CANÓVANAS - El silencio, la apatía y la indignación inundan el barrio Palma Sola ante la noticia de la muerte del pastor José O. Candelario.

Ayer, muchos vecinos de la iglesia Tabernáculo Branham, en el sector Las Magas del barrio Palma Sola en Canóvanas, prefirieron guardar silencio ante el fallecimiento del líder de esta congregación que en octubre de 2006 se declaró culpable de haber agredido sexualmente a una feligresa que tenía 13 años en el momento de los hechos entre 1992 y 1993.

Candelario, de 83 años, murió el miércoles en el Centro Médico de Río Piedras luego de ser trasladado del Anexo 448 de la cárcel de Bayamón. Cumplía una sentencia de diez años por tentativa de violación y violación técnica. Murió de causas naturales, según el Departamento de Corrección y Rehabilitación.

Algunos escucharon la noticia en la radio, otros se enteraron por este diario. Algunos vecinos todavía se sienten indignados, pero otros dijeron que no era su asunto. Varios aseguraron que, aunque la feligresía ha disminuido considerablemente en los pasados años, los domingos en los montes de Las Magas todavía se escuchan las prédicas y las oraciones del servicio. Personas que no quisieron ser identificadas indicaron que ahora el líder del tabernáculo es José Osvaldo García, quien está casado con una nieta del pastor Candelario. García asistió fielmente a las vistas judiciales del pastor, al igual que toda su familia.

“Vamos a ver qué sucede”, se limitó a decir ayer el feligrés Julio Ramos.

Carlos Fraguada dijo que fue el jardinero de Candelario durante varios años. El Tabernáculo está protegido por un portón eléctrico. Adentro hay varias residencias, incluyendo la del pastor y su ahora viuda Rebeca García, de 28 años, y una carpa donde se llevan a cabo los servicios. Por eso algunos simplemente lo llaman “la carpa”.

“Si él hizo daño, está bien que lo pagara”, dijo Fraguada.

Luz Maldonado y su esposo Israel Lebrón viven en el mismo sector de la iglesia hace cinco años.

“Él nunca tuvo problemas con nosotros… No lo conocía y nunca hablamos”, dijo Maldonado.

Pero su esposo estaba indignado. “No cumplió su tiempo completo, pero Dios hizo justicia porque eso era una aberración. ¿Cómo es que la gente sigue yendo a esa iglesia después de eso? No me puedo explicar. Francamente no hay manera de describirlo. Ésas son cosas que Dios no perdona. Creo que si hubiera cumplido su tiempo, cuando saliera de la cárcel iba a volver a la iglesia”, lamentó.

Paula Osorio y Felícita Romero fueron muy comedidas con sus expresiones. Simplemente dijeron que la iglesia todavía tiene devotos.

La barbería en la que se recortaba Candelario estaba cerrada. PRIMERA HORA supo que el dueño fue al Centro Médico a estar con la familia de su amigo.

Las hacía “sellar un pacto”

Luego que Candelario fuera acusado hace cuatro años, este diario entrevistó a varios vecinos del barrio Palma Sola y a mujeres que, bajo anonimato, aseguraron haber sido sus víctimas. Pintaron un cuadro aterrador de lo que sucedía en el Tabernáculo. Hablaron de rituales que llevaba a cabo el pastor con sus feligresas. Rituales que generalmente se iniciaban cuando ellas eran adolescentes y en los que estaban obligadas a participar, a veces hasta por sus padres.

En algunos casos el pastor les entregaba anillos y cadenas a los 15 años. En ese momento, ya ellas sabían lo que vendría después. A otras les decía que eran las “escogidas”, que tenía que sellar un “pacto” con ellas y que era momento de que le entregaran su virginidad. En el 2005, Áura Sanmartín Valladares y Víctor Burgos Pagán -feligreses del Tabernáculo Branham- fueron encontrados culpables de maltrato por negligencia por “ofrendar” a dos de sus tres hijas menores de edad al pastor.

En octubre de 2006, luego de dos años de dilaciones, Candelario se declaró culpable de los hechos que consistentemente había negado. En aquel momento, la agente policiaca que investigó el caso, Lydia Rubert, le relató a este diario la historia de la víctima, cuya identidad no se ha revelado.

Su familia era devota del Tabernáculo cuando todavía estaba en Bayamón, luego lo mudaron a Canóvanas. Su madre conocía a Candelario desde pequeña y sus familias eran cercanas. El pastor, según Rubert, se le acercó a la mamá un día para decirle que su hija ya tenía “edad de moza” y que necesitaba hablar con la niña. La madre primero se resistió, pero luego accedió. La llevó cinco veces entre 1992 y 1993 a un estacionamiento de un centro comercial, donde el pastor la recogía y la llevaba a un motel. La madre desconocía lo que pasaba en esos encuentros hasta que su hija, a los 13 años, le contó.