Melvin Varela es un insaciable fiebrú del radio
Transformó su vocación de locutor por una nostálgica colección de aparatos que llenan su casa y su corazón.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Se desvive por la radio.
A pesar de que sus sueños de convertirse en locutor de alguna emisora no vieron la luz del día, su interés por el espectro de las ondas radiales llevaron a Melvin Varela Vázquez a amasar una impresionante colección, única en su clase, que muy bien representa su apego a este medio de comunicación, que lo acompaña día tras día.
“Siempre, desde muchacho, quise ser locutor pero la situación económica de mi familia en aquel entonces no me permitió continuar los estudios”, dijo el hombre, antes de hacer una pequeña demostración de sus dotes, imitando a un reportero de deportes.
Hace alrededor de cinco años, Melvin comenzó a darle forma a su colección cuando compró su primer radio: un Panasonic de 1963.
“Yo trabajaba en la construcción y mi primer radio fue un Panasonic. Como a mí siempre me gustaba la radio, me lo llevaba a todas partes para escucharlo”, contó.
“Me siguió interesando conocer más sobre los radios y por ahí comencé a comprar más”, dijo, sobre cómo comenzó a darle forma a su colección.
Hoy día, Melvin cuenta con más de 120 receptores, de todas las marcas, formas y tamaños que uno se pueda imaginar. Diseños tan variados como curiosos, como lo son un radio en forma de globo terráqueo y otros que parecen ser carros de juguetes -cuyas ruedas contienen los sintonizadores del aparato- distinguen a cada uno de sus tesoros.
La pieza más antigua en su colección es un radio de consola marca Grebe Synchrophase, fabricado en 1928. A este lo acompañan cajones de las marcas Crosley, Zenith, RCA Victor, Philco y Arvin, entre otras.
Y si usted se pregunta si después de tantos años estos aparatos funcionan, sepa que todos los receptores se mantienen en óptimas condiciones y listos para escuchar su emisora de radio favorita: Radio Once 1120 AM.
A pesar de la extensa colección que posee, este aficionado de la radio no considera convertir su casa en un museo, ni mucho menos mover sus radios a un lugar destinado a esos fines.
“Mucha gente me dice: ‘muchacho, tú lo que tienes aquí es un museo’... pero yo no lo considero así. Estos radios son para mi disfrute personal y son parte de la decoración que le quise hacer a mi casa”, afirmó.
Uno de sus modelos favoritos es el Bon Sonic de 10 bandas, fabricado en la década de los sesenta, que es capaz de alcanzar cientos de frecuencias de lugares tan distantes como los que se encuentran al otro lado del mundo.
“Con esto yo me entretengo escuchando emisoras de Cuba y de todas partes del mundo, como Brasil, España y hasta Afganistán”, manifestó.
¿Afganistán? ¿Usted entiende el idioma de ese país?, preguntamos.
“No, ¡pero me río escuchando el revolú que hablan!”, bromeó.