Los boricuas se botan inventándose nombres
La "creatividad" de muchos padres y madres obligan a sus hijos a deletrear sus nombres por el resto de sus vidas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
PUBLICIDAD
Crishainelys, Abellemarie, Daisyanette y otros estrambóticos nombres propios, muchos inventados, modificados sobre la marcha o transcritos literalmente del inglés, se imponen cada vez más en Puerto Rico, donde parecen haber desplazado a clásicos en su día como María o José.
Sol de Borinquen, Gualberto, Yaritzi, Yamilka, Gingger, Noralis, Libni, Lymarie, Yaminet, Widalys, Haimie, Miredys, Naddya, Lizmarie, Adilen, Yumarie o Yussef, Chaidelys, Angienel o Noelismar son todos nombres que se pueden encontrar en esta isla.
El puertorriqueño Manuel Martínez Nazario se ha dedicado a estudiar esta tendencia y ha creado un "diccionario" de nombres de pila creados en Puerto Rico, con más de dos mil curiosas entradas a las que intenta dar una explicación etimológica.
Todo comenzó, según explicó a Efe, mientras trabajaba en la sección de préstamos interbibliotecarios en la Universidad de Puerto Rico (UPR), en el recinto (campus) de San Juan.
"Con los años me había ido dando cuenta de que me topaba con nombres que cualquier podría catalogar de raros, absurdos o incluso ridículos. Yo prefiero decir que son diferentes", explica este bibliotecario de 45 años, de los que 23 ha dedicado a la biblioteca de la UPR.
Entre los más curiosos que se pueden encontrar en los 2,156 nombres que integran su diccionario de 144 páginas figura por ejemplo Crishainelys, que al parecer es una mezcla de Christian y Shaira, al tiempo que Abellemarie es la combinación de Abelardo y María, y Daisyanette es la contracción de Daisy y Annette.
Otra técnica que se observa entre los puertorriqueños a la hora de formar nombres es la de recurrir a una paragoge (adición de alguna letra al final de la palabra), como Laudi, un nombre puertorriqueño que procede de laúd.
Algo parecido ocurre con Cochranlee, que al parecer es la aglutinación del apellido Cochran y del nombre de pila Lee y con muchos otros nombres que pueblan el panorama antroponímico de todos los rincones de la isla y que sorprenden por su originalidad a cualquier extraño.
El estudioso reconoce que estos nombres se encuentran a menudo en familias de pocos recursos económicos, pero insiste en aclarar que se trata de una tendencia cada vez más extendida, que no se circunscribe sólo a determinados niveles sociales.
"La gente simplemente se cansó de llamar a sus hijos María o José. Lo encuentran monótono. Dicen: ese nombre está gastao (usado). Cada vez más están buscando nombres diferentes, únicos", explica Martínez.
Después de buscar los nombres más extraños posible y seleccionar cuatro mil de ellos para estudiar cómo se formaron, se da la curiosa circunstancia que sólo quince de ellos eran nombres masculinos.
Martínez se reconoce incapaz de explicar por qué los padres boricuas son tremendamente más creativos con los nombres de sus hijas que con los de sus hijos.
Otra particularidad es que hay muchos nombres que tradicionalmente han sido para hombres y que cada vez se ponen más a mujeres, como Merari y Nahir, así como topónimos que se popularizan como nombres propios (un ejemplo incluido en diccionario es el de Varsovia, la capital polaca, o Urda, una población española).
Tampoco podía faltar Coquí, el nombre onomatopéyico que reciben unas pequeñas ranas autóctonas de Puerto Rico, que se encuentran en peligro de extinción y que se han convertido en toda una seña de identidad de la isla caribeña.
"Las personas no escogen los nombres por su significado. Nosotros respondemos más al criterio eufónico, que se escuche bonito", explica Martínez, que destaca que, "a diferencia de algunos países en Latinoamérica", nunca ha sabido de alguien que tenga nombres peyorativos o de mal gusto, como Clítoris o Peptobismol.
Otros interesantes nombres que están surgiendo en los últimos años en Puerto Rico son los de inspiración ruso, como Manueleshka; con influencias indígenas como Nanishi y Capcí, al igual que Shakira, que es un nombre de origen árabe que significa agradecida y que la conocida cantante colombiana a ayudado a popularizar enormemente.
Un truco también cada vez más habitual para formar nombres es el de deletrear al revés otros más conocidos, como Aryam, que es Mayra al revés; Nivlek (Kelvin) o Nemrac (Carmen).
Con todas estas creativas técnicas, lo cierto es que en esta isla existe una enorme variedad de nombres que incluyen también algunos tan variados como Guevnex, Damgizel, Marializ, Chaidelys, Heraclio o Birla.