Llega leche fresca a la montaña
Repartidor de Tres Monjitas no veía el día en que pudiera tirarse a la calle a aplacar un poco esa necesidad.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Pasaban los días y los abastos de comida, como tantas otras cosas, comenzaban a escasear en un Puerto Rico transfigurado el pasado miércoles, 20 de septiembre por el azote del huracán María.
En Cidra, pueblo que quedó incomunicado, el repartidor de la empresa Tres Monjitas José L. Ortiz Rivera no veía el día en que pudiera tirarse a la calle a aplacar un poco esa necesidad. Tan pronto se abrió algo de camino bajó de la montaña en su vehículo privado y llegó hasta la sede central de la empresa, en Hato Rey. Allí, surtió su camión y salió como tantas otras veces a serpentear carreteras, calles y caminos. Ya era sábado.
“Fui, pero estaban las condiciones un poco malitas. Hubo varios negocios que consumieron, pero la gran mayoría estuvo cerrado. Llevé a grandes cadenas como Econo en Cayey, porque en Cidra no había paso todavía”, relató el hombre, que heredó el oficio de su padre.
Ortiz Rivera regresó a casa inconforme, ansioso. “Dar el servicio para el campo es necesario porque está bastante afectado. Necesitamos que por lo menos los suministros de primera necesidad lleguen a nuestros campos y a nuestro pueblo. La prioridad es que abran brecha para que los camiones y los suministros puedan llegar a su destino. (Para esta zona) Las vías públicas están bastante transitables si abren brecha, lo que hay son palos y bambúas, postes, no hay tanto deslizamiento y pueden abrir brecha para que los suministros como gasolina, diesel, hielo y los artículos de primera necesidad puedan llegar a su destino para que el pueblo no pase necesidades”, dijo.
Por eso, aunque el día siguiente era domingo, tradicionalmente día de descanso, volvió a salir de su casa temprano, pero esa vez decidido a abrir camino si era necesario y con machete en mano. Regresó a Hato Rey y de vuelta tras el volante del camión, emprendió viaje.
“En la carretera 173 de Cidra hacia Aibonito fue bastante duro porque estaban todas las bambúas, palos, postes (caídos), los camiones no podían pasar”, describió Ortiz Rivera.
Testigos relataron que luego de adelantar varios pies, el “lechero” descendía del camión, cortaba -incluso trepándose en lo alto del vehículo- y volvía a conducir varios pies más, repitiendo el ejercicio una y otra vez. Observando su extraordinaria faena, otros conductores se le unieron hasta lograr que el camión llegara a su primer destino en el punto más alto de la PR-173, donde este medio lo encontró.
“La ciudadanía me ayudó a limpiar, a tumbar las bambúas. Yo tenía machete nada más, los demás trajeron sus manos y ganas de echar pa’lante”, agradeció el padre de dos, incluído Amdriel José Ortiz Ramos, su primogénito, quien es integrante de la agrupación Los Bravitos de la Plena.