Eran las 7:55 a.m. del 1 de diciembre de 2020, hace exactamente un año, que lo que fue un día el radiotelescopio más grande del mundo, el Observatorio de Arecibo, colapsó, dejando atrás unos 57 años de grandes hazañas científicas para la astronomía.

La impresionante estructura ya había dado signos -desde el 10 de agosto de ese año pandémico- de que no soportaría el paso de los años, cuando un cable auxiliar se rompió. Causó daños al plato reflector y el Domo Gregoriano. Otros incidentes ocurrieron en noviembre de ese mismo año, por lo que la Fundación Nacional de las Ciencias trazó un plan para reparar los daños y evitar el colapso. Entonces, llegó la catástrofe que ya se había anticipado y en un santiamén el radiotelescopio quedó destruido.

¿Qué ha pasado desde el colapso del Observatorio de Arecibo? ¿Será reconstruido para, nuevamente, darle gloria a Arecibo y a Puerto Rico?

Primera Hora intentó visitar las instalaciones para conocer los detalles de los trabajos que se realizan en el Observatorio de Arecibo. Sin embargo, su portavoz de prensa, a través de la Universidad Ana G. Méndez, Ricardo Correa Alonso, informó que la Fundación Nacional de las Ciencias, que financia la operación de la estructura, prohibió las visitas al valle hundido del barrio Esperanza, en donde ubicaba esa majestuosa obra científica.

Refirió, entonces, todo pedido de información a la agencia del gobierno de los Estados Unidos que se dedica al estudio de las ciencias y las matemáticas.

A un año del colapso, se encontró que la Fundación Nacional de las Ciencias ya limpió los terrenos donde ubicaba el radiotelescopio. Sin embargo, no se ofreció certeza de qué ocurrirá de cara al futuro, si una nueva estructura será construida allí para rescatar esa gloria científica que se perdió.

“No se han tomado decisiones sobre el futuro de Arecibo”, manifestó la portavoz de prensa de la agencia federal, Cassandra Eichner.

Se quedó en el tintero la respuesta de cuánto costaría volver a construir un telescopio con igual o mayor capacidad que el que se destruyó hace un año.

“La Fundación Nacional de las Ciencias está considerando una amplia gama de opciones para el futuro del Observatorio de Arecibo. No se han tomado decisiones en este momento. Al igual que con cualquier proyecto financiado por la Fundación, las propuestas de nuevos telescopios potenciales u otra instrumentación, así como las ideas para nuevos programas educativos en el Observatorio de Arecibo deben presentarse formalmente a la agencia y se evaluarán de acuerdo con dos criterios principales: mérito intelectual e impactos más amplios. Es posible que también sea necesario completar las revisiones ambientales”, precisó.

Siguen trabajando

Aunque no se tienen planes futuros, el Observatorio sigue en funciones y generando hallazgos para la astronomía.

La funcionaria estableció que “en la actualidad, el Observatorio de Arecibo sigue funcionando como un centro de investigación, solo que sin su gigante telescopio”.

Detalló que los astrónomos que utilizan el centro se centran, “principalmente, en las capacidades de observación no relacionadas con el telescopio de 305 metros”, que colapsó.

“Los científicos continúan analizando los datos existentes y otro personal sigue trabajando con instrumentación que no estaba asociada con el telescopio de 305 metros, como lo es el Lídar, (que es un método de teledetección utilizado para examinar la superficie de la Tierra,) y otras herramientas de observación óptica”, añadió.

Eichner sostuvo que el Observatorio de Arecibo sigue teniendo importancia en el mundo científico, pese a que lleva un año sin su principal instrumento.

“Recientemente, los datos de Arecibo se utilizaron para apoyar las misiones DART y OSIRIS REx de la NASA”, dijo.

Asimismo, contó que es utilizando para ofrecer programas educativos. Estos, en esencia, se realizan de manera virtual, debido al COVID-19.

¿Qué ocasionó el colapso?

Sobre las causas del desplome del radiotelescopio, Eichner informó que todavía mantienen una investigación en curso de lo ocurrido. Preliminarmente, se asoció a daños estructurales.

Cuando ocurrió la tragedia, se informó que “la sección superior de las tres torres de soporte del telescopio de 305 metros se rompió. A medida que la plataforma del instrumento de 900 toneladas cayó, los cables de soporte del telescopio también cayeron”. Esta situación provocó que el plato del radiotelescopio también se destruyera.

El pasado 17 de noviembre la Fundación publicó un informe sobre la actualización de los trabajos que se habían realizado tras el colapso del radiotelescopio e informó que ya casi concluían los trabajos de limpieza en los terrenos.

La funcionaria explicó que este panorama no ha cambiado mucho.

“El equipo de limpieza de emergencia ha completado la mayoría de las limpiezas y reparaciones de emergencia. Los próximos pasos incluyen completar las reparaciones en áreas con concreto dañado, retirar los vehículos de trabajo y el equipo del sitio y almacenar los artículos recuperados”, informó.

Cabe destacar que el análisis que se sometió en noviembre pasado se informó que inició la revegetación de la zona afectada y se removió el suelo donde cayó aceite hidráulico durante el colapso para evitar mayor contaminación, entre otros esfuerzos a favor del ambiente.

Por su parte, Eichner indicó que la mayor parte del equipo relacionado con el telescopio destruido “no es utilizable para un nuevo telescopio. Los escombros y los equipos rotos se limpiaron y eliminaron fuera del sitio, siguiendo las normas ambientales, de salud y seguridad. Algunos equipos se guardaron con fines históricos y como parte de la investigación forense” que se realiza para indagar en las causas de su caída.