Cuando Isabel Mejías se enteró de que conocería al licenciado Mario Moczó empezó a “temblar”. 

No es para menos, la joven de 16 años lo admira.

“Lo vi en el caso (de Lorenzo González Cacho), y nosotros hablamos todos los días de ese caso; ver cómo él se expresaba, uno se quedó sorprendido”, destacó la estudiante del Colegio Santa Gema, una entre 15 jóvenes de 14 a 17 años de edad que participaron en el campamento Tech Summer de la Universidad del Este (UNE), en Carolina, donde tomaron talleres sobre técnicas empleadas en investigaciones de delitos.   

Moczó saltó a la fama gracias a su ejecutoria en la defensa de Luis Gustavo Rivera Seijo, acusado de asesinar al niño Lorenzo González Cacho, un proceso judicial que fue transmitido en directo y generó interés en las redes sociales.  

“Era bien profesional. Siempre estaba serio. Uno podía percibir una imagen bien seria y bien firme de él”, agregó.  

Ayer, Isabel tuvo la oportunidad de escucharlo y tomarse una fotografía con él, luego de que les diera una breve charla motivacional, por invitación de la institución educativa de la que se graduó de un bachillerato en Justicia Criminal. 

“Si llego a ser abogada puedo decir: ‘miren me tomé una foto con él porque yo soy cool’”, agregó la jovial chica.

¿Qué vas a hacer con la foto?

“Ya yo sé que mami la va a postear en Instagram”, dijo.  

Mientras tanto, Moczó, abogado de la Sociedad de Asistencia Legal (SAL), sigue sorprendido por el interés y aceptación que generó entre muchos su ejecutoria en el sonado caso. “¡Es increíble!”, dijo. “Jamás pensé…”, agregó seguido por una carcajada. 

Para Moczó, nacido y criado en el caserío Catañito Gardens, en el centro urbano de Carolina, es “bien agradable” haber regresado a la institución donde hizo su bachillerato. “Pasé muchos años en estos pasillos”, recordó de los tiempos en los que era flaco, “tenía tiempo”, no había hijos y asistía a fiestas, comentario que provocó la risa de los presentes.

Pero luego se puso serio, y les dio un consejo, que adelantó a miembros de la prensa. “La educación es lo mejor que hay, eso es lo mejor que les puedo compartir; que no se están equivocando, que es largo y hay que hacer esfuerzos y sacrificios; que es bueno que estudien y no tomen short cuts”, expuso. 

Previamente se le preguntó si se considera un modelo a seguir. “Eso lo determina la gente”, sostuvo.

Ellos piensan que sí 

“Pues honrado”, agradeció.

Janiel Claudio, de 16 años y residente de Villa Cooperativa en Carolina, indicó que Moczó es un ejemplo de superación porque “no se quedó simplemente en la empresa de taxis de su padre (en la que trabajó como taxista) sino que siguió adelante y se superó”. 

De igual forma opinó Natalia Rivera, de 16 años y residente de Rolling Hills en Carolina, al decir que “es una persona que se preparó y luchó; sabe de lo que habla, se informa… En la Justicia Criminal se busca dar justicia a los demás y él está tratando de buscar eso”. 

Al saber que él vendría, los jóvenes pensaron en preguntas que le quisieran hacer: cómo logró no rendirse y mantener su frente en alto durante el proceso en los tribunales; si sintió que el pueblo lo apoyó; qué consejo les daría; si recibió el apoyo de su familia cuando decidió estudiar Derecho; qué lo motivó a estudiar esa carrera; cómo se preparó para el caso, y cómo bregó con la presión de un caso de tanto interés público. 

“Ellos necesitan figuras como esas que les motive y les dé modelos a seguir”, destacó, por su parte la licenciada Francheska E. De Jesús, directora del programa de Justicia Criminal de la UNE.  

Por ahora, Moczó sigue recibiendo solicitudes de selfies en la calle, ejerce como abogado de SAL y aún no tiene planes de ir a trabajar para alguien, pero sí de hacerlo solo; además, admite, “ha cambiado la vida, pero gracias a Dios ha sido para bien”.