Las bicicletas, las motoras y los caballos se han convertido en un método alterno de transporte para muchos puertorriqueños que buscan la forma de seguir adelante debido a las dificultades para adquirir gasolina tras el paso destructivo del huracán María por la Isla.

Este es el caso de Yanieliz Vega y Katherine Marín, vecinas del residencial Manuel A. Pérez, en San Juan, quienes llevan días haciendo gestiones con la ayuda de las bicicletas, un método de transporte que no usaban ni para esparcimiento.

“Le pedí la bicicleta al vecino y me la prestó. Él la usaba para trabajar y me dijo: ‘Si es pa’eso, pues vayan’”, comentó a este medio Vega, de 16 años de edad, desde la avenida de Diego en Santurce, a donde llegó procedente del residencial, lo que queda a unas 3,9 millas caminando. 

Marín, de 22 años, agregó que la bicicleta de ella es de su madre, y “estaba guardada cogiendo polvo y sereno y la sacamos. Pues vámonos en bicicleta porque no tenemos más opción”.

Según Vega, desde que inició la emergencia no habían llegado tan lejos, y es que en esta ocasión tenían que hacer una gestión en el Centro Gubernamental Minillas en Santurce. 

“Es la primera vez que llegamos tan lejos. Estamos exhausta, pero llegamos, gracias a Dios llegamos”, destacó Vega. 

Y el asunto tiene sus retos: el “sol bestial”, la “sed que nos da”, los carros “que están desesperados” y los gritos de ¡Cuidado! ¡Párese! que tienen que pegarse una a la otra para procurar estar seguras en medio de tanto carro. Pero algo sí tiene bueno este asunto, la bicicleta les ayuda a “mantener la figura”, dice Marín con una sonrisa mientras se pasa la mano por la cintura; además, no cogen tapón ni gastan en gasolina. 

Ambas se levantan a las 6:00 a.m. a hacer las diligencias que incluyen hacer la compra o gestiones como las relacionadas con el programa WIC, buscar hielo y dinero, y resolver situaciones diarias particulares. “Nosotras hacemos de todo antes que acabe el día. Todo a las millas para antes que anochezca. Después que anochezca uno no puede salir pa’ ningún lado (por la oscuridad)”, precisó Marín, madre de un niño de dos años.

Antes no la usaban por “vagancia”, admitió Marín, o porque alguien les daba pon, ya que ninguna de las dos tiene vehículo familiar. “Nos ayudaban con un vehículo y pues nos montábamos rápido en un vehículo. Pero ahora que no podemos porque todo el mundo está ocupao, porque todo el mundo tiene dificultades, pues cogemos las bicicletas y nos ha ido bien”, mencionó Vega.

Y a pesar de los contratiempos que a diario enfrentan los puertorriqueños a causa de los daños causados por el feroz fenómeno atmosférico a la infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones de la Isla, Vega ofreció el siguiente consejo: “No se rindan nunca. Todo tiene una solución. Y seguir hacia adelante. Nada nos va a detener. A nadie. Hay que seguir. Buscar lo que necesite. Lo que le hace falta a su familia. Todo tiene una solución. Y Dios provee”.

EN BICICLETA Y A CABALLO 

En Barranquitas, el caballo fue uno de los medios de transporte alterno utilizado además de las bicicletas, las motoras y los vehículos todo terreno tras el paso del huracán, dijo a este medio la enfermera Gloriann Cruz desde la avenida de Diego. 

La vecina de este pueblo dijo que tras el huracán aumentó en Barranquitas el uso dado a estos medios de transporte debido a caminos obstruidos y la dificultad para acceder a gasolina, asunto que dice es más agudo que en el área metropolitana donde las filas largas por este líquido han sido una constante durante las pasadas dos semanas.

“Han sabido manejar la situación en cuanto a poderse movilizar con otros métodos que no sean los autos. Y la ayuda allá entre vecinos ha sido… Si yo tengo una bicicleta pues yo voy al colmado primero, después vas tú, y el otro… La sobrevivencia en el campo es la orden del día”, expuso Cruz. 

UN TRANSPORTE USUAL 

En el caso de Jorge Flores y Herman Colberg, la bicicleta no les es ajena durante estos días porque antes de María la usaban para ir a sus oficinas en Hato Rey, donde trabajan como abogados. 

Flores, quien es ciclista, utiliza este método de transporte para ir al trabajo, el correo, el banco o el supermercado. Dice que solía combinar la bicicleta con el Tren Urbano para llegar a la oficina, pero ahora la ha usado sin esa conexión ya que no está en funciones por la falta de electricidad; su ruta va desde Guaynabo hasta Hato Rey. 

Para manejar el asunto de las condiciones del tiempo, Flores utiliza un bulto impermeable para colocar las cosas que compra, las cartas y los documentos. “La diferencia es brutal. No buscas parking. La gente se me queda mirando (por lo rápido que termina las gestiones)”, compartió.

También usa ropa impermeable, ya que se seca rápido si llega a mojarse, o lleva una mudita de ropa.  

De igual forma, Colberg dice que mientras no tenga que buscar a sus hijos, usa la bicicleta para llegar al trabajo. Su ruta inicia en Condado y termina en Hato Rey, lo que significa dos millas y media o unos 12 minutos. “Siempre sudas, pero no llegas empapado”, expuso Colberg que la usa anualmente al menos durante el periodo de invierno en la Isla. 

“Es un método alterno, pero la uso a veces como medio principal para ir al trabajo en los inviernos”, dijo.

Luego del huracán, recordó, la usó para visitar a su familia.