La familia de Carlos lo da todo por él, pero necesitan de nosotros
El padre de familia sufrió dos derrames que lo mantienen encamado.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Toa Baja. Existen diversas descripciones de lo que la vida es. Unos la describen como una caja de sorpresas y para otros es una montaña rusa con sus pronunciadas altas y bajas. Pero lo que sin dudas la puede definir es que se trata de un constante reto y adaptación a cada uno de ellos.
Sabemos que todo puede cambiar en un segundo y que, a partir de ese momento, lo que antes era costumbre, ahora son recuerdos. Así discurre la vida de la familia Rodríguez Rivera, que a partir del 2020 su rutina sufrió un giro inesperado.
“Carlos trabajaba para una conocida compañía de seguros y era el sustento del hogar mientras yo me hacía cargo de la crianza de nuestras dos hijas –Mia Sophia Rodríguez de 14 años y Sophia Alexandra Rodríguez de 13-. Todo iba bien hasta que comenzó a sufrir de dolores de cabeza muy intensos, tanto así que lo llevé a sala de emergencias y allí le dieron de alta con un diagnóstico inicial de deshidratación, pero como los dolores de cabeza eran bien fuertes y seguidos, decido llevarlo a otro hospital donde luego de unas pruebas más profundas se determinó que Carlos había sufrido un trauma cerebral”, detalló Angélica Rivera Rosario, esposa de Carlos Rodríguez Maldonado.
Según los análisis, Carlos tuvo dos derrames en el cerebro, uno químico que no fue detectado en la primera intervención médica y el segundo hemorrágico, que lo postró por espacio de tres semanas en coma y cerca de tres meses en el hospital.
A partir de ese 29 de diciembre del 2020, la vida del matrimonio de 16 años y residente de la urbanización Altagracia, en Toa Baja, cambió para siempre.
“A mí no me lo aseguraban. Me dijeron que no iba a poder hablar ni responder. Eso fue devastador. Ver un hombre tan alegre, responsable y luchador por su familia en esas condiciones. Sinceramente es un golpe que no muchas personas podrían enfrentar”, manifestó Rivera Rosario.
“Carlos recibe su Seguro Social, pero igual llega, se hacen los pagos y se acabó. No sobra para pagar el agua ni la luz. No sobra ni para comprarles cosas necesarias para las nenas. Yo estudié técnica de uñas antes de esta situación y me ‘bandeo’ con eso para echar gasolina y comprar las medicinas de Carlos, con una que otra cliente que llega, pero no es una entrada fija”, destaca la entrevistada.
Además de hacer manicura, tanto Angélica como sus hijas venden goma de mascar o confeccionan bizcochos y galletas para recaudar fondos.
“La gente coopera. Saben de nuestra condición y desde la iglesia CDR Internacional en Bayamón, nos hacen donaciones. Aquí el asunto de equipos médicos está cubierto, lo que se necesita es un cuidador para Carlos mientras busco trabajo y luego trabaje afuera, porque él no se puede quedar solo”, dijo la mujer mientras pasaba una de sus manos por las piernas de su esposo encamado.
“Esta casa era de mi suegra y las cuentas de agua y luz estaban a su nombre. Cuando ella fallece, hago lo posible por poner esas cuentas a mi nombre, pero resulta qua para hacer el traspaso, tengo que saldar la deuda de luz de casi $1,500 que no tengo y me están amenazando que la van a cortar. A mí se me sale el alma cada vez que un carro se para al frente de la casa, porque pienso que son los de la luz que me la van a llevar y si eso ocurre, entonces la vida de Carlos podría deteriorase mucho”, puntualizó Rivera Rosario durante el segmento “Revive la esperanza” que se transmite por “Día a día” (Telemundo) y que cuenta con el respaldo de Primera Hora y MCS Foundation.
Mientras la entrevista se desarrolla, Carlos interrumpe la conversación para que su esposa atienda una llamada a su celular. Con las secuelas de la afección motora, explica que lamenta toda la situación, principalmente, por sus hijas “a las que les proveía todas sus necesidades y ahora no puedo”.
“Fíjate, este es un milagro de Dios. A mi esposa le dijeron que yo no iba a poder hablar, ni responder. Yo escucho todo, veo todo y siento lo que está ocurriendo a mi lado. Yo quiero que la gente; el mundo sepa que el amor lo puede todo y que esta mujer, lo que ha hecho por mí, eso no lo hace cualquiera”, expresó Carlos en palabras ahogadas en llanto.
Según explicó Angélica, su esposo lamenta mucho la situación que atraviesa debido a que dedicaba mucho de su tiempo en familia para jugar con sus hijas “se sentaban y jugaban PlayStation. Bailaban y a él le gustaba mucho eso. Ahora que la nena mayor está en proceso de adolescencia a veces no entiende qué sucede con su papá y sufre por ello”, expresó la angustiada esposa y madre.
“Esto, sinceramente, es un milagro. Que haya avanzado tanto en su condición aquí en casa es invaluable. Es por ello que me gustaría tener alguien que lo cuide mientras yo consigo un trabajo. No tengo familia que pueda darme la mano y entonces eso me limita a buscar empleo y sacar a mi familia hacia delante”, concluyó Rivera Rosario.
Entre otras de las necesidades más apremiantes para esta famlia, están los soportes ortopédicos AFOS (Ankle Foot Orthotics) para Carlos, “wipes”, pañales de adulto y “pads” para encamados. Para su esposa e hijas son necesarios artículos de higiene, como toallas sanitarias, shampoo, jabón y pasta de dientes.
También esta familia precisa de alimentos, gabinetes, juego de comedor, puertas para los closets y trabajo de albañilería para corregir filtraciones en el techo de la residencia.
Si deseas ayudar en los casos reseñados en “Revive la Esperanza” y Primera Hora, puedes escribir a: revivelaesperanzapr @gmail.com, o a través de WhatsApp al número: 787-505-7575. De igual manera, puedes hacer contacto para dar a conocer algún caso que necesite de esta ayuda.