Las peripecias de vivir en la ciudad-VÍDEO
Un grupo de jóvenes se apoderó del área metro, donde presenta su talento como forma de ganar dinero.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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De momento, el secundero del reloj se detiene. Ya no hay prisa. El estrés del tapón no importa. Los persistentes bocinazos de los autos no se escuchan y la luz amarilla no es sinónimo de arrancar a toda prisa.
¿Qué está pasando?
La señora del vehículo del lado extiende su cuello para ver lo que sucede. Su niña, desde el asiento posterior, se echa a un lado para salirse por la ventanilla y le pregunta a su mamá: “¿Qué es eso?”.
La interrogante es justificable, más en un país donde estamos acostumbrados a ver en los semáforos a vendedores o deambulantes pidiendo dinero, y donde cada vez más el arte está más ausente de nuestras calles.
Preocupados por el rumbo que estaba tomando el arte y viendo en ello la posibilidad no solo de educar y entretener, sino también de adoptarlo como un modo de generar ingresos económicos, nueve jóvenes se han apoderado de diversos espacios públicos para ofrecer su arte que va desde hacer malabares con pelotas y aros hasta subirse en zancos en medio de la avenida.
Cada acto dura 40 segundos –tiempo que tarda en cambiar el semáforo–, pero se repite una y otra vez en diversos spots del área metropolitana.
“Tú te puedes encontrar de todo en la calle, desde una señora que podría ser tu abuela... hasta el que te vira la cara porque cree que estás mendigando dinero”, expresó Jafet Irizarry, de 31 años y a quien apodan “el abuelo”, pues es el veterano en el arte callejero.
La percepción que podrían tener muchos en las calles de que están pidiendo dinero en las luces –cada vez que extienden su sombrero al culminar el acto– es una con la que han tenido que luchar desde su seno familiar. No es así.
“Realmente, estamos llevando arte espontáneo en la calle y la remuneración económica viene como consecuencia del corazón de las personas”, relató el abuelo.
Hay quienes le dan una peseta, otros le tiran el peso y hay quienes reconocen su arte regalándole una camiseta, agua o una caja de galletas. Pero son los aplausos una de sus mayores alegrías.
“Hay personas que se ponen superfelices, los nenes se quieren salir de los carros, aplauden y realmente se sorprenden porque en medio del estrés de la vida tienen un segundo de risa, de diversión... y el semáforo rojo, que quizás me va a hacer llegar tarde, por un momento se vuelve relajado”, recordó.
Desde afuera, parecería sencillo su trabajo, pero es una jornada que se repite día a día bajo un intenso sol. En los días buenos ganan más de $5 la hora cada uno. Las ganancias, sin embargo, incrementan cuando utilizan máscaras o añaden otros trucos a su performance.
“Es una forma alternativa de hacer dinero... es una manera también de revivir un arte antiguo que ha ido muerto”, dijo Jimena Lloreda.
En ocasiones, en un mes pueden generar hasta $1,000, monto que se divide entre los nueve. Independientemente, cada uno también vende su talento que puede ser a través de funciones de títeres o utilizando la calle como editorial o librería. “Pero siempre es más que suficiente para vivir, contrario a antes que siempre carecíamos. Nunca nos falta, siempre hay comida”, indicó Jean Michael Vissepó al destacar que contrario a lo que la gente puede pensar, cada uno tiene preparación académica.
Efraín del Hierro tiene una visión similar. Para él, al igual que sus compañeros, este es su único ingreso para vivir. “Cada día que nosotros venimos aquí nos damos cuenta de qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo”, sostuvo.
¿Cuál es su visión para el futuro?
Yo quería cambiar el mundo y creo que ya lo estamos cambiando.