Villalba.- “Encontré todos los lechones muertos. Había 24 lechones, pesaban entre 70 y 140 libras. Logré salvar dos, pero ésos no duran mucho”.

Así resumió Rodolfo Báez la matanza de 24 cerdos en su finca del barrio Palmarejo de Villalba. Según el porcicultor, el sábado por la mañana fue a buscar un cerdo para matarlo y entregarlo a un cliente. Pero, lo que vio lo dejó perplejo: 24 puercos que tenía ya vendidos estaban muertos y sólo le quedaban cuatro cerditos vivos, los cuales estaban botando espuma por la boca.

“Ésos (los vivos) están sueltos aquí, pero están contaminados. Ésos no se pueden vender ni consumir”, dijo Báez Torres.

Esta familia vive de la crianza de lechones.

“El que hizo esto que lo pague con cárcel o como sea. Nos parece que usaron diazinón (insecticida), a eso le llaman tres pasitos, es el veneno más peligroso. Eso lo usan para fumigar en las fincas, para matar los abayardes e insectos”, agregó el porcicultor con más de 20 años de experiencia.

Rodolfo tuvo que sacar dinero de su bolsillo, comprar varios lechones a otro porcicultor para entregárselos a las personas que ya le habían pagado por adelantado. “Para el día 24 y 31 (de diciembre) ya tenía vendidos los lechones. El sábado tuve que ir a comprar lechones para cumplir con los compromisos que tenía. Fueron $400 que tuve que sacar de mi presupuesto, ahora me faltan los otros que suman unos $1,500”, agregó.

“Yo quiero hacerle la autopsia a un lechón para echar el caso para adelante... El nene mío es quien lava los corrales. Si mi nene llega a tocar a uno de los lechones y luego se metiera la mano en la boca, qué podía ocurrir, ¡imagínate!”, agregó Rodolfo, que pidió ayuda a un veterinario.