El patio interior y los salones de la antigua casona colonial que alberga la sede de la Liga de Arte de San Juan se inundaron de sonrisas, celebraciones, abrazos, orgullo y satisfacción, en una fiesta de colores y formas que sirvió de conclusión a los talleres de arte que, por las pasadas semanas, recibieron un centenar de jóvenes bajo la custodia del estado, como parte de las actividades del Servicio de Vida Independiente del Departamento de la Familia (DF).

“La experiencia ha sido superbuena. Los dibujos, la enseñanza los maestros, los profesores, todo ha sido perfecto, todo ha sido excelente. Yo me disfruté esto al máximo”, afirmó Shawanda Lozada Maysonet, de 20 años, con un contagioso entusiasmo, en un salón cuyas paredes estaban decoradas con dibujos de estudios de ojos y rostros estilo ánime.

Jóvenes bajo custodia del estado participan de talleres impartidos por la Liga de Arte.
Jóvenes bajo custodia del estado participan de talleres impartidos por la Liga de Arte. (Suministrada)

“Mi experiencia aquí fue única, especial. Me encanta esto de dibujar. Despeja la mente. Te hace ser tú, te hace ser una persona única, especial y leal a lo que te gusta. Y experimentar nuevas cosas que te encantan, que puedes decir: ‘mira, yo sirvo para esto, o no sirvo para esto’”, agregó Shawanda, mientras la algarabía de una celebración en otro salón se expandía a través de los balcones del edificio.

Narró que la experiencia de producir papel, de material reciclado, “fue superbuena y única”, aunque admitió que una parte del proceso le resultó “un poco desagradable”, porque “es con pega y papel, y con agua. Se muele el papel, para poder procesarlo y hacer un papel reciclado”.

Mientras, describió los dibujos de ánime como “espectacular, una enseñanza muy disciplinada y muy buena”, y los dibujos de camisas y gorras como “nítido, pero difícil, porque una mano era para tocarte la cara y la otra para dibujar, con los ojos cerrados”.

“Yo llegué aquí a aprender, a experimentar cosas nuevas, nuevas enseñanzas, nuevos aprendizajes. Y, pues, aprendí a dibujar unos ojos, una cara, algo que no sabía. Y me di la oportunidad de aprender. Y te distraes”, indicó la joven, agregando que, entre otras cosas, les enseñaron sobre tamaños, medidas y diferentes tipos de formas.

“Cada uno hizo su trabajo. Yo hice mi dibujo, hice mis ojos, hice mi cara. Terminé, no tan contenta, porque lo quería mejor, porque soy estricta en lo que quiero hacer. No estaba muy convencida, pero al final me dijeron que lo hice todo bien. Y me animó a seguir dibujando, donde yo estoy dibujo, despejo mi mente dibujando. Y eso es bueno, te ayuda a despejar la mente, y me entretengo”, sostuvo.

Parte de los trabajos realizados.
Parte de los trabajos realizados. (Suministrada)

“Esta escuela me encantó, me gustó. Es superestricta en lo que quiere. Los profesores enseñan bien y estaban bien preparados. Lo más que me gustó es que dan una enseñanza que uno debería tener en otras escuelas, una enseñanza más avanzada, más disciplinada y más correcta. Y la motivación siempre estuvo. Y eso me encantó. La motivación es algo que debe estar siempre tanto en los estudiantes como en los profesores, maestros, alumnos como le quieran llamar. Puedo decir que me encantó”, afirmó Shawanda, quien estudia para asistente de veterinaria, pero también “me gustaría el arte”.

No menos entusiasmada y satisfecha se mostró Ninoshka Martínez Román, de 20 años, y también parte del grupo de jóvenes del Servicio de Vida Independiente.

“La experiencia que tuve aquí me gustó. Aprendí un montón de cosas que yo no sabía. No sabía hacer cerámica. Son etapas nuevas, cosas nuevas. Hice dibujo, pinté, hice una camisa, par de cosas”, comentó sonriente.

También trabajaron pintando camisetas y creando diseños.
También trabajaron pintando camisetas y creando diseños. (Suministrada)

Relató que fue la primera vez que hacía cerámica, y “cuando me pusieron el bloque de barro delante lo primero que pensé fue: ‘ah, ahora me voy a ensuciar las manos’. Pero pues, cuando yo vengo y cogí la cerámica, eso es como plasticina, lo único que se seca más rápido. Entonces hice una casita de un honguito, hice pantallas, hice un collar, hice varias cosas”.

“La pintura, pues yo no sabía mezclar los colores. Y pues me enseñaron. Dibujé en un gorro, en un sombrero, nos regalaron unos gorros y unas camisas, y dibujé la N, la inicial mía, y entonces lo dibujé y lo pinté. Y después hice una camisa, un diseño ahí con mi cara. Salió to’ distrofia’o, pero algo es algo. Y después lo pinté con tinta de pintura. Y me gustó esa también”, agregó. “Pero de todas me gustó más la cerámica”.

“También cuando hice el otro taller de los papeles hechos acá a mano, también me encantó. Todo eso fue nuevo para mí. Me encantó. Me gustó todo, en verdad, me gustó la experiencia aquí”, reiteró la joven estudiante de paramédico.

Ninoshka resaltó además el buen ambiente que reinó entre los participantes del taller. “Mis compañeros todos de lo más chévere. No hubo problemas ni nada. Compartí, conocí gente buena y eso. Me gustó. Me lo disfruté, en verdad que sí”.

El brote de alegría y júbilo, contagiaba también a los adultos a cargo del grupo de jóvenes del Servicio de Vida Independiente.

Muchos descubrieron sus talentos.
Muchos descubrieron sus talentos. (Suministrada)

Desarrollan habilidades

Con el pecho inflado de orgullo, Pedro J. Cartagena Martínez, administrador auxiliar de los Servicios de Cuidado Sustituto y Adopción del Departamento de la Familia, resaltó que “hoy vemos el fruto de estas dos semanas (de talleres). Tenemos aquí 100 jóvenes, hoy nos juntamos todos, y hacemos galardón de estos trabajos que ellos realizaron”.

Comentó que algunos, incluso, serían becados por la Liga de Arte, para que luego, en coordinación con su trabajador social, los puedan traer “a unas clases más específicas y poder seguir desarrollando esas artes en ellos”.

Recordó que los jóvenes en el Servicio de Vida Independiente, “son menores bajo custodia del estado. Hubo un referido de maltrato en algún momento dado, se fundamentó, y en vez de que este menor pudiese irse en la adopción o retornar con mamá, el estado adquiere su custodia legal permanente”, y entonces “el estado es responsable de garantizarle unas herramientas y ayudarlo a su independencia económica”.

Resaltó que fueron los propios participantes quienes, a través de grupos focales, escogieron que querían participar en talleres de arte.

“Ellos están bien contentos y emocionados. Es bien bonito cuando ellos mismos te dicen, ‘míster, pase por aquí, vamos a los salones. Mire, esto lo hice yo. Mire lo logré’. Ese deseo de superación es como cuando tú terminaste tu graduación y te dices, ‘diantre, amén, lo pude hacer’. Pues así lo demuestran ellos día a día. Son jóvenes muy agradecidos”, aseveró Cartagena.

“A veces pensamos que la juventud está perdida. Y no, no está perdida. Para nada. Aquí hay mucho arte, hay mucho talento, hay mucho joven que sabe y que desea echar hacia adelante”, añadió.

De igual forma, Marilú Carrasquillo Ramírez, directora ejecutiva de la Liga de Arte de San Juan, organización sin fines de lucro dedicada hace más de cinco décadas a la educación de las artes y promoción del artista puertorriqueño, y que por sexto año recibió a jóvenes de Servicio de Vida Independiente, resaltó que “para nosotros ha sido bien enriquecedor recibir a estos muchachos que hay veces que es su primera experiencia con el arte, pero ellos quedan maravillados”.

“A mí me alegra que ellos hayan disfrutado. Vienen siempre un poco aprehensivos, pero se van soltando. Y, además, que le da el espacio para compartir con otros jóvenes en su misma realidad de vida de otras regiones, y eso también los saca de su rutina”, aseguró Carrasquillo, recordando que “son múltiples los estudios que hablan de los beneficios del arte”, ya sea en el desarrollo emocional, o la sensibilidad y el aprecio que pueden desarrollar, o como algo terapéutico y sanador.