Mar que come lo que tenga de frente
Experto oceanógrafo alerta a respetar las zonas costeras y cambiar el modelo de construcción.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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El huracán María ha dejado al descubierto el impacto de los fuertes vientos, oleajes y marejadas ciclónicas sobre los cimientos de edificios y residencias que están a lo largo de las costas.
El oceanógrafo físico Aurelio Mercado sostuvo que el aumento acelerado en el nivel del mar con la consecuente erosión a través de la Isla provoca que cada día se acerque más el oleaje a estas estructuras.
Tras el paso del ciclón el experto visitó algunos municipios donde vio estructuras agrietadas luego que el embate del mar socavara sus cimientos.
“El caso más dramático de estructura agrietada es en Rincón”, confesó al indicar que “hace años hay estructuras del tamaño de una casa de urbanización que han caído al mar, pero ahora estamos hablando de condominios de muchos pisos. Hay uno que está roto en dos partes; la parte que da hacia el mar, al mar socavarle los cimientos… se agrietó y se separó del resto del condominio”.
Mencionó que allí, unos tres o cuatro condominios “están en el aire y no se han caído al mar porque están soportados por pilotes. No tienen tierra ni nada debajo”.
Sin embargo, a juicio del investigador, el lugar donde más fuerte “se tienen que haber sentido los vientos que venían del mar y la marea ciclónica (con el paso de María) fue en la comunidad de Punta Santiago en Humacao”.
“Quedó destruida, ellos se inundaron por el mar. La marea ciclónica penetró hasta que llegó a la parte de atrás de la comunidad en donde el Cuerpo de Ingenieros hace años construyó un dique de tierra para protegerlos del río que pasa por detrás. La marea ciclónica llegó hasta allí y se ataponó y no permitió que el mar siguiera su penetración y cubrió toda la comunidad”, sostuvo el también profesor de Ciencias Marinas del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.
En esta área, unos vecinos sobrevivieron porque usaron los muebles que flotaban como salvavidas.
Otros le dijeron a Mercado que a ellos no los mandaron a desalojar “porque allí nunca se había inundado”.
Aun el educador desconoce las elevaciones oficiales de las marejadas porque es el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) el que tiene que dar los datos.
Sí dijo que, tras constatar la marca que dejó la inundación dentro de algunas residencias, el estimado podría ser de unos nueve pies.
Otro de los lugares visitados por Mercado fue playa Cortada, en Santa Isabel, “donde los vientos, la marea ciclónica y el oleaje hicieron estragos. Eso da pena. La primera hilera de residencias sufrió daños grandes”.
Allí se construyó cuando la orilla estaba a unos 20 o 30 metros mar afuera, pero como se ha ido reduciendo, ya hay casas metidas en el mar. “El mar subió tanto que la presión arrancó una ventana ‘miami’ de una residencia”, ejemplificó.
En cuanto a playa Pastillo, también en este pueblo, el paseo tablado se fue con María y se inundaron los negocios de mariscos que dan al mar.
El oceanógrafo físico llegó también hasta Palmas del Mar, en Humacao, donde el problema de erosión es constante, y vio una estructura -que está más al norte- que si no se trabaja con ella, “en cuestión de 15 a 20 años va a estar sufriendo el embate del mar directamente”.
Para el paso del ciclón los vecinos pusieron a lo largo de toda la costa “unas bolsas de tela enormes que las llenas… de un material que se endurece cuando se moja, y cuando llegó el huracán los protegió un poco”.
En cuanto a Mayagüez, mencionó que en El Maní “tres o cuatro estructuras de concreto sufrieron daños porque el agua les socavó los cimientos y las estructuras se recostaron”. También vio un vehículo enterrado en la arena, salvo por el baúl.
Mientras, en Aguada Mercado apreció el efecto de construir dentro de las servidumbres de vigilancia y naufragio. Explicó que aunque hoy día está prohibido, del 2000 al 2008 la Junta de Planificación, bajo la sección 85.07 del Reglamento 4, permitió desarrollos en esas áreas.
“Mucha gente construyó… y a través de los años el oleaje le ha ido comiendo las servidumbres. Ahora están pagando las consecuencias porque el mar se le está acercando”.
Otro de los municipios en los que se ve el efecto de construir en la misma orilla es Santa Isabel, donde en bahía de Jauca “el oleaje se comió un canto de concreto por aquí, otro de madera por acá…”.
De igual forma, en Isabela, “donde por años permitieron extraer arena de las dunas… se dejaron hoyos en la playa y en algunos casos los rellenaron con tierra, formándose un fangal cuando llueve”.
Además, ahí “la JP y ARPE (Administración de Reglamentos y Permisos) permitieron mansiones en el tope de las dunas gigantescas, cuando aun la orilla estaba bien alejada, pero según pasan los años la orilla se va moviendo mar adentro y el oleaje ha empezado a erosionar la base de la duna…” poniendo en peligro las casas.
En Joyuda, Cabo Rojo, donde el viento también hizo daño, muchos de los restaurantes que tenían una plataforma de madera, con pilotes en el mar, “desaparecieron”.
Precisamente, frente a la playa de Joyuda está el cayo Ratones “que está desapareciendo poco a poco”, dijo Mercado al agregar que otra que se esfumará entre 10 a 15 años será Palominito, a cuatro kilómetros al este de Fajardo, y que lleva muchos años desapareciendo “poco a poco debido al aumento en el nivel del mar”.
El investigador aceptó que la situación de inundaciones costeras se va a poner peor, porque el nivel del mar sigue subiendo provocando que el agua también se meta “por debajo de la superficie de la tierra. Esto, a su vez, empuja el nivel freático (distancia a la que se encuentra el agua desde la superficie del terreno”.
“Esos son problemas que ya están viendo en muchos lugares… Eso ya está ocurriendo por Punta Las Marías (en San Juan), que usted escarba un poquito y se encuentra con agua; entonces se dañan las carreteras, los cimientos de las casas, tuberías y cablerías eléctricas”, alertó.
El llamado del experto al Gobierno es que no permita “la reconstrucción de la misma manera que estaba antes, dentro de la zona marítimo-terrestre, en áreas altamente expuestas al oleaje, porque se va repetir lo mismo”.
En cuanto a las costas que quedan en la Isla y que no han sido desarrolladas (que podrían ser la mitad), Mercado sugirió “desarrollar una franja de separación… donde no se pueda construir o si se construye que sea en pilotes para que el mar le pase por debajo”.