Lilí propaga a los 89 años su método de enseñanza en la montaña
La maestra se mantiene activa como maestra para lograr que los niños aprendan a leer y a escribir.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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BARRANQUITAS. A los 89 años, Lilia María Rivera Morales se siente más joven que nunca al mantenerse activa como maestra y, sobre todo, poder impartir en los campos de la Isla el método educativo que ideó para que los niños puedan leer y escribir.
“Me parece que tengo 20, gracias a Dios”, soltó Lilí, como cariñosamente le conocen, mientras ejecutaba en presencia de Primera Hora su labor educativa en la Academia Mirando al Futuro de Barranquitas.
Con más de 30 años de servicio en el Departamento de Educación como maestra, directora escolar y superintendente auxiliar, esta “changa de Naranjito” tiene la motivación necesaria para hacer realidad la misión que ha emprendido tras su jubilación en la década del 90.
“Me siento joven, tengo ganas, me gustan los niños, me gusta enseñar a leer y escribir, gozo cuando los nenes están aprendiendo, lo disfruto. Eso es para mí es la riqueza más grande que hay en este mundo, enseñar a los nenes y ver que ya aprendieron y van a ser útiles a la comunidad”, sentenció.
Lilí es ágil, amigable y jovial. Muy activa en la red social de Facebook, donde suele transmitir sus clases para que otros maestros puedan conocer su exitoso método de enseñanza. Tiene muchos temas de qué hablar, la mayoría ligados a su trayectoria en la educación y a los cuatro años que sirvió de maestra en una escuela militar de República Dominicana. Pero, nada como presenciar la chispa de amor que despliega en el salón de clases o en las evaluaciones individuales que les realiza a los niños a los que enseña a leer y a escribir.
“¡Me ha encantado como tú has mejorado!”, “Perfecto”, ¡Mira qué lindo!”, “Ave María, qué mucho has aprendido. Yo te felicito”, fueron algunos de los halagos que se le escuchó decir a pequeñines entre cinco a 11 años que cursan el taller de verano de lectura y escritura que dirige en la escuelita barranquiteña.
No faltaron los abrazos, los choques de mano, las sonrisas y hasta los niños que prefirieron sentarse en su falda para ganar la confianza necesaria para demostrar que han comenzado a leer.
Su trayectoria
Lilí nació en Naranjito el 5 de marzo de 1932 por comadrona. Tiene tres hijos.
Comenzó la escuela a temprana edad, gracias a que la maestra llegaba desde Bayamón a dar clases en los bajos de una casa.
Relató que decidió ser educadora porque, “cuando mis padres se divorcian, yo voy a vivir con mis cuatro hermanas a casa de la hermana de mi mamá. Mi tía era maestra. Trabajó 44 años y nunca faltó a la escuela, imagínate la imagen de maestra que tuve yo en mi niñez”.
Estudió un año de comercio en la Universidad de Puerto Rico, pero por problemas familiares tuvo que migrar a Estados Unidos.
“Aprendí inglés y cuando regreso estaban cogiendo maestros con cuarto año, con buenas notas, y yo tenía ya universidad… y, entonces, me cogieron. Desde entonces, empecé hasta el sol de hoy, desde el 1956, cuando llegó Santa Clara, hasta el sol de hoy”, rememoró.
Lilí comenzó como maestra de inglés en la escuela superior de Naranjito.
“Pasaba trabajo, porque los muchachos no sabían español y tenían que conocer los dos (idiomas) para poderse graduar. Pues, yo tenía que estar con ambas cosas. Entonces, yo dije: ‘Me voy a aventurar para primer grado’ y tuve la suerte que ese año el grupo mío salió arriba”, señaló.
En su segundo año de estar en el primer grado, comenzó a hacer reuniones sabatinas con las demás maestras naranjiteñas para entregarles las guías de enseñanza que ponía en vigor. Entre estas se destacaba comenzar las clases al que sería su grupo en verano.
“Yo lo que hacía era que en el verano yo iba y aprestaba, (preparaba a los estudiantes en observar y escuchar), que no está pasando en este sistema, y cuando empezaba agosto, yo iniciaba con la cartilla (fonética). Pero, todos estos libros los botaron cuando llegó la fastidiá lectoescritura esa, que ha fastidiado a Puerto Rico y no se dan cuenta”, dijo al comenzar a exponer lo que entiende es el principal fallo en el sistema educativo actual del país.
De hecho, fue cuando se impuso la lectoescritura para la década del 90 que la maestra Rivera Morales decidió retirarse. Aun así, continuó como voluntaria en múltiples escuelas de Naranjito y en República Dominicana.
Previo a la jubilación, para los años 80, Lilí completó su educación universitaria con una maestría en administración y supervisión. Comenzó su labor como directora escolar en Las Virtudes, en el residencial Manuel A. Pérez de San Juan. También dirigió la escuela elemental Adolfo García de Naranjito.
El método ecléctico Lilí
Aunque se acogió al retiro del gobierno, Lilí contó que siempre se mantuvo como voluntaria en escuelas de Naranjito y en la República Dominicana.
Compartió que, “cuando llegó la lectoescritura, que yo vi que íbamos para abajo, en vez de mejorar, me fui molesta. Llego (de República Dominicana) dos días ante de que declararan la pandemia, y estoy aquí, escribí un proyecto para los maestros, papás y estudiantes de Puerto Rico para aprender a leer y escribir con mi método, que nació en el 1973”.
Comentó que su modo de enseñar a leer y a escribir lo ideó de la manera en que enseñaba inglés en sus inicios, un taller que tomó en San Thomas en los 50 de “reading readiness” y lo que aprendía al poner en práctica sus métodos con los propios niños.
Escuchar y observar es una de las claves principales del método ecléctico de enseñanza Lilí. Dijo que para ello hay que preparar a los niños. También usa la fonética, la unidad de lectura, los sonidos de las letras y el dictado.
Tras dar una descripción, pasó a señalar los males que se cometen en la enseñanza hoy en día.
“Lo que pasa es que el método que se está usando en Puerto Rico (de la lectoescritura) no los ayuda a ellos a escuchar y a observar. Dicen que son cuatro artes del lenguaje y yo digo que son cinco. Escuchar, hablar, leer y escribir son las cuatro artes del lenguaje, pero tú que vas a enseñar a leer, tú tienes que decir y observar. Si yo no observo, cómo voy a leer y cómo voy a escribir, pues esa garata la eché yo. Si tú desarrollas esas destrezas a temprana edad, te ganas el mundo. Lo estoy viendo ahora mismo en esa escuelita que estoy”, explicó.
Contó que los rezagos que han tenido los niños a causa del huracán María, los terremotos y la pandemia han agravado la educación en el país. De hecho, mostró cómo niños de hasta 11 años del sistema de educación pública que atiende en el campamento tienen problemas con las pausas y el intercambio de palabras mientras leen. Les recalcaba que tienen que leer según hablan.
Lilí precisó que también percibe una gran falta de vocabulario en los pequeñines.
“Si no enseñas vocabulario, no aclaras los conceptos, no avalúas, los pasan de grado, pero no avaluaron esas destrezas, estamos mal. Hay que cogerlos donde están y tratarlos de llegar al sitio donde tú quieres, de leer con fluidez”, destacó.
Actualmente, Lilí está inmersa en el proyecto educativo de la Academia Mirando al Futuro, en donde se atenderán niños hasta tercer grado y les enseñarán español, inglés y francés. También fue reclutada en Barranquitas por el alcalde Elliot Colón Blanco, en un proyecto en el que se preparan dos cartillas fonéticas para propagar su método de enseñanza en el montañoso pueblo. Estas son labores que la maestra realiza con “pasión” y “amor”, porque enseñar a los niños “es mi meta para la vida”, concluyó.