Ponce. Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico levantan ayer la huelga que mantuvo cerrada esa institución por espacio de dos meses, no sin antes advertir que podrían alzarse nuevamente en paro si la administración universitaria insiste en imponerles en enero una cuota especial de más de $800.

En la asamblea nacional de estudiantes, que se celebró ayer en Ponce con la participación de 2,094 de todos los recintos, los universitarios consignaron que “siguen en pie de lucha” pese a que ratificaron el acuerdo alcanzado con la UPR la semana pasada.

En dicho acuerdo, la UPR deja clara su intención de implantar la cuota en el segundo semestre académico del año 2010-2011.

Para ponerles promesa de acción a sus palabras, los estudiantes aprobaron un voto de huelga “preventivo”, sujeto a que la UPR aumente los costos de estudiar en la institución.

La moción “deja claro” que el movimiento estudiantil hará todo lo que esté en sus manos para detener la cuota, desde presentar propuestas presupuestarias hasta ejercer “diversos métodos de lucha”, entre ellos otra huelga.

La apertura de la UPR pasó, pero tuvo algunos detractores.

En el auditorio Juan “Pachín” Vicens, de Ponce, se colgaron tres pancartas en oposición a los acuerdos entre el Comité Negociador Estudiantil y la Junta de Síndicos. En una de ellas se leía: “Acuerdos es igual a cuota”.

Zulec Aguilar, una estudiante de Río Piedras, se expresó en medio de la asamblea en contra del acuerdo si éste “incluía la cuota en enero”.

“No podemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. Hay que aprovechar este momento. Los once recintos están unidos y el pueblo está con nosotros”, dijo la joven universitaria.

José García, un ex miembro del Comité Negociador Nacional (CNN), le salió al paso y defendió el fin del paro ahora, señalando que “la lucha hay que darla el semestre que viene organizando un comité de base”.

“Si esta lucha la empezamos contra la Certificación 98 (la de las exenciones en el pago de matrícula), imagínense la lucha que van a tener si se atreven a implantar una cuota. Que se agarren bien los pantalones y las faldas. Si tenemos que hacer otra huelga, la haremos, y más combativa”, afirmó el líder universitario.

Luis Grande, también de Río Piedras, aludió a que “todas las luchas necesitan un descanso”, y el portavoz de la Unión de Juventudes Socialistas, IanCamilo Cintrón, agregó que la militancia tendrá que desarrollarse el próximo semestre en todos los rincones de la Isla, más allá de los portones de la UPR.

Ayer, también quedó demostrado que la Junta de Síndicos supo amarrar a los estudiantes a través del texto del acuerdo.

Se intentó incluir en la moción del voto de huelga que éste estaría condicionado a que se no se les fijaran a los huelguistas suspensiones ni expulsiones, pero desde la mesa del CNN se advirtió que ese lenguaje es contrario al entendido.

El líder estudiantil Giovanni Roberto explicó que en cuanto a los castigos, lo que queda fuera del acuerdo son las sanciones sumarias.

Se quedó en el aire además otra moción para que el voto de huelga se hiciese efectivo si la Universidad actuaba en contra de empleados y profesores a causa de los recortes presupuestarios.

La propia moción de ratificación de los acuerdos también se tuvo que aprobar por separado a la amenaza de huelga, por las mismas razones, porque el compromiso del entendido era “celebrar asambleas en todos los recintos... para ratificar el acuerdo y finalizar el proceso huelgario”.

Mientras los estudiantes levantaban la huelga en Ponce, en Puerta de Tierra el Senado novoprogresista intentaba propinarles un sablazo a los universitarios: se bajó por descargue y se aprobó un proyecto de ley para aumentar los miembros de la Junta de Síndicos de la UPR, de 13 a 17 miembros. La Cámara hizo lo mismo más tarde.

La semana pasada, tres síndicos nombrados por el gobernador Luis Fortuño “se le viraron” a la presidenta del cuerpo, Ygrí Rivera, y votaron a favor del acuerdo que permitió poner fin al paro estudiantil.

Con la medida del senador Roberto Arango se intenta evitar este tipo de “sorpresas”.

El proyecto se aprobó en medio de gritos de la minoría popular, que reclamó que el Senado lo que busca es otra huelga.