícil porque ella todos estos días ha trabajado así y los últimos días así y eso era constantemente”, indicó.

“Pudo haber sido que perdió el control, de verdad que no te puedo decir que fue lo que sucedió. Eso fue lo primero que me vino a la mente, que se lo dije al policía, pero no puedo decir qué fue lo que paso porque no estaba ahí”, manifestó.

Resultado de los trabajos de ambos, Arroyo dijo que tenía todo listo previo al accidente para sorprender a los chicos en Navidad. Juntos habían logrado comprar los regalos de los pequeños y su ropa. Para el fatídico viernes habían planificado ir a comprar la ropa de ellos para disfrutar de las diferentes actividades familiares que ya eran rutina.

La pequeña Abrianys había pedido todas la muñecas LOL y los niños sus videojuegos. “Llega la quincena y le digo ‘Ma’ vamos a Walmart a dejar todo separado. Los nenes querían los Nintendo Switch cada uno, que no es fácil y la nena quería todo lo de las (muñecas) LOL. Yo pensé que iba a sacar los regalos con el bono de Navidad y no tuve que esperar, los saqué dos semanas antes, yo  y mi esposa (sic) los sacamos, ya teníamos todo, gracias a Dios”, recordó.

“Ese mismo día íbamos a comprar la ropa de nosotros que era lo que nos faltaba”, lamentó.

En su honor, Arroyo continúa llevando la rutina que acostumbraba con Iris. El pasado día de Navidad, aunque no puedo entregar los regalos que con tanto amor compró para sus pequeños, visitó a su suegra, luego a su hermana y concluyó en casa de la abuela doña Boly Muñiz.

“Hice la rutina que yo hacía con ella. Eso empezábamos 24, 25 y despedida (de año). Empezábamos primero en casa de la mama de ella, después íbamos a casa mi mama, mi hermana y terminábamos en casa de su abuela y después no ibamos a nuestra casa. No nos quedábamos en casa de nadie”, dijo.

Arroyo tenía planes de boda con Iris

Con la partida de Iris y sus dos pequeños, quedaron inconclusos los planes de boda que tenía la pareja para este año que se avecina.

“Estábamos en planes de eso, de que el año que viene nos íbamos a casar pero Dios sabe lo que hace”, dijo.

Mientras quedan intactos en los recuerdos las memorias de 14 años juntos. “A mi esposa yo era el que tenía todo ready, le mapeaba, recogía, lavaba ropa, le tenía todo para cuando llegara era para que descansar.  Cuando más me bloqueaba era cuando estaba haciendo las asignaciones con los nenes.

“En todo yo siempre la he ayudado, no había un no. Todo estaba ahí para ella, igual que ella para mí. Son muchos años que no todo el mundo dura era y desde niños”, dijo.

De sus pequeños extrañará consentirlos; a Abrianys cumpliendo sus antojos en la cocina o un pedido a domicilio y con Yeriel sus ejecutorias en la cancha.

“(A Abrianys) le gustaba pintarse los labios se escondía con los esmaltes y se pintaba las uñas. Lo más que voy a extrañar es que me diga ‘papi tengo hambre’”, dijo.

Mañana, Arroyo y demás familiares le darán el último adiós a Iris, así como a sus pequeños Abrianys y Yeriel en el cementerio de la Capital tras partir de la Funeraria Puerto Rico Memorial a las 12:00 del mediodía.