Ponce. Los sectores más remotos de la Ciudad Señorial aún muestran las cicatrices que dejó el huracán María, sobre todo, en los llamados bolsillos del campo en donde familias todavía luchan para vencer las adversidades, pues parece que la ayuda se quedó divagando durante estos cuatro años.

Este es el caso de Tamara Mercado Alicea, una joven madre quien reside con sus cuatro hijos, su progenitora y su pareja en un camino bautizado como el Hoyo de Portugués del barrio Guaraguao, en una casita que muestra los golpes del despiadado ciclón.

Allí se perciben los rotos que ha dejado la polilla que se alimenta de la humilde estructura, una de las paredes se dañó completamente con la lluvia y el piso está tan podrido que no pasó la inspección de unos estadounidenses que evaluaron la maltrecha vivienda de madera y zinc.

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De hecho, esta familia tuvo que improvisar un desagüe, pues cada vez que llueve el agua se mete y perturba su tranquilidad.

Pero Tamara ya no puede más, y asegura que solo su fe la mantiene de pie para batallar día a día con sus retoños, dos de ellos diagnosticados con el espectro de autismo; su madre con Alzheimer y su marido no puede hacer todo lo que quisiera para ayudar debido a varias situaciones de salud.

Hace cuatro años, “yo tenía seis meses del embarazo de la nena, estaba sangrando y me llevaron al hospital, pero cuando me estabilizaron, me dieron de alta bajo el aguacero, el viento y todo, y así tuvimos que subir con lo peligrosa que estaba la carretera”, recordó la fémina de 33 años, quien pasó el fenómeno atmosférico en el apartamento de su hermano en un residencial de Adjuntas.

Fue su madre la primera que llegó a la casa después del ciclón y, al percatarse de las condiciones en que quedó, se sentó en las escaleras hecha un mar de llanto.

“Cuando mi mamá vio lo del huracán, se sentó en la escalera a llorar y desde ese tramo su mente no está bien, tiene Alzheimer y padece de otras condiciones de salud. Yo me enteré al segundo día porque, como estaba embarazada, mi hermano no se atrevió a decirme que había perdido todo y cuando vine no se pudo salvar nada”, lamentó.

“Tuve que botar todo y empezar desde cero. Nos acomodamos en unos ‘mattress’ de hospital que me había regalado una señora, pero dormíamos en el piso, porque perdí todo, todo. Tampoco teníamos techo, porque el huracán lo arrancó”, destacó la mujer, cuyos hijos tienen 3, 12, 13 y 16 años.

Resaltó que luego de eso llegó personal de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) y del programa Tu Hogar Renace, los cuales asignaron cerca de $1,000 para resolver la situación, solo en el área que ocupa su progenitora que es la propietaria de la vivienda.

“Con los PVC pudieron remendar el área de ella, yo me quedé desde cero, no pude arreglar mi casa. Lo poquito que pude arreglar fue el cuartito de mis nenes con la pensión (alimentaria) de ellos, nada más el techo y las paredes, pero los palos y todo, eso está roto y se me mete al agua cada vez que llueve por el área de la ventana, y lo único que remendamos fue el techo, porque se me estaban metiendo los ratones grandes”, relató.

Tu Hogar Renace puso este piso de la cocina nada más y esto no pasó inspección, porque le pusieron el piso (en PVC), encima del podrío. Me brindaron la nevera pequeña y un microondas, porque el que tenía se dañó”, asintió al recordar que también le afectaron los terremotos del 2020.

De otra parte, destacó que su hogar queda en la misma guardarraya entre Ponce y Adjuntas y por eso, ambos ayuntamientos se han pasado la papa caliente.

“Solo las personas que subían por la carretera nos traían agua o algo de comida en lo que pasábamos esta situación. Yo pasé, después que se fue el huracán, aquí sin techo, con tres nenes, después nació la nena, viviendo en una situación que me llena de angustia y sigo viviendo igual”, insistió.

“Nadie más me ha ayudado, solo Dios me ha dado la fuerza. Al verme en estas condiciones, pues, por mis hijos, el bienestar de mis hijos, estoy luchando día a día, buscando ayudas, pero me cierran las puertas”, denunció.

Dadas las circunstancias que le ha tocado vivir, Tamara tampoco ha podido completar el cuarto año de escuela superior, que es uno de sus sueños que ahora ve inalcanzable.

“Yo sigo viviendo igual después del huracán María, todavía la casa está completamente deteriorada. Nos hemos quedado estancados en el mismo lugar… no he podido resolver, no he tenido ayuda para poder resolver pa’ mi casa a donde estoy viviendo”, manifestó.

“Realmente, no me he levantado desde el huracán María, eso es algo que me angustia. Prácticamente, si viene otro huracán no lo paso en esta casa porque se la va a llevar”, concluyó.