Aunque transita por el área diariamente, César Flores, un guardia penal retirado después de 23 años de servicio en el Departamento de Corrección, baja la mirada cuando se acerca a Oso Blanco.

Según cuenta, lo hace porque al observar la estructura- parcialmente demolida por el Gobierno- le llegan un sin número de recuerdos. Siente nostalgia, y confiesa que algunos de los sucesos que ocurrieron allí están tan presentes en su mente, que todavía le provocan pesadillas.

Durante los 19 años que Flores –como afirma que lo conocen en todas las instituciones- laboró en la antigua Penitenciaría Estatal en Río Piedras, sobrevivió varias revueltas y motines. Con el paso del tiempo, aprendió la importancia de respetar y ayudar a los presos independientemente de las razones por las cuales eran ingresados. Además, forjó amistades con otros guardias penales que todavía conserva. Por eso, hoy no titubea al afirmar, que Oso Blanco es su hogar.

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"Los primeros meses que me pensioné yo sentía que el techo se me caía encima. Yo me levantaba en la mañana, me bañaba y vestía para irme a trabajar. Mi esposa me paraba cuando llegaba a la puerta. Ya yo estaba retirado, pero todavía no lo había asimilado", explicó.

Cuando Oso Blanco cerró sus puertas, el entonces secretario de Corrección Miguel Pereira le pidió que habilitara un área de la cárcel como museo. Allí, se encargó de recibir a decenas de estudiantes de todas partes de la Isla que durante las visitas aprendían la importancia histórica de la penitenciaría.  Durante el recorrido, Flores les mostraba los uniformes originales que usaban los confinados y los guardias penales. 

Según Flores, los recorridos en la prisión se convirtieron en un gran mecanismo de enseñanza y prevención para los estudiantes. Por esta labor, a mediados del 2007, Flores fue reconocido por el Departamento de Corrección como historiador del sistema correccional del país convirtiéndose en el único guardia penal en recibir dicha distinción. 

Tanto Flores como el también guardia penal, José Rodríguez, ven en la estructura grandes posibilidades.  Sostienen que Oso Blanco es mucho más que un "simple cajón". Por ello, apuestan a su conservación pues alegan que una corta estadía en una de las celdas de la institución, es capaz de transformar las actitudes más severas en algunos de los jóvenes del País.

Para ambos, esas 85 cuerdas de terreno son mucho más que concreto armado, representan la posibilidad de erradicar un terrible mal social. "La realidad es que si estaba mal construído el arquitecto que lo hizo... tiene que enseñarles a los de hoy en día", opinó Flores. "La cárcel de Bayamón, la 308 estaba peor que la Penitenciaría Estatal", agregó.

La primera fase de la demolición de la antigua penitenciaría estatal de Río Piedras -conocida popularmente como Oso Blanco- arrancó el 31 de marzo. Desde entonces, sectores que favorecían la conservación de la estructura como parte del Corredor del Conocimiento han expresado su oposición, amparados principalmente en el valor histórico y arquitectónico del edificio.