“¡Llegué!”
La columnista Alexandra Fuentes escribe sobre esos momentos “trágame tierra”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Trayectorias como la de Gladys Rodríguez, nuestra primerísima actriz, generan un repertorio amplio y diverso de historias y anécdotas que pudieran ser suficiente para grabar una temporada completa de “Alexandra de noche”.
Durante su visita al programa quise conocer alguna historia simpática de esas que nos dejan “en shock” por no ser parte de algún libreto y que por la misma razón nunca se olvidan.
Cuenta Gladys que ese día llegó temprano al Teatro Tapia, llena de motetes para comenzar el ensayo de una importante obra. Entró al teatro por la parte de atrás y al escuchar las voces que venían del escenario pensó que sus compañeros habían comenzado a ensayar sin ella. Por lo tanto quiso darles una sorpresa, movió el telón y brincó de repente al escenario gritando a los cuatro vientos “¡Llegué!”. Vestida y peinada como para ir a hacer compra, quedó Gladys petrificada cuando vio en escena a Johanna Rosaly clavándole los ojos y a todo un elenco vestido de época en plena realización de una función de otra obra.
Había confundido el horario de ensayo; frente a ellos, un público en silencio con la boca abierta. Toda sonrojada la veterana actriz, pidió excusas y como entró así mismo salió; dio reversa con la mayor naturalidad posible, no sin antes dejar inmortalizado aquel “¡Llegué!” que hoy recuerda con mucha simpatía.
En una situación como esa poco podemos hacer; dejar que el momento pase y tratar que nos afecte lo menos posible. Esas cosas pasan.
Carlos Esteban Fonseca, por su parte, me contó sobre su aparatosa caída en escena haciendo la obra Edipo Rey al perder de perspectiva el tamaño del escenario. Mientras permanecía adolorido en el suelo, la gente murmuraba sobre lo real que pareció su caída. Se levantó y como pudo terminó la escena, recibiendo la ovación de todo el público.
Al igual que los compañeros, he vivido en carne propia todo tipo de contratiempos. El último fue una caída en el set junto al querido Colibrí, quien no pudo mantener el balance sobre unos tacos de mujer que utilizaba como parte de un paso de comedia. He confundido nombres, se me ha trabado la lengua, he roto zapatos, medias pantyhose... entre otros.
Estos “trágame tierra” son más frecuentes de lo que uno quisiera. Debemos por lo tanto prepararnos para manejarlos de la mejor forma posible.
En la vida surgen imprevistos todos los días, momentos embarazosos en el trabajo, el colmado, en una fiesta familiar. Las cosas que no podemos evitar, que simplemente surgen, no deben ocupar nuestro tiempo ni afectarnos el ánimo.
La vida es una función en vivo donde las sorpresas y los imprevistos ocurren con frecuencia. Debemos prepararnos bien y planificar para que sean los menos posibles, pero cuando sean inevitables, hacer como Gladys sobre el escenario, dar nuestra mejor cara y ¡seguir pa’ alante!