Moteles se convierten en refugios en medio de emergencia
Familias optan por visitar las instalaciones para darse un buen baño de agua caliente y descansar.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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En medio de la emergencia que vive Puerto Rico, los moteles se han convertido en refugios para familias que optan por pasar la noche en un lugar donde puedan darse un baño caliente, ingerir alimentos preparados al momento e irse a la cama con el frescor del aire acondicionado.
Otros, incluso, llegan con necesidades especiales que son atendidas de forma “humanizada” por los propietarios que buscan aliviar a sus clientes la odisea de no tener servicio de electricidad y agua potable en sus hogares.
“Para los que están operando todos los días parece el (Día) de Enamorados (14 de febrero) de la cantidad de gente que está llegando”, expresa Nicolás Santos, presidente de la Asociación de Moteles de Puerto Rico (Amoprico), para explicar la acogida que desde el paso del huracán María, el pasado 20 de septiembre, han tenido las hospederías reconocidas por ser nichos de amor para parejas.
Aunque no ha podido conversar con los dueños de los 23 moteles asociados (de un total de 60 que hay en la Isla), dijo que muchos están operando con generadores eléctricos y cisternas.
Algunos, incluso, cuentan con sistema de energía renovable a través de placas solares.
“Todos están operando de forma diferente y de acuerdo a sus necesidades o limitaciones. En Moca, por ejemplo, el dueño de un motel me dice que está trabajando sólo de noche para ahorrar diésel”, manifiesta al aclarar que si bien es cierto que se están viendo en algunos hospedajes mayor ingreso, también es real que “tienen el doble de gastos” por el pago de combustible.
Agregó que en el caso del que administra -La Hamaca en Caguas-, el servicio también se ofrece durante el día pero optaron por ofrecer una tarifa especial a los clientes que lleguen a partir de las 6:00 de la noche.
A éstos se le honran 15 horas de descanso -es decir, saliendo a las 9:00 de la mañana- por el cobro de tarifa y media, de acuerdo a la habitación seleccionada.
La idea es que las personas se sientan “como en casa”, según explicó Yvonne Rodríguez Ortiz, la propietaria del motel Villa Arco Iris, ubicado en la carretera #1, en Caguas.
“En esta crisis hemos tratado de hacer la diferencia, por ejemplo, dándole preferencia a familias que vienen con niños. Porque hay que humanizarse en esta situación de crisis que nos afecta a todos y ayudarnos como podamos… el asunto es que si hay que calentar los bibís, pues los calentamos”, cuenta conmocionada Rodríguez Ortiz sobre la hospedería que también tiene agua potable a través de un pozo hincado.
De hecho, destacó que tiene clientes “fijos” desde hace más de un mes, incluyendo profesionales que laboran en el área metropolitana y que sus casas quedaron “no habitables” tras el ciclón.
“Tengo una enfermera que llega todas las noches. También a un policía. Son personas que vienen a descansar, como las familias con niños”, expresa al agregar que los clientes también suelen solicitar alimentos.
“No es comida de restaurante, pero es bueno y lo hacemos con mucho amor… hasta yo he cocinado”, dijo al mencionar, como ejemplo, chicharrones de pollo, pechugas rellenas, churrasco y variedad de aperitivos.
En otras de las pequeñas hospederías, como El Tropical en Isabela, los dueños han tenido que hacer “malabares” para reabrir los negocios pues sufrieron pérdidas con el huracán. Aún así están funcionando.
“Ha sido duro… hubo estructuras que sufrieron muchos daños y hasta se mojaron mattress y se doblaron todas las puertas de garaje. De hecho, todavía estamos recogiendo escombros”, expresó su propietario Manuel Babilonia.
Ante lo acontecido, Babilonia acepta que el servicio ofrecido no es de 100 por ciento, pero se está tratando de ayudar a los clientes, en su inmensa mayoría familias.
“Al que viene por el día, se le habla con la verdad y se le dice que no hay luz y se le entregan de dos a tres galones de agua. Muchos se van, otros pocos se quedan. Y por la noche es que prendemos la planta por 12 horas y usamos la cisterna. Ahí es que llegan más familias”, detalló el hombre al agregar que la situación ha sido tan crítica que ha tenido que reducir la plantilla de empleados.