Utuado.– Dice el dicho que a mal tiempo, buena cara. Así es como a alguna gente no la detiene ni vientos fuertes, ni lluvias, ni árboles caídos, y menos cuando la fuerza detrás de su empeño es una pasión amorosa.

Así le pasó a Luis Díaz, quien en la mañana de este viernes avanzaba, literalmente paso a paso y con machete en mano, por una carretera rural de Utuado ataponada de árboles caídos por todas partes a consecuencia de los vientos de la tormenta tropical Erika. 

La meta del joven del barrio Viví Arriba era llegar a casa de su novia, en el barrio Cuchillas. Una y otra vez tenía que bajarse de su carrito, y comenzaba a cortar ramas de árboles y troncos de bambú. 

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“Al menos ya le hablé por teléfono. Le dije que iba pa’ allá arriba”, dijo Díaz sonriendo, a pesar del esfuerzo que acababa de realizar cortando un túnel entre un monte de bambú que hacía desaparecer por completo la vía. 

“Ya a eso de las 3:00 de la mañana hubo unos vientos de respeto en casa. El mangó me arrancó los cables de la luz, con contador y todo. Ahora mismo estamos sin luz”, dijo alegre Díaz. 

“Y el viento me rompió la jaula de los caballos. Pero ya los animales están bien”, continuó el joven, poniendo la vista loma abajo donde le esperaba otra montaña de árboles caídos.

“Ahora después es a limpiar y arreglarlo todo”.

La zona de Utuado, al igual que los cercanos municipios de Jayuya, Adjuntas, Ciales y Lares, fue castigada en la mañana del viernes por fuertes ráfagas de viento y duros aguaceros que se sucedían de forma intermitente. 

Ese vendaval había provocado daños en algunas viviendas y la caída de muchos árboles y cables eléctricos. Según la oficina regional de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (Aemead), afortunadamente solo había reportado el caso de una persona con heridas leves al manipular un árbol caído. Sin embargo, en la mañana -que fue el período más agitado- habían atendido más de 30 querellas, incluyendo los casos de una decena de viviendas afectadas, una de las cuales quedó destrozada por un incendio.

La zona de Viví Arriba, por donde se movía Díaz, era apenas una donde las carreteras estaban intransitables y las brigadas de manejo de emergencia estatal y municipal, así como de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) trabajaban arduamente para reabrir, contando en muchas zonas con la ayuda de vecinos del lugar, y los eventuales intrépidos enamorados como Díaz.

“Aquí estamos acostumbrados a esto. Ya uno sabe. Cuando viene la tormenta es a amolar el machete y vámonos”, aseguró Díaz antes de comenzar otro duelo de machete contra un enjambre de bambú.