Miles siguen esperando por un techo seguro a través de R3
Desde el 2017, son muchos ciudadanos los que aún esperan beneficiarse del programa, financiado con fondos federales.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Sin hogar y sin respuestas.
La dilación del Programa Reparación, Reconstrucción o Reubicación (R3) del Departamento de la Vivienda ha trastocado el bienestar emocional de un sinnúmero de personas, máxime para aquellos de la tercera edad quienes, a casi seis años del azote del huracán María en Puerto Rico, aún esperan tener un techo seguro y digno.
“Entiendo el desespero por la necesidad que tienen. O sea, esto es necesidad y nosotros vamos a atender a cada una de las familias”, admitió el secretario de Vivienda, William Rodríguez Rodríguez, en entrevista con Primera Hora.
Desde el paso del fenómeno en septiembre de 2017 hasta el 11 de abril pasado, 7,772 familias de 13,842 se han beneficiado del programa. Es decir, pese a que el 56% de los participantes tienen su hogar a través del programa R3, aún restan 6,070 familias, o el 44% de los participantes, en la lista de espera, la cual ya cerró.
“En la medida en que nosotros vamos avanzando en el programa, que ya más de 7,000 familias se han beneficiado y estamos siendo muy vocales con el programa, yo creo que eso va generando desesperación con las familias que todavía no hemos llegado. Nosotros establecemos unas prioridades. Así que, los encamados, las personas con discapacidad se fueron atendiendo primero, con situaciones más severas y, por eso, pues, vamos a atender unos primero y después vamos a atender otros. Así que, yo entiendo la desesperación. Además, la gente no entiende muchas veces el trámite administrativo y no tiene por qué saberlo, porque esas son cosas que pasan tras bastidores, pero, yo entiendo la desesperación. Esto (el huracán) pasó en el 2017 y estamos en el 2023″, reiteró el titular de la agencia quien ocupa el puesto desde el 2021.
“Lo he perdido todo”
Para muchos participantes, en especial aquellos que conversaron con Primera Hora, la calidad de sus vidas ha ido en declive desde el paso de María, tanto emocional, físico como monetariamente.
Este diario tiene conocimiento de que la pesadumbre por esta situación ha trastocado a, al menos, una participante de manera tal que perdió su empleo. También, supo de un intercambio de una empleada de Vivienda quien exigió “paciencia” de uno de los participantes y de su corredor de bienes raíces, reiterando que el programa es “voluntario” y que no se le obliga a nadie a aceptar la ayuda.
Para Alex Casanova Rivera, la angustia de no tener su hogar lo ha obligado a visitar el hospital en múltiples ocasiones, pues ha sufrido de ataques depresivos y de una salud física en constante deterioro, la cual ya estaba comprometida previo a la destrucción de su casa, según aseguró.
“Ha sido pésimo. Llevo aproximadamente cuatro años, más o menos. Quedaron en hacer la casa (pero)…vuelven para atrás, vuelven para al frente, vuelven para atrás. Siempre hay un pero y un pero”, lamentó el humacaeño de 54 años.
Aunque Casanova Rivera es candidato para reubicación, el proceso ha resultado ser sumamente fastidioso, ya que asegura recibir respuestas confusas y contradictorias de quienes manejan su caso, al punto de que le han hecho someter los mismos documentos una y otra vez, dilatando aún más el proceso.
“Eso ha sido un dolor de cabeza. He ido al hospital. Estoy pasando, después de viejo, como uno dice, ataques de depresión por (el deseo de) tener mi casa. Mi familia lo sabe. En mi sistema nervioso, yo tengo un par de condiciones, y me ha afectado eso emocionalmente. Me ha afectado eso demasiado”, recalcó.
Al momento, Casanova Rivera reside en una casa alquilada por Vivienda que está mayormente vacía, ya que el huracán María no solo le destrozó la estructura física, sino también perdió casi todos sus muebles y electrodomésticos.
“Casi no tengo nada, porque lo he perdido todo. (Trabajo en) chiripitas y no tengo para comprar todo eso. Hay días que sale el trabajo bueno, pero para comprar (juegos de) cuartos, comprar gabinetes y toda esa vaina no tendría los chavos. Ha sido pésimo, pésimo. Entonces, al ver que tengo que empezar dese cero, uno sin chavos y con lo poquito que uno ajunta para comprar las cosas para volver a empezar desde cero, es fuerte, es fuerte”, dijo al repetir que sus condiciones físicas lo limitan a la hora de trabajar.
Y Casanova Rivera no es el único.
Jorge Matos Caldero vive esta pesadilla a través de sus padres, Ana Caldero Camacho y Alfonso Matos, ambos de 93 años. Por su parte, el señor Alfonso tiene ambas piernas amputadas.
“Mi mamá todos los días me pregunta qué ha pasado y esto también me carga. Todos estamos siendo afectados en la familia completa, completa (aunque) nosotros hemos cumplido con todo (lo que requiere el programa)”, manifestó Matos Caldero, quien representa a sus progenitores en los trámites con Vivienda.
Para esta familia, la comunicación con la agencia nunca ha sido efectiva, según evidenció Matos Caldero con varios documentos que revelaron intercambios que ha tenido con personal del Departamento, muchas veces de manera unidireccional.
“Señor secretario, han pasado 5 duros años para mis padres ancianos ambos de 92 años”, lee una carta fechada el 16 de septiembre de 2022 que nunca obtuvo respuesta y que fue enviada a Rodríguez Rodríguez; a la oficina del gobernador, Pedro Pierluisi; y a Carmen Sánchez Salgado, procuradora de la Oficina del Procurador de las Personas de Edad Avanzada (OPPEA), entre otros funcionarios.
“Como todo anciano, se merecen una vejez digna, que luego de muchos años de trabajo, sus últimos años de vida sean de paz y tranquilidad que solo le puede brindar su propia casita. Le pido por favor intervenga para que este proyecto comience a la mayor brevedad”, continúa.
La odisea, según relató, comenzó cuando Matos Caldero presentó la solicitud el 11 de agosto del 2019. Para la sorpresa de la familia, Vivienda se comunicó a casi dos años cuestionando si aún interesaban participar del programa. Al afirmar, Matos Caldero tuvo que esperar otro año más para que se firmara el acuerdo para la reconstrucción de la vivienda de sus padres en Corozal. Aunque se les había prometido que para diciembre del 2022 terminaría la reconstrucción, el 29 de diciembre del 2022 los planes cambiaron: tras la evaluación del área se determinó que se tendría que reubicar a la pareja nonagenaria, oferta que ambos rechazaron. No fue hasta el pasado viernes, 14 de abril, tras la insistencia de este medio para una respuesta clara y la vehemente lucha de Matos Caldero, que, finalmente, se les informó que su reconstrucción fue aprobada.
Entre los documentos, además, resaltan instancias de poco tacto en los intercambios verbales hacia Matos Caldero. Así fue la interacción con un empleado de la compañía constructora SLS, asignada a la reconstrucción de la vivienda de la pareja. Este empleado le exigió a Matos Caldero llegar hasta el estacionamiento de un restaurante de comida rápida en Vega Alta en un lapso de 20 minutos para que recogiera el cheque para el pago de la renta para el alquiler donde residen sus padres mientras se resuelve su caso. Cuando Matos Caldero le expresó su inconformidad de recibir el dinero de esta forma, el empleado le ripostó que “esas eran las normas de la compañía y había que seguirlas”, porque “les estaban haciendo una casa”.
Lo mismo sucede con Evelyn Delgado, quien lucha para que su padre, José Oscar Delgado- veterano y quien tiene 83 años-, pueda residir en una vivienda segura. Tras varios años como participante del programa, no fue hasta el 9 de marzo que recibieron el vale para reubicación.
“Ellos supuestamente nos iban a ayudar, pero uno llamaba y no contestaban los teléfonos, uno dejaba mensajes, el teléfono se dañaba, cambiaban mucho de personal y técnico. Eso era un tirijala, (una) papa caliente”, comentó Evelyn.
“Si no estás encima de esas personas, encima de ellos, no hacen nada. Aquí hay que ponerse los guantes y los pantalones en su sitio para poder pelear, porque la verdad es que no está fácil. Si mi padre no me tuviese a mí ahora…mira, se queda peor de lo que está, bendito”, agregó.
En el caso de Delgado, indicó, su situación pudo haber sido evitada, pero la dejadez que describió por parte de las agencias que se comprometieron con él para ayudarlo a reubicarse desde el 1996 han alargado su estadía en el lugar, perturbando su estado emocional. Con cada lluvia, se inunda su casa, localizada en el sector Rabo del Buey, en Gurabo, aseveró Evelyn.
“A él lo dejaron para lo último y hasta el sol de hoy. En estos días que llovió, a él se le metió el río. A él se le mete de tres a cuatro pies (de agua). Él, al principio, estaba tranquilo. Pero, últimamente se me pone depresivo”, aseguró al recalcar que las aguas dejan también mal olor.
¿Qué es lo que pasa?
De acuerdo con lo que explicó el secretario de la Vivienda, son varios los factores que han provocado estos atrasos. En primer lugar, estas personas no solamente fueron víctimas de los vientos y lluvias torrenciales del fenómeno, sino que también han sufrido de primera mano la malversación de fondos federales a nivel Estatal, pues fue precisamente eso que aplazó de manera extrema la llegada de los fondos para los damnificados del fenómeno atmosférico, relató.
Rodríguez Rodríguez afirmó que fue precisamente el escándalo gubernamental de la administración del exgobernador Ricardo Rosselló que atrasaron las ayudas. El mismo director de la Oficina de Presupuesto y Gerencia (OMB) de la Casa Blanca, Russ Vought, había declarado en el 2020 que la decisión de frenar fondos de emergencia a Puerto Rico tras el paso del huracán estuvo vinculada a los actos de corrupción bajo la administración de Rosselló. A consecuencia, no fue hasta el 2021 que los fondos estuvieron disponibles en su totalidad, indicó Rodríguez Rodríguez.
“Explicarles a estas familias que los fondos no estuvieron disponibles, en su mayoría, hasta el 2021 ¿cómo uno lo explica? Hubo unas actuaciones de la pasada administración federal que impidieron que el dinero estuviera disponible para Puerto Rico y, aunque el gobierno de Puerto Rico en ese momento- yo no era secretario de la Vivienda, pero me consta- que los pasados secretarios, a pesar de no tener disponibilidad de fondos, juntaron los programas con los limitados fondos que tenían y trataron de arrancar. Pero, claro, son programas que debe tener $3 mil millones y tú lo quieres arrancar con $200 millones, pues no va a correr ni con la celeridad, ni puedes comprometer los contratos que tienes que comprometer ni puedes atender la gente que quieres atender. Así que, realmente no fue hasta la entrada del 2021 en el segundo semestre que este programa empezó a tener la disponibilidad de fondos y pudimos a comenzar a inyectar los fondos necesarios para empezar a atenderlo”, admitió.
“Sé que se perdió mucho tiempo en el proceso. Yo no le puedo adjudicar esto a mis antecesores para nada. Ciertamente, esto es un tema de que no tuvieron los recursos disponibles al momento de comenzar el programa. Ciertamente, fueron unas limitaciones que existieron que ahora no las tenemos y, por eso, se ve el avance tan grande que hemos tenido”, abundó.
Otro problema, aceptó Rodríguez Rodríguez, se debe a la renuencia de los corredores de bienes raíces quienes se han rehusado a participar del programa, especialmente cuando primero arrancó el programa. Esto, sin embargo, ha cambiado con los años, máxime porque ahora se les incentiva con $4,000 a aquellos quienes aceptan estos casos. También, la lentitud se debe a la dificultad de encontrar casas disponibles para estas personas, por la crisis de vivienda que, actualmente, atraviesa la Isla.
“Siempre estamos pensando en todas las familias. Ciertamente, es un programa sumamente ambicioso que va a tomar tiempo. Si alguien hubiese dicho que esto va a tomar un año, eso no es posible, por la naturaleza del trabajo que hay que hacer. Eso no va a pasar. En Puerto Rico hace mucho tiempo que no se construía tantas casas como se están haciendo ahora con estos programas. El Gobierno no lo había hecho desde hace muchísimos años. Así que, nos tocó empezar en una época en donde la industria de reconstrucción estuvo paralizada o menguada por muchos años por la crisis fiscal que tuvimos”, comentó.
Además, por tratarse de fondos federales, aceptó que el proceso es más tedioso, pues se requieren “de ciertas aprobaciones adicionales, en términos de evaluaciones ambientales y otros requisitos federales que hay que cumplir que no necesariamente no se cumplen en una obra ordinaria”.
En adición, la lentitud del programa también podría deberse a la clasificación de Vivienda para determinar a quién se le otorgaría prioridad en el programa.
R3 tenía cinco categorías, caracterizados como “grupos prioritarios”, para establecer quienes necesitan, con mayor prontitud, ser beneficiados. El primer grupo, o “grupo prioritario 1″, se refieren a solicitudes que incluyan a un solicitante de edad avanzada, con discapacidades y daños significativos a la propiedad. Estas tres condiciones tienen que cumplirse para que una sea considerada bajo este grupo.
El “grupo prioritario 2″ abarca a aquellas solicitudes de un solicitante de edad avanzada y que su propiedad tenga daños significativos o un solicitante con discapacidades y que su propiedad tenga daños significativos. Seguidamente, el “grupo prioritario 3″ incluyen a aquellos participantes que tengan únicamente daños significativos a la propiedad, pero que no son ni personas de la edad avanzada ni discapacitadas.
El “grupo prioritario 4″ son aquellas personas de edad avanzada y/o solicitante con impedimentos o discapacidades, pero que los daños a su hogar no necesariamente se consideren “significativo”. El “grupo prioritario 5″ no cumple con ninguna de las definiciones de los “grupos prioritarios” antes mencionados.
Una vez identificado en uno de estos grupos, el participante tiene que someter varios documentos, incluyendo de titularidad o de interés propietario y evidencia de ingresos, entre muchos otros. Al determinarse la elegibilidad, la residencia era evaluada para determinar cuál paso a seguir, si la reparación, reconstrucción o reubicación del hogar. De necesitar reparación o reconstrucción, se conllevaría estudios del ambiente para concretizar este paso. En la reubicación, se le otorga un vale al beneficiario a base de su composición familiar, por lo que podría tener un valor de entre $160,000 a $200,000.
“Esto ha ido cambiando en el tiempo. Por ejemplo, yo llegué e hice unos ajustes en el programa, liberalicé el programa. Por ejemplo, la única razón para tú poderte relocalizar (era) que la familia no hubiese tenido acceso a una reconstrucción. Ahora, siempre que requiere una reconstrucción la vivienda, la familia puede optar por un vale”, especificó al asegurar que, aunque originalmente las familias que no tenían títulos de propiedad no eran elegibles, luego se les permitió que las familias que tuvieran un título alcanzable participaran del programa.
Mientras tanto, el secretario dejó entrever que busca hacer mejoras en el Departamento, incluyendo en el área de servicio al cliente y la comunicación.
“Desde que comencé, yo me he esforzado y he dirigido muchos de mis recursos a atender el tema del servicio del cliente. Es un tema de gobierno que siempre nos compete mejorar y buscar todas las alternativas para que se mejore, igualmente de darle conciencia a nuestros suplidores, a nuestros empleados del público que estamos atendiendo. Yo creo que siempre, el problema más grande que tenemos en todos los niveles, siempre es el problema de la comunicación. Una persona que no se sienta entendida en comunicación se desespera, porque no sabe. ¿Y qué es lo primero que va a pensar? Que nada está pasando, aunque la rueda se esté moviendo y se haya movido muchísimo y el caso está adelantado. Para mí, lo primordial ha sido, desde antes de estar en el Departamento de la Vivienda en mis distintas facetas de gobierno ha sido eso mismo: lograr que la comunicación sea efectiva, que las comunidades estén enteradas (e) igualmente, en este caso, que los participantes estén enterados”, adelantó.
Mensaje a las familias
“¿Qué usted les diría a estas personas que están desesperadas y esperando por el programa?”, le cuestionó Primera Hora al secretario.
“Vamos a hablarle a las distintas familias: al que está en el proceso, vamos a terminar la vivienda, se está construyendo, le vamos a entregar algo, les garantizo, mejor de lo que tenían antes de que pasara el huracán y, claro que, (superior) a lo que tuvieran después. Una vivienda segura, una vivienda resiliente, una vivienda, de verdad, que va a cumplir con las necesidades que tiene la familia. A los que están esperando, que vamos a llegar, que estamos trabajando arduamente por atender a todas las familias, que no vamos a descansar hasta atender hasta la última familia con todas las necesidades, que se comuniquen con nosotros, que, si tienen alguna duda que se comuniquen con el Departamento, que me escriban, que se comuniquen con su manejador de caso. Estamos a la disposición. También tenemos división quejas se contestan todas y cada una de las mimas. Aquellas personas que tienen un vale en su mano, sabemos que tenemos un mercado allá fuera que se ha ido complicando, que comenzamos un proceso de reconstrucción de casas nuevas que van a servir para reubicarlos también que van a estar disponibles. Es voluntario, pero van a tener su vale y si alguna vivienda que se va a construir le s interesa sabiendo que hay esta necesidad, porque vamos a construir hasta 3,000 unidades nuevas. Así que, va a haber un inventario allá fuera. Y dos, si usted tiene necesidad y, de momento, no encuentra un ‘realtor’ o tiene necesidad de conseguir una vivienda, que se comunique con cualquiera de las agencias de consejería que tenemos”, respondió.