Investigan el microbioma humano para proponer soluciones a enfermedades como el cáncer y Alzheimer
Desde el Departamento de Microbiología del Recinto de Ciencias Médicas, la doctora Filipa Godoy Vitorino explica los estudios que buscan establecer la correlación entre las comunidades de microorganismos y las enfermedades
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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¿Cómo las comunidades microbianas como hongos, bacterias y virus contribuyen a los procesos que tienen que ver con la salud y enfermedades en distintos ambientes? Esa es una de las preguntas que buscan responder en el laboratorio de Microbiomas del Departamento de Microbiología del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
La directora del departamento, Filipa Godoy Vitorino, compartió los proyectos que trabajan desde el laboratorio con el propósito de mirar los microbiomas desde una perspectiva ecológica para conocer qué bacterias están presentes, entender su correlación con las enfermedades -como el cáncer y Alzheimer- y, eventualmente, lograr proponer cómo modificar esos microbiomas. Los microbiomas son un componente vital de la salud de las personas y constituyen una comunidad de diferentes microorganismos como bacterias, virus, hongos y parásitos que ocupan un entorno particular. En el caso del cuerpo humano, se encuentran en el tracto intestinal, respiratorio, cutáneo, urogenital y bucal.
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Godoy Vitorino expuso que todas las personas que viven en países modernos y desarrollados llevan estilos de vida (tales como mala alimentación y pasar la mayoría del tiempo en el interior) que han empobrecido los microbiomas en el cuerpo.
“Siempre hemos visto que las bacterias son malas, que son patógenos y hay que eliminarlos. Pero tomar antibióticos, el exceso de limpieza y antibióticos y el estilo de vida moderno han perturbado los microbiomas de tal manera que ahora tenemos enfermedades que antes no teníamos. Queremos ver qué está pasando, qué bacterias estamos perdiendo y cómo podemos revertir estos procesos”, comentó la directora.
Relación entre el cáncer cervical y el microbioma vaginal
El primer proyecto, trabajado en colaboración con la ginecóloga obstetra Josefina Romaguera, estudia el microbioma vaginal como una biopelícula -capa de bacterias que crecen y se adhieren a la superficie de una estructura- para entender la prevalencia del cáncer cervical en las mujeres puertorriqueñas.
La profesora comentó que piensan que la persistencia del virus del papiloma humano (HPV) conlleva a enfermedad dependiendo de cómo las comunidades microbianas se comportan en la vagina.
Compartió que las mujeres puertorriqueñas están en mayor riesgo de desarrollar cáncer cervical debido al microbioma vaginal. Han encontrado que los lactobacilos, un tipo de bacteria que elabora ácido láctico, son diferentes y menos resilientes en las mujeres en Puerto Rico que los de las caucásicas, por ejemplo.
Señaló que hay “gran volatilidad en la comunidad vaginal de las puertorriqueñas” por lo que entienden que provoca un alto riesgo de HPV. Asimismo, están estudiando sus efectos en embarazos, partos prematuros y menopausia.
Relación entre el Alzheimer y el microbioma intestinal
El segundo proyecto piloto, trabajado en colaboración con la geriatra y especialista en Alzheimer, Vanessa Sepúlveda Rivera, estudia la correlación entre el microbioma intestinal -que puede influir en el sistema inmunitario- y el Alzheimer.
Las doctoras están observando cómo disminuye la diversidad intestinal de las personas que padecen esta enfermedad. Igualmente, qué especies microbianas clave están asociadas con pacientes de Alzheimer. La meta es sugerir una dieta protectora que postergue el surgimiento de estas enfermedades.
Microbioma intestinal como posible solución para mejorar tratamiento antitumoral
El tercer estudio es un proyecto con MD Anderson Cancer Center en colaboración con la oncóloga Candelaria Gómez Manzano, quien desarrolló un virus que disminuye las células en los tumores.
Este oncolítico es el primer tratamiento de virus contra el glioblastoma pediátrico.
Sin embargo, durante la etapa experimental en roedores, han notado que, aunque el tumor disminuye en tamaño, los ratones no sobreviven como se esperaba.
Al observar los sujetos de estudio que sobrevivieron más tiempo, cuestionaron si tienen especies protectoras en su microbioma intestinal que prolongaron su supervivencia.
En el microbioma de los animales que vivían más tiempo, encontraron especies que producen butirato, un gas antiinflamatorio que podría modificar el microbioma intestinal para así encontrar la respuesta al tratamiento antitumoral.
Godoy Vitorino explicó que podrían sugerir una dieta antiinflamatoria para que las personas que reciben quimioterapia tengan mejor respuesta a la terapia.
La profesora puntualizó la necesidad de vivir de manera más simple para así repoblar el cuerpo con las bacterias que lo protegen.
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