Para personas como Venecia Rondón Guerrero, quien es paciente de VIH (virus de inmunodeficiencia humana), y Lissette Alonso, quien dirige la organización sin fines de lucro La Perla de Gran Precio, que ofrece albergue, tratamiento y diversos servicios a personas de escasos recursos con VIH y otras situaciones, aunque ya no se hable mucho del VIH/SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), es esencial que se retomen las campañas educativas, pues la enfermedad no ha desaparecido y cualquier persona sexualmente activa está expuesta a la misma si no se protege debidamente.

En el marco de la conmemoración el 1 de diciembre, Día Mundial del VIH/SIDA, ambas lanzaron la exhortación a retomar los esfuerzos educativos para evitar la propagación de la enfermedad, alertar a quienes la tienen sobre los tratamientos disponibles y sus ventajas, y ayudar a eliminar el estigma que persiste contra de las personas con VIH.

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“Me sacaron el cuerpo”

Venecia ha vivido en carne propia los efectos nocivos del desconocimiento, tanto de ella misma, como de otras personas, así como el estigma como paciente de VIH, en buena medida por los prejuicios que conlleva esa falta de conocimiento.

Relató que, cuando recibió su diagnóstico en el 2006 “no se hablaba en sí de VIH, lo que se hablaba era de SIDA”, y ella, prácticamente, no sabía nada sobre la condición, así que “eso me impactó bien brutal, porque lo único que vino a mi mente fue muerte, que yo me iba a morir”.

“Yo me aislé… pensaba que esta condición era contagiosa. Yo dije: ‘la gente, cuando sepa que yo tengo esta condición, me van a rechazar’. Y pasó, pasó. No te lo voy a negar. Hubo mucha gente que cuando supieron, me sacaron el cuerpo”, recordó.

Venecia, además, había tenido una vida turbulenta, en la que “fui usuaria de drogas; a causa de las drogas caí presa, estuve en las calles, prostitución y todo. Yo me fui, como decimos, bien pata abajo. Toqué fondo”. Por si fuera poco, también sufrió quemaduras en sus brazos y piernas cuando “le prendieron fuego conmigo adentro” a una casa en la que dormía mientras estaba sumergida en el mundo de las drogas.

Venecia Rondón Guerrero, paciente de VIH, sintió el rechazo hasta de su familia.
Venecia Rondón Guerrero, paciente de VIH, sintió el rechazo hasta de su familia. (alexis.cedeno)

En el 2009, llegó al límite, “por una recaída” que arrancó justo el día que salió de prisión tras terminar una sentencia de cinco años. El consumo la llevó al hospital, y cayó en una depresión tal que llegó incluso a contemplar el suicidio. Así las cosas, se vio ante dos opciones, “o morirme o ingresarme a un hogar rehabilitación”, y decidió buscar ayuda, y le pidió a la trabajadora social ingresar a La Perla de Gran Precio, porque ya los conocía y le gustaba “de la manera como somos tratados”, además que trabajaban con personas con VIH.

Agradece a Dios por llevarla a esa decisión, porque “desde el primer momento que entré a La Perla, me sentí querida, me sentí protegida, me sentí cuidada, que alguien se preocupaba por mí a pesar de mi condición”, y también por el respaldo de un grupo de apoyo, y un importantísimo cambio de médico, que le ayudaron a entender mejor su condición y entrar en un tratamiento.

Tras su proceso de seis años en La Perla, cuatro en el hogar en Bayamón y dos en el hogar intermedio en Floral Park, se complace en decir que “me siento más familia de La Perla” que de la que lleva su sangre, y considera a Lissette como “mi segunda madre”, además de que es su jefa, pues como nadie le daba trabajo por su récord criminal, eventualmente le consiguieron empleo en esa entidad, donde labora hace casi 16 años.

Pero el camino ha sido “bien cuesta arriba”, pasando por situaciones muy difíciles, como lo que le ocurría cuando visitaba a su familia en República Dominicana, que “mi mamá me ponía un vaso, una cuchara y un plato aparte, y me decía que no besara a mi sobrina”, hasta que “la senté y le dije, una de dos, o te informas y aprendes acerca de mi condición, o yo dejo de venir aquí, porque esto me hace sentir incómoda, me hace sentir mal. Yo no tengo ninguna enfermedad contagiosa, esto no se pega ni por besarte, ni por abrazarte”.

Reconoce también que, todavía hoy, “una de las cosas que siempre me ha creado un poco de miedo es la intimidad”, cuando tiene que decirle a una pareja que no tiene VIH que ella es paciente, porque hay personas que “se alarman… es como si le hablaras de una enfermedad catastrófica, de una lepra”.

Sin embargo, Venecia afirma sin titubeos que “yo hoy día soy una persona feliz” y, aunque no anda por ahí hablando de su enfermedad, aseguró que, “si alguien me pregunta, no tengo miedo de decir que tengo esta condición. Aparte que hoy en día, esta condición de VIH no es impedimento para nada”.

No obstante, lamenta que haya tanta gente que, a sabiendas o por ignorancia, no se proteja, y que por otro lado persista el estigma contra las personas con VIH, pese a toda la información que hay disponible, además de los tratamientos.

“No entiendo por qué la gente, en el afán de no protegerse, sigue el contagio. Hay muchas maneras de tú protegerte, hasta medicamentos para eso”, cuestionó. “Yo no entiendo, tú sabes que si tú vas a un acto sexual y no te proteges se te puede pegar cualquier cosa. Tú no conoces a esa persona. Y aun conociéndola, sabes qué, hay muchas personas que no hablan con la verdad”.

En ese sentido, Lissette considera que, aunque en lo que respecta al VIH/SIDA “hoy estamos en un momento bueno, porque hay muchos medicamentos que han llevado a la persona a estar lo que decimos I = I, indetectable = a intransmisible”, persiste el problema de que “nos faltan campañas de prevención”.

“Por eso nosotros, ahora que viene el 1 de diciembre, tengo mi lacito aquí, y vamos a hacer una campaña de ‘Ponte el lazo para que no me olvides’, porque tendemos a olvidar las cosas que están pasando. Como ya no se habla tanto, ya no se da tanta prevención, pues ahora los jóvenes piensan que no se contagian, las personas mayores piensan que no se contagian”, comentó.

“Entonces, como no estamos en una campaña de prevención, la gente ha olvidado que todavía el VIH existe, que todavía la gente se puede contagiar, que si una persona VIH no se toma sus medicamentos, no se adhiere a sus tratamientos, el virus vuelve a subir su carga viral, y puede volver a transmitir la enfermedad”.

Lissette Alonso recordó que todo el mundo podría estar expuesto a contraer VIH si no tomas las medidas necesarias de protección.
Lissette Alonso recordó que todo el mundo podría estar expuesto a contraer VIH si no tomas las medidas necesarias de protección. (alexis.cedeno)

Prevalece el rechazo

La directora ejecutiva de La Perla de Gran Precio, entidad con la que comenzó a trabajar con personas con VIH/SIDA a finales de la década de 1980 y principios de 1990, “cuando hablar del SIDA era la cosa más terrible del mundo” porque no había medicamentos ni tratamientos disponibles para combatirlo, condenó que, “aunque no lo creamos, todavía hay un poco de rechazo, hay discrimen con la enfermedad”.

“Podemos decir que alguien tiene X enfermedad y, ‘ay, bendito’, y lo apoyamos, hacemos un grupo de apoyo, las amistades lo vienen a ver. Decimos que alguien tiene VIH, y la gente se asusta. Y por eso es que muchas personas que tienen VIH no se atreven a salir públicamente a decir, ‘mira, yo soy VIH, pero yo estoy adherido a mis tratamientos, yo estoy consciente, aunque yo me tome mis medicamentos, protégete conmigo, o yo me protejo contigo’. Hay muchas cosas que se pueden hacer”, comentó.

“Por eso es que nosotros queremos hacer esta campaña, prevenir, hablar, no se te olvide que el VIH existe, y que, si la persona no se cuida, puede caer en SIDA. Por eso yo traigo mi lacito puesto, porque tenemos que estar conscientes que sí, el virus existe, que hay tratamientos correctos, que hay que decírselo a la gente, que la gente tiene que usarlos, y que no nos podemos despistar”, insistió.

Alertó que, contrario a lo que se pueda escuchar por ahí, “todo el mundo está expuesto. Eso de que la persona que se vende sexualmente, la persona que tiene sexo hombre con hombre… no, todo el mundo está expuesto, y todo el mundo debe hacerse sus pruebas, todo el mundo tiene que cuidarse, todo el mundo tiene que protegerse”.

Exhortó a toda persona que esté sexualmente activa a, “responsablemente”, hacerse la prueba “anualmente, cada seis meses, porque es mejor saberlo a tiempo, que hay remedio, hay tratamientos, a que un día te sientas mal, estés mal, y de momento ya estés en un SIDA, cuando lo pudiste evitar”.

Asimismo, recomendó que “el condón es algo que, si cualquier persona va a tener relaciones sexuales, debe llevar”, pues, bien usado, además de prevenir el VIH también es sumamente efectivo para prevenir otras enfermedades de transmisión sexual.

“Así que el mensaje es, este 1 de diciembre vamos a comenzar una campaña que dure todo el año, y que se le esté diciendo a la gente, ‘protégete, no te olvides, hazte la prueba. Si sales VIH, dilo, para que tomes tratamiento, para que te adhieras, para que vivas bien, y te mueras de viejo y de vieja”, insistió Lissette.

Las estadísticas

  • Según explicó, en Puerto Rico se estima que actualmente debe haber unas 16,650 personas con VIH. Hay también quienes no lo saben que son VIH, y hay otras que sí lo conocen, pero no quieren recibir tratamiento.
  • Las áreas más pobladas de personas VIH son San Juan, Bayamón, Caguas y Carolina.
  • El contagio que más predomina es entre hombres que tienen sexo con hombres, “aunque están bastante educados ya con la cuestión del VIH”; usuarios de drogas; y los jóvenes, “que piensan que son invencibles y que no les va a pasar nunca nada… se van de party, se les olvida, y no se protegen”.
  • La cifra de personas con SIDA, “es mucho más pequeña, porque son aquellos que no están adheridos a sus tratamientos”.

Para más información más sobre La Perla de Gran Precio y los servicios que ofrece, y para conocer cómo puede ayudarles en su importante labor, puede acceder al portal: https://www.perlagranprecio.org/ o en Facebook en: @laperladegranpreciopr.