Librerías luchan para mantenerse con vida
Dueños de librerías se esmeran con el servicio al cliente y estrategias como los pagos a plazos para aliviar el impacto de la recesión
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Entre los negocios que parecen nadar contra la corriente en medio de la crisis fiscal se encuentran las librerías escolares que están recurriendo a diversas estrategias para tratar de sobrevivir.
Pero ni los malabares -que incluyen descuentos en planes de layaway y promociones a través de redes sociales- han podido cuadrar la chequera de la Librería La Parguera, en Fajardo. En este negocio las ventas bajaron un 15% en comparación con el año pasado.
Así lo aseguró Mary Rivera, propietaria del establecimiento que lleva más de dos décadas de servicio.
“Los días sin IVU fueron flojísimos porque todo el mundo se fue para Walmart y eso nos ha dañado el Mercado. Además, la gente está recurriendo a conseguir libro por internet porque los textos salen más baratos. Ahí tienes otro daño. Y para completar muchas escuelas están asignando los textos digitales y esas licencias muchas veces se compran a través del mismo plantel”, indicó.
Rivera agregó que la crisis en ventas inició el año pasado, cuando muchos de los libros que compró a las editoriales se les quedaron en los anaqueles pues las escuelas privadas decidieron cambiarlos para este año. “Y lo que pasa con esos libros es que yo no los puedo devolver porque con las casas editoriales toda venta es final”, explicó.
Ofrecer un descuento a los clientes que hicieran con tiempo sus layaway tampoco le funcionó a Rivera.
“Es que para mayo la gente no tenía dinero. Muchos contaban con el reintegro que, al día de hoy, no les ha llegado”, agregó la comerciante que confía en que la situación mejore la próxima semana con el inicio de clases.
El servicio ayuda
De otra parte, en Humacao School Supply, se han mantenido ha flote pues, además de ser la única librería en la zona, han logrado distinguirse por el buen servicio.
Al menos, así lo asegura el dueño del establecimiento, Wilfredo Rodríguez, quien dijo que el negocio “ha logrado estar dentro de los números normales de venta para la temporada”.
“El flujo de libros se ha mantenido bastante bien. No puedo decirte que haya mermas como tal. Claro, nuestra clave está en el servicio que le damos a nuestros clientes. Eso corre de boca en boca y atrae a nueva clientela”, expresó.
En cambio, aseguró que los textos digitales sí están compitiendo con los textos tradicionales de papel.
“Muchos colegios están haciendo la transición a libros digitales pero no les ha funcionado y han tenido que regresar a los libros. Pero si nos tenemos que reinventar y movernos hacia ese mercado, lo haremos”, dijo.
Clientes cautelosos
Mientras, a la Librería del Sur, el libro digital no le ha traído grandes problemas pero la maltrecha economía le ha obligado a flexibilizar su servicio para tratar de mantener una clientela que es cada vez más cautelosa al momento de comprar.
“Nosotros no hemos hecho muchos ajustes tras la llegada del libro digital porque la realidad es que esa no es una alternativa para todos los estudiantes, y los padres así lo reconocen. De hecho, hemos tenido papás que compran e-books y luego vienen a mitad de semestre a adquirir los libros físicos”, explicó Yvonne Guadalupe, cuya progenitora Edith Negrón lleva 22 años al frente del negocio.
Uno de los aspectos que lleva a los padres a preferir el libro físico, según Guadalupe, es que el e-book obliga a estar más tiempo delante de la pantalla de una tableta o computadora, con los efectos que eso tiene en la visión del estudiante. Además, estos dispositivos electrónicos podrían desviar la atención del alumno si no es supervisado adecuadamente.
Lo que sí ha alterado el proceso de ventas en la Librería del Sur es que los padres están optando con más frecuencia por comprar libros usados, especialmente los de nivel superior, y solamente adquieren nuevos los cuadernos. Además, se tardan más en reunir el dinero necesario para completar la compra, por lo que la alternativa del layaway se ha vuelto imprescindible.
“Este es un negocio pequeño y familiar, y nos hemos mantenido porque le damos más tiempo al layaway. Mientras la persona nos pida que le mantengamos los libros guardados lo hacemos hasta que tenga el dinero para sacarlos. Y también le conseguimos los libros aunque no los tengamos para que no tenga que estar de librería en librería. Buscamos que se queden con nosotros por el servicio”, manifestó Guadalupe.
Guadalupe indicó que los libros nuevos que más venden son los del nivel elemental, y que dotar a un estudiante puede costar de $200 a $400, dependiendo del colegio.
Este año, tienen cerca de 500 contratos de layaway. Las semanas cruciales para saldarlos son esta y la próxima.
Un escenario similar vive la Librería Educativa, en Ponce, que ayer tenía un entra y sale de padres en trámites de última hora.
“Los padres están más cautelosos. Compran libros usados entre ellos y compran aquí, y hacemos muchos layaway porque es la primera opción de los padres”, sostuvo María de Lourdes Maldonado, gerente de la librería.
La Librería del Sur y la Librería Educativa son las únicas que venden textos escolares en Ponce, y sirven a una población que se extiende desde Guayanilla hasta Guayama, incluyendo pueblos del centro.