Cuando el recién electo alcalde de Florida, José Gerena Polanco, decidió aspirar a la alcaldía lo hizo ante el reclamo de sus compueblanos, muchos de los cuales lo vieron nacer.

Su apellido es reconocido en el pequeño pueblo – de algunos 15,000 habitantes–, pues tanto su padre como su abuelo atendían varios comercios locales. Al hombre, de 42 años, se le ve asistiendo a los partidos de los Titanes de Florida, en la Liga de Béisbol Superior Doble A, deporte que sigue fielmente. Para muchos, sigue siendo aquel hijo de las parcelas Selgas, de donde orgullosamente dice que viene.

No cabe la menor duda, entonces, de que Gerena, quien obtuvo el 65% de los votos del municipio en las elecciones celebradas el pasado 6 de noviembre, debe su popularidad al hecho de que no se ha distanciado de la persona que solía ser mucho antes de incursionar en la política y mantiene ese carácter pueblerino.

Él, también desde muy joven, decidió seguir los pasos de sus antecesores.

A los 23 años ya era dueño de su propio videoclub. El ejecutivo municipal cuenta que esa experiencia –de 18 años administrando el local– le sirvió como punto de partida para aspirar a algo más grande: convertirse en alcalde del pueblo que lo vio crecer.

“La gente vio que en el trato fui íntegro y que tenía la capacidad administrativa para echar el negocio adelante aún cuando la economía estaba mala”, indicó. Recordó que sus clientes le preguntaban qué esperaba para correr por el primer puesto político municipal. “Me decían ‘chico, tírate, qué estás esperando’. Siempre tuve el respaldo del pueblo. Ellos depositaron su confianza en mí”, sostuvo.

Y así, el pasado mes de julio, Gerena cerró el negocio de alquiler de películas para juramentar como alcalde, luego de que Áaron Pargas, el primer mandatario municipal en aquel entonces, renunciara a su puesto.

Esta etapa de transición, de ser administrador de un videoclub a pasar a dirigir todo un pueblo, resultó ser su proyecto más ambicioso.

De repente, el tiempo no le sobraba y, entre el ajetreo, buscaba la manera de no despegarse de quienes siempre habían estado ahí para él.

“Me tuve que reunir con mi familia y gracias a Dios tomaron la noticia con entusiasmo. Ellos entendieron que si no hacía los sacrificios que estaba haciendo no llegaría a donde estoy hoy”, manifestó.

Para poder balancear el tiempo entre el trabajo y la familia, el alcalde aseguró que estableció unos días exclusivos para estar con sus seres queridos, alejado de la política y los medios de comunicación.

Una victoria agridulce

Camino a los comicios, la condición de salud de su padre empeoraba. Aunque su triunfo en las urnas fue contundente, también fue un triste recordatorio de la muerte de su padre, quien perdió una larga batalla contra el cáncer, una semana antes de las elecciones.

Recordó que el día en que le notificaron que su padre “se había puesto malito”, él se encontraba en una actividad política en el coliseo Pedrín Zorrilla y rápidamente acudió al hospital, donde tuvo la bendición de despedirse de su “viejo”.

Contó que su padre, que era una persona muy querida en el municipio, asistía a todos los funerales de las personas de Florida y coleccionaba las tarjetas de los difuntos que se entregaban en las funerarias. Según estimó, su padre tendría más de 500 de estas estampas.

“Asimismo, cuando mi papá murió, los de la funeraria le pusieron en sus manos la estampilla de él, como queriendo decirle: ‘Te llevaste la tuya también’”, rememoró.