Si usted es de las personas que tiene la necesidad de estar conectada al celular o al televisor más de tres horas diarias para saber qué ocurre en ese “reality show” que tanto le gusta y, a eso le suma, que se está viendo afectada su alimentación, horas de sueño y tiempo que le dedica al trabajo y a la familia... deténgase y baje revoluciones porque el programa de entretenimiento pudiera estar causándole ansiedad.

Así lo advirtió la doctora Monserrate Allende, coordinadora de la línea PAS de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), un servicio que está disponible 24 horas del día -los 365 días del año- como sesión de desahogo, consejería en crisis, apoyo emocional y cernimiento preliminar a nivel psicosocial, psiquiátrico y psicológico.

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“Los puertorriqueños somos bien solidarios con los artistas y deportistas. Y ver estas series -como ocurre en otros eventos- despierta ese sentimiento. No podemos decir que los ‘reality shows’ tienen connotaciones negativas porque son un entretenimiento para el público. Pero puede haber ciertos riesgos en algunas personas que pierden el control de sus tareas y responsabilidades por estar viendo el ‘show’. Por ejemplo, cuando se pierde la noción del tiempo transcurrido que se le dedica al ‘show’ -al punto de dejar de comer, disminuir horas de sueño, abandonar responsabilidades en el trabajo o con la familia e, incluso, alteración de emociones con cambios de humor negativos- pues, ahí, hay que detenerse y buscar ayuda profesional”, acotó Allende.

Explicó que si el escenario anterior ocurre -y se determinan conductas “estresantes y compulsivas”- pudiera estar ocurriendo que la persona está “mezclando problemas y ya traía una fragilidad emocional y se detonaron al ver el ‘reality show’”.

Actualmente, en Puerto Rico causa furor colectivo el programa La Casa de Los Famosos (Telemundo), donde participan las puertorriqueñas María del Pilar Rivera (Maripily) y Patricia Corcino. El “reality show” es una competencia de convivencia, en la que los “habitantes” de la casa subsisten bajo un mismo techo por cuatro meses en un ambiente lleno de intrigas, desafíos emocionales, rencores y reconciliaciones. Semanalmente, los participantes se nominan entre sí para intentar sacar a uno de los habitantes. En cambio, es el público el que decide mediante votos, quién deberá abandonar la competencia semana tras semana. El ganador del “reality” gana un premio de $200,000. El año pasado la triunfadora del evento -que da la oportunidad de ver a los participantes 24 horas al día a través de cámaras dispersas en la casa- fue la boricua y ex Miss Universe Puerto Rico, Madison Anderson Berríos.

“Pero, repito, la mayoría de estos seguidores ven estos programas para pasarla bien. Son personas que se identifican con esos artistas, los conocen mejor a través de ese efecto de realidad y simpatizan o identifican con sus luchas y triunfos. Y eso no está mal porque a muchas personas hasta los saca de su rutina y lo ven como un pasatiempo. Una vez culmina el espectáculo, vuelven a sus quehaceres diarios y su normalidad”, acentuó.

Insistió en que la situación levanta un “red flag” cuando se distorsiona la realidad con el espectáculo. “Si se convierte en adicción hay un problema porque la adicción es una enfermedad psicoemocional que crea dependencia y la persona tiene dificultad de controlar esa conducta. La persona intenta reducir, por ejemplo, el tiempo que le dedica a ver el show, pero no tiene éxito. Y es importante aclarar que cualquier conducta puede convertirse en un patrón adictivo cuando se pierde el control. Ahí es que vienen los problemas en las tareas de la casa, de la escuela, el trabajo, en las relaciones de pareja o familia”, agregó la especialista en conducta humana.

Resaltó que cuando el ser humano experimenta algo que lo motiva el cerebro libera dopamina, una sustancia química asociada al placer. “Es una sustancia que brinda esa capacidad de experimentar emociones”, dijo.

¿Qué hacer si se identifica un “red flag” asociado a la atracción por un reality show?, se le preguntó.

“Es importante buscar ayuda. Pueden llamar a la línea PAS, 24 horas al día, todos los días de la semana y allí un consejero, trabajador social, psicólogo lo ayudará a desahogar sus emociones... a ventilar y a trabajar esa ansiedad o estrés de manera adecuada”, explicó al detallar que la línea telefónica y gratuita es a través del 1-800-981-0023 o marcando el 988. Aclaró que, al momento, la línea PAS no ha recibido llamadas de personas identificando algún programa de televisión como detonante de un episodio de ansiedad.

Entre las medidas inmediatas para atender la situación se destaca reducir las horas de conexión a las redes sociales o la televisión. “Lo idea es no pasar de cuatro horas diarias. Poner una alarma ayudaría a mantener ese control”, acotó la experta.

“El profesional hará un cernimiento completo del cliente para determinar un mapa de la condición y cuáles fueron los detonantes que llevaron a esa fragilidad y a ese refugio en el show. Luego el clínico hará un plan de intervención de acuerdo a la necesidad de la persona. Es importante resaltar que el problema no es el ‘reality’, sino los detonantes que llevaron a esa obsesión compulsiva que puso en descuido y riesgo la vida diaria y responsabilidades del cliente”, manifestó Allende.