Una de ellas es una joven que cursa en estos momentos el grado 11, pero ya tiene la meta clara de estudiar biología marina. La otra, de menor edad, está en octavo grado y le apasionan las ciencias médicas y ambientales.

Se trata de dos jóvenes residentes en Guaynabo que recién dieron un importante paso en sus aspiraciones de convertirse en futuras científicas al servicio de Puerto Rico y el planeta, gracias a la participación en la segunda edición del Programa de Embajadoras Ambientales.

Las jóvenes, de hecho, calificaron su paso por el programa, que desarrollan en una alianza educativa el EcoExploratorio y Liberty Foundation, como una excelente experiencia, que aporta positivamente a su futuro, sin importar como sea que se desenlace.

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“Realmente me gustó mucho el programa, porque me dio la oportunidad de conocer a más niñas que también estuvieran interesadas en las ciencias, específicamente las ciencias ambientales”, comentó Darelis Torres Ríos, de 13 años.

“Tuvimos muchas actividades. Empezamos dividiéndonos en grupos, haciendo como presentaciones orales, por así decirlo, sobre los temas asignados”, detalló. “Tuvimos varias excursiones. Fuimos a una playa en Carolina, con (la organización) Siete Quillas, con el grupo tortuguero. Fuimos a la Universidad del Sagrado Corazón, nos enseñaron más o menos cómo se usaban las cámaras y los medios de comunicación para comunicar las ciencias. Fue una buena experiencia”.

Entre las actividades que más le gustaron, favoreció “ir a la limpieza de playas con Siete Quillas, porque aprendimos bastante sobre las tortugas, sobre cómo lo que hacemos afecta su ambiente, y cómo es importante mantener nuestras playas limpias, no solo para los animales que la habitan, sino para nosotros mismos, para nuestra seguridad y nuestro bienestar”.

Mientras, Ana Sofía Díaz Rodríguez, quien estaba próxima a cumplir sus 17 años al momento de la entrevista, aseguró que su participación en el programa “me abrió muchas puertas” en su aspiración a convertirse en científica.

“Te confieso que al principio estaba un poco nerviosa porque no sabía cómo era la dinámica. Pero llegué aquí y reconocí algunas caras, y honestamente la experiencia fue única. Fue algo que me encantó. Lamentablemente no puedo volver este año, porque ya voy a cumplir los 17 (años) y es hasta los 16. Pero me encantó. Fue una experiencia única. Hicimos varios proyectos, hicimos varias presentaciones, temas diversos, demasiado… y aprendimos un poco de cada tema”, comentó, con evidente entusiasmo.

Repasó varias de las actividades que llevaron a cabo, como “ir a una playa, donde nos explicaron también nidos de las tortugas”, y además “limpiamos básicamente una parte de la playa”, donde “algo muy interesante es que ellos cogían las colillas de los cigarrillos y las ponían aparte, en otros envases”.

“Otra de las actividades que estuvimos haciendo fue un proyecto, y ese proyecto era buscar información, dibujar… y buscar información de distintos temas, porque ya al principio nos habían dado unos temas a cada grupo. Por ejemplo, a mí me tocó la biodiversidad marina, y estuvimos aprendiendo un poco sobre la vida marina. Y tuvimos luego que presentarlo al frente. Fue una experiencia súper chévere. Todos la pasamos bien. Era un ambiente saludable. Se veía como que, esa unidad. En verdad que fue una experiencia demasiado de chévere”, insistió.

Darelis subrayó que la experiencia le ha permitido aprender que “hay muchos detalles, tanto naturales como creados por los humanos, y soluciones para estos problemas, cómo identificarlos y cómo comunicarlos al público”.

Agregó que, como embajadora ambiental, desea transmitir al público general que “nunca es muy tarde para aprender. Siempre puedes aprender algo nuevo, y trabajarlo”.

“Siempre hay que estar conscientes del impacto que tenemos en el ambiente. Todo lo que hacemos tiene un impacto, que puede ser positivo como negativo. Y es mejor siempre buscar un impacto positivo”, insistió.

De manera similar, Ana Sofía se hizo eco del mensaje en favor del ambiente, y exhortó al público a que, “si van a ir a una playa, y ven que no hay bolsas de basura, o no hay zafacones, o están llenos, pues llevarse su propia bolsa o bultito y recolectar ya sea los cigarrillos que vean por allí, las colillas de cigarrillos, cualquier tipo de basura, y mantener el área limpia”.

Por otro lado, Ana Sofía comentó que, además de aprender, “esto me abrió muchas puertas. Incluso ahora estoy yendo, los sábados que puedo, estoy también en contacto con el (Programa del) Estuario de la Bahía de San Juan. Hemos estado allí los sábados, en la playa del Condado, la Laguna del Condado, en El Escambrón, y hemos estado observando también esos corales, cómo el calentamiento afecta el blanqueamiento de los corales, los peces, nombrando, midiendo la calidad del agua también… varias cosas. Y y en verdad que eso me ha abierto varias puertas”.

Ambas potenciales científicas fueran enfáticas en recomendar a otras jóvenes con pasión por las ciencias aprovechar las oportunidades y beneficios del Programa de Embajadoras Ambientales.

“Esto sería una buena oportunidad. Si te gusta, te interesa, y quieres seguir ayudando a las personas a entender la importancia de mantener las playas y otros lugares limpios, porque eso nos afecta a nosotros y a los animales marinos, pues pienso que es una experiencia única. Y aunque son pocos días, la van a pasar superbién. Todo el mundo aquí es unido, siempre tienen las puertas abiertas y son muy amables”, aseguró Ana Sofía.

“Si tienen la oportunidad que intenten el campamento. Una muy buena experiencia, aprendí mucho. Lo recomiendo”, reiteró Darelis.

Cabe destacar que las madres de estas jóvenes embajadoras ambientales, quienes son responsables en buena medida por su éxito, también elogiaron el programa.

Yarliz Ríos Portela, mamá de Darelis, celebró que son “experiencias enriquecedoras para las niñas” que les permite “ampliar conocimientos y aplicar lo que aprenden en el salón de clases”.

“Vale la pena. Todo lo que sea educación y experiencias para ellas, aporta a su futuro y a lo que ellas quieran estudiar en el futuro. Así que siempre vale la pena apoyar a los hijos en las cosas educativas”, afirmó.

En tanto, Cheryl Rodríguez, mamá de Ana Sofía, comentó que su hija “desde muy pequeña yo digo que es un pez, siempre le gustó mucho el mar… y está muy, muy contenta” con la experiencia que “recomiendo muchísimo”.

“Como mamá, de verdad que estoy muy, muy contenta con la oportunidad para ella, pues toda educación para ella es enriquecedora, es un plus”, aseguró.

El Programa de Embajadoras Ambientales está dirigido a niñas y adolescentes entre las edades de 12 a 16 años de todo Puerto Rico, y en su segunda edición contó con unas 40 participantes. La iniciativa, según explicó el EcoExploratorio, busca promover el aprendizaje y obtener experiencias que enriquezcan el conocimiento científico entre las participantes sobre temas de periodismo científico, recursos naturales y cambio climático, a través de talleres y actividades científicas.

Asimismo, busca una mayor representación femenina en las disciplinas de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), que tradicionalmente están dominadas por hombres a través del mundo, al tiempo que empodera a las participantes y aporta a que se conviertan en ciudadanas ambientalmente responsables y líderes en la búsqueda de soluciones a los desafíos de conservación ambiental.

Las personas interesadas en acoger la recomendación de Darelis y Ana Sofía, o que desean más información sobre el EcoExploratorio y sus programas educativos, pueden comunicarse al (787) 281-9090 o (787) 281-9091, o escribir a info@ecoexploratorio.org. También puede seguirlos en las redes sociales Facebook, Instagram, Twitter y Tik Tok, en @ecoexploratorio.