“Cuando comparas las necesidades de Colombia con las de Puerto Rico, pues en Manuel A. Pérez lo que hay son penthouses”.

John Henry “El Chino” Millán, un ex sicario del Cartel de Medellín que asesinó a más de 200 personas y que gozaba de la total confianza del legendario capo Pablo Escobar Gaviria, expuso en una entrevista algunas de las diferencias básicas entre el narcotráfico de Colombia -“la universidad” de la droga en sus propias palabras- y el de Puerto Rico.

Acogido a una amnistía desde 1990 que cobija a los involucrados en el narcotráfico de la década previa, El Chino Millán no pasó un día preso por sus crímenes, aunque fue torturado durante 27 días por milicianos de Colombia. Un soldado le perdonó la vida y, desde entonces, decidió salirse del negocio y convertirse a la religión. Ha visitado Puerto Rico durante los pasados 17 años con su mensaje, tratando de convencer a los bichotes locales de salirse del narcotráfico o, cuando menos, mantener un respeto básico en la calle. Esta vez visitó la Isla para promocionar su libro “Los hijos del dolor”.

¿Cómo compara el narcotráfico de Puerto Rico con el de Colombia?

-En Colombia la droga es la opción, mano, porque los niños lo que tienen es agua con sal para comer. En tu isla se habla de dos o tres kilos de cocaína, en Colombia se habla de 20 o 30 toneladas.

¿Por qué piensa entonces que tantos jóvenes entran aquí al narcotráfico?

-En Puerto Rico el mundo del narcotráfico es más por satisfacción propia que por necesidad. La mayoría de los chamacos no quieren ser capos por necesidad. Quieren ser narcotraficantes porque sus papás los han castigado. Es una protesta de dolor. Aquí esto es cañón, mano. En Puerto Rico el narcotráfico y la violencia retumban, es un espacio muy chico. Colombia es la universidad de la droga, mano, la maquila grande, pero aquí se siente fuerte el narcotráfico.

¿Cuál es el proceso mental previo a un asesinato? Después de varios, ¿se vuelve uno inmune?

-El bautismo, el primer homicidio, crea mucho dolor. Pero cuando tú entras en una rutina dentro de un sistema, es como todo, pierdes sensibilidad. Después del segundo asesinato, ya la sensibilidad no existe.

¿Había algún ritual previo a llevar a cabo la matanza?

-Los sicarios hacen rituales. Un sicario coge su plomo, lo echa en aguardiente y se lo toma. Coge la foto de su víctima y empieza a meterse odio, a meterse cocaína y marihuana por siete u ocho días.

En Puerto Rico entran al narcotráfico niños cada vez más jóvenes. ¿Es igual en Colombia?

-La mayoría de los niños que entran al mundo del sicariato en Colombia entran a una edad de 12 o 13 años. La única mafia que respetaba el espacio del niño fue la mafia italiana, pero el resto de la mafia es igual. Los niños entran a muy corta edad y se programan para morir a los 20 o 21 años. La muerte ya es una convicción dentro de ese mundo.