Cuando Río Piedras apenas se anexó al municipio de San Juan, ya José Vázquez Torres, a sus cinco años, ayudaba a su padre a manejar su negocio.

Era una era dorada. El casco urbano reverberaba con movimiento comercial, lo que atraía gentíos y gran actividad económica. Hasta de la isla de San Tomás llegaban para hacer sus compras.

Mira aquí el especial: Río Piedras: del recuerdo a la realidad

Hoy día, a sus 74 años, Vázquez Torres vende gorras en el Paseo de Diego. Pero ahora lo hace solo.

Le rodean decenas de estructuras antiguas y decrépitas, saturadas de grafiti. Algunas hasta con arbustos que luchan contra el cemento para fijar sus raíces. Vázquez Torres recita vívidamente el historial de lo que fueron durante el transcurso de los años, tal si estuviera leyendo sus obituarios.

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“Yo tengo 74 años, aquí donde estoy sentado, y te puedo decir que esto no va a volver a lo mismo. Aquí, nada. Los alcaldes no tienen los pantalones en su sitio. Hay chavos para unas cosas y para otras no. No es decir, es actuar”, reiteró al catalogar a Río Piedras como “el pueblo más pobre” de Puerto Rico.

“Mi pueblo me da sentimiento. Es el pueblo abandonado. El pueblo que le dio de comer a San Juan. Lo que necesitamos es ayuda para esta gente”, coincidió su esposa, María Luyando.

Este mismo sentir lo comparte la mayoría de los riopedrenses que conversaron con Primera Hora. Y es que aseguran que las necesidades de Río Piedras han caído en oídos sordos y ojos ciegos, alejando a su gente a otras áreas de San Juan o municipios aledaños.

“Esto era algo que se podía disfrutar, poder venir y comprar y hacer tu compra segura. En estos momentos, nada. Todo está olvidado. Aquí había más esencia para la humanidad. Ahora esto está infrahumano, completamente olvidado”, lamentó Luis Carrasquillo, quien vive en la calle Vallejo.

La decadencia, aunque realidad presente para la mayoría, tiene un comienzo nubloso. Algunos señalaron que fue cuando inauguró Plaza Las Américas, en Hato Rey, en la década de 1960 o cuando explotó la tienda Humberto Vidal en el 1996. Otros aseguraron que fue durante la incumbencia de la alcaldesa Carmen Yulín, quien dirigió la Capital por dos cuatrienios.

“Esto da ganas de llorar, cada vez que veo (todo) cerrado. A los residentes de Río Piedras nos da mucha pena ver esto para como estaba antes hace como 15 años atrás”, sostuvo Marta Cantres, natural de Santurce, pero que reside en Río Piedras por los últimos 20 años.

Son muchas las situaciones que se deben atender, acertaron los residentes. Reclamaron pavimentación para los boquetes que llenan las calles, incentivos para impulsar y ayudar a los comerciantes locales a que puedan volver a darles vida a los edificios vacíos y mayor accesibilidad en las aceras para personas mayores e impedidos.

“(Aquí no hay) ni piedad para las personas envejecientes”, dijo apenado Carrasquillo.

Además, apuntaron a la falta de transportación pública, más allá de la estación subterránea del Tren Urbano que conecta a San Juan, Guaynabo y Bayamón.

“No hay carros públicos, no hay AMA (Autoridad Metropolitana de Autobuses), no hay nada. Mira como está esto. Un pueblo fantasma a lo que era”, mencionó Vázquez Torres.

“Vendieron (el tren) como que iba a unificar. La realidad es que la construcción dañó mucha arquitectura histórica (y de) mucho valor. Paralizó todo y, desde entonces, Río Piedras no ha sido lo mismo. Luego quitaron las guaguas públicas, quitaron la AMA. Es como si poco a poco nos fueran excluyendo de lo que es San Juan, aunque para mí Río Piedras siempre ha sido el motor de San Juan”, manifestó la líder comunitaria Jackie González.

Los residentes coincidieron que uno de los problemas que más aqueja la zona es el alza en crímenes que, según ellos, a veces ni se reportan a las autoridades. En el caso de que se gestione la querella, la falta de personal adscrita para vigilar el área no da abasto, por lo que muchos crímenes quedan sin atender, adujeron.

“Yo no vengo aquí después de ciertas horas, porque me cuido. Yo vengo temprano, sé dónde estacionarme (y) me cuido”, puntualizó Cantres.

Los reclamos, sin embargo, no se quedan en el casco urbano. Así lo confirmaron Marisabel Pérez Morales y Elba Iris Portalatín, vecinas de la urbanización Santa Rita.

Y es que en las calles de su comunidad no hay alumbrado ni rótulos para regir el tránsito, mientras que detrás de sus casas hay un terreno baldío descuidado que, por años, ha acumulado escombros, creando un ecosistema ideal para el criadero de mosquitos y escondite para malhechores.

Rodeado de una verja de metal, el pastizal y un pequeño riachuelo están hacinados de varios troncos de árboles -colmados de comején- bambúes, basura y hojas.

Precisamente por la falta de la limpieza es que las casas en yuxtaposición al área se inundan frecuentemente, especialmente cuando ocurrieron las tormentas súbitas que afectaron comunidades de San Juan y pueblos cercanos a principios de febrero.

Pérez Morales resaltó que continuamente ha solicitado la limpieza del lugar, pero sus peticiones han rendido pocos frutos. Es gracias al vecino Edwin Ortiz, quien voluntariamente limpia el área -en ocasiones hasta con machete- que se logra un cierto grado de limpieza.

“Yo llevo más de 30 años viviendo aquí y vinieron una vez con una máquina y limpiaron. Pero, jamás y nunca (lo han vuelto a hacer)”, dijo el septuagenario que sufre de diabetes, padeció recientemente de un derrame cerebral y tuvo en el pasado un infarto.

Pese a lo que enfrentan, los riopedrenses apuestan a que verán el área renacer nuevamente. Es por esto que residentes como González, quien es presidenta de la Junta Comunitaria del Casco Urbano de Río Piedras, se mantienen en el área y trabajan para ver ese futuro próspero que tanto visualizan.

“Uno no recibe ninguna remuneración, solamente la satisfacción que estás ayudando al prójimo y tratando de construir un sitio seguro en que podamos coexistir en un mundo de calidad de vida”, expresó González, quien se autodenomina como “líder comunitaria de nacimiento” y es presidenta por los pasados ocho meses.

La Ley Especial para la Rehabilitación de Río Piedras ordena a que la Junta haga cumplir el Plan de Desarrollo Integral y Rehabilitación. Por ende, mediante sus comités y entidades como el Fideicomiso para el Desarrollo de Río Piedras, entre otros, canaliza cómo materializar la revitalización de la zona.

“(Las organizaciones comunitarias) hacen algo positivo, pero si el Gobierno -que es el del dinero- no pone el énfasis, puede haber las entidades que haya y, ‘maybe’, eso sirve un mes. Después de un mes, ¿qué? ¿De qué vale que nosotros aportemos un granito (de arena) si el Gobierno es el de las masas que puede mantenerlo?”, cuestionó Carasquillo.

“Yo lo que le pediría (al alcalde) es más humanidad para nosotros, los riopedrenses. Que tenga más humanidad, que tenga más sensibilidad, que, aunque se le haga difícil, se acuerde, antes de acostarse a dormir y (antes) de llevarse un plato de comida a la boca, que piense en todas las personas que lo necesitan. Si no que se retire”, acotó.