La tradición de conmemorar el día de los fieles difuntos contó este 2 de noviembre con el apoyo de un grupo de jóvenes de la Pastoral Juvenil Arquidiocesana y Servicios Funerarios Católicos, quienes acudieron a acompañar a familiares durante las visitas a sus difuntos, y darles “consuelo y esperanza”, además de unírseles en oración.

Varios de esos misioneros de esperanza se dieron cita en la tarde de ayer en el cementerio La Piedad Memorial Park, en Cupey, en lo que fue parte de la tercera ocasión que llevan a cabo este tipo de actividad, y que se extendió además por otros cementerios del área metropolitana.

Para Cynthia Hernández y Sabath González, quienes acudieron al sitio donde reposan los restos de su hijo, Javier Francisco González Hernández, fue motivo de regocijo poder compartir gratas memorias con una de las jóvenes de la Misión Esperanza, Nelmarie Guzmán Robles.

“Yo lo tengo aquí a él”, aseguró doña Cynthia, señalando un hombro. “No hace falta ir al cementerio, él está aquí al lado nuestro. Era tremenda persona, sinceramente. Tremendo padre, tremendo hijo, amigo. Era una persona que se dio a querer”.

Recordó, con orgullo, que a pesar que no avisaron, durante su sepelio hablaron once personas, incluyendo a “su maestra de primer grado. ¡Imagínate!”.

“Y si nos encontramos personas que lo conocieron, si tú vieras como es aun ahora. Él se hizo sentir. Él pasó por aquí, pero dejó su huella, de lo que nos sentimos bien orgullosos”, agregó, recordando que su hijo fue maestro de educación física y comentarista deportivo.

“Para eso vivimos, para dejar ese legado. Porque no nos llevamos nada. Nos llevamos realmente las obras, que se quedan en las personas que están”, reflexionó la joven Guzmán Robles al escucharla.

Doña Cynthia agregó, siempre reflejando esa mezcla de orgullo y satisfacción, que los tres hijos de su hijo fallecido, “dos varones y una hembra, y los tres ya se graduaron de universidad. Son profesionales”.

“Pero así es la vida. Y como entendemos que así es la vida. Pues sabemos que hay que seguir hacia adelante con mucha fortaleza”, agregó.

Sostuvo que todos los años, el 2 de noviembre, mantienen la tradición de visitar a los difuntos, que “para mí es bien especial, es para personas que queremos mucho, y que vivieron aquí... es un día de darle mucho reconocimiento a las personas que ya pasaron y no están”.

Agradeció el apoyo de la joven, comentando que “es la primera vez que tenemos este acercamiento en once años que lleva nuestro hijo enterrado aquí”.

Casi al mismo tiempo, en otro lado del cementerio otro de los participantes de Misión Esperanza asistía a una madre a colocar flores sobre la tumba de su hija. Poco después se unió en oración a ella y a los adolescentes que le acompañaban, sus nietos, hijos de la difunta.

Mientras, otro de los jóvenes que fue parte de esta Misión Esperanza, Hiram Gabriel Caro Ayala, sostuvo que en su caso aprovecha sus destrezas como músico y cantante para “tratar de alegar corazones, tratar de alegrar almas que están pasando por un proceso difícil”.

“Estamos aquí para brindar ese cantito de esperanza, orar con la familia”, comentó. “Como cantante, como músico, brindo esa esperanza con mi voz. Oro, pero se dice que cantando se ora dos veces, y pues soy mejor cantando que orando. Pero brindo ese cantito de esperanza estando ahí presente. No siempre se tienen las palabras, pero con la música pues me acerco”.

Comentó que las personas que acuden a la conmemoración de los fieles difuntos se muestran siempre “agradecidos por ese cantito de esperanza que les brindo con el talento que Dios me dio”.

En tanto, Luis Enrique Ramos Zapata, también participante de Misión Esperanza, aseveró que con esta actividad buscan que esas familias que acuden a los cementerios “se sientan acompañados”.

Resaltó que Misión Esperanza surgió como iniciativa “de la Iglesia Católica, del señor arzobispo, monseñor Roberto González Nieves, donde le pide a los jóvenes de la arquidiócesis de San Juan que salgan a los cementerios para que acompañen a las familias que han experimentado la muerte de un ser querido”.

Agregó que la iniciativa ha gozado de una buena acogida, tanto de jóvenes participantes de la Misión Esperanza, como de las familias que reciben ese acompañamiento.

“Ha sido un proceso que, para nuestra sorpresa, ha sido bien acogido, no solamente en cementerios católicos, sino en los cementerios municipales, y en el cementerio de veteranos, del Ejército, que estuvimos presente. A pesar que no nos conozcan, incluso tuvimos personas que no profesan la fe católica, y se alegraron de que por lo menos estuviéramos presentes allí, y de que les hiciéramos un acercamiento. Así que, en ese sentido, hubo una acogida de la comunidad en general”, afirmó Ramos, con evidente satisfacción.

Por su parte, el líder de la Iglesia Católica en la Isla, el arzobispo Roberto González Nieves, quien participó de una misa en horas de la tarde en el Cementerio La Piedad, celebró la participación del grupo de jóvenes en la jornada, y reflexionó sobre el significado de la conmemoración.

“Hoy, 2 de noviembre, para la Iglesia Católica, y creo que para muchas iglesias cristianas, hoy conmemoramos a todos los fieles difuntos. Entonces es como decir que el amor es más fuerte que la muerte, que es una frase de San Pablo”, comentó.

“Y cuando se entierran los restos mortales de un ser querido en un cementerio religioso, pues esa tierra se convierte también como en tierra santa para conservar los restos, que son dignos, son tan dignos como el cuerpo humano, excepto que ya no tienen vida. Y es también para nosotros decir que la misericordia de Dios va mucho más allá de la muerte. La misericordia de Dios no termina con la muerte de cada uno de nosotros, sino se extiende hasta la eternidad. Porque nuestra fe nos dicta que llega el momento en que entramos a participar plenamente de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Entonces en el día de hoy conmemoramos estos misterios de fe”, agregó.