Históricamente estigmatizado el trabajo sexual
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Por años, el trabajo sexual ha sido estigmatizado y marginado.
Sin embargo, hoy día la difícil situación económica, la falta de unión familiar y el desempleo han llevado al trabajo sexual a personas de todas las orientaciones sexuales, clases sociales y niveles educativos.
Así lo evidencia la tesis de maestría de la Escuela Graduada de Trabajo Social de la UPR, “¡Las Voces Ocultas...! La participación de hombres en el antiguo oficio. Estigma, género y política pública de los trabajadores sexuales en el área metropolitana de Puerto Rico a diciembre de 2009”, de las estudiantes Frances Solís García, Lori Ann Artache Delgado y Nydializ Rojas Rodríguez.
Sexo por dinero, una manera de sobrevivir , una manera más fácil y más práctica de buscar dinero son algunas de las explicaciones que dieron los 15 trabajadores sexuales que sirvieron de muestra a este estudio cualitativo.
Según las jóvenes a cargo de la tesis, la mayoría de estos trabajadores sexuales llevan una doble vida y durante el día se desempeñan como coreógrafos, paramédicos, obreros y barberos, entre otras profesiones.
El estudio revela que el trabajo sexual puede ser muy arriesgado y peligroso para los hombres.
“A veces los asaltan, les roban, los agreden, pero también a veces los tratan bien, es un trabajo en el que ellos no saben qué es lo que les va a tocar”, explicó Artache Delgado.
Uno de los más dramáticos ejemplos de estas circunstancias es el caso del joven Jorge Steven López, quien fue asesinado a finales del año pasado por un cliente que confesó odiar a los homosexuales.
El joven, que tenía un futuro en el mundo de la moda y la belleza, fue asesinado a sus 19 años en su cuarto día como trabajador sexual.
Según las jóvenes, mucha de la marginación que sufren los trabajadores sexuales surge de la generalización existente de que éstos son homosexuales y la homofobia se refleja entonces en un rechazo extendido a los que realizan el trabajo sexual.
Precisamente, el caso de Jorge Steven demuestra esto, ya que a lo largo del proceso judicial se ha observado homofobia por personas que han comentado que al joven le pasó lo que le pasó “por estar haciendo cosas que no debía”, según explicó el sociólogo y trabajador social Víctor Iván García Toro, catedrático jubilado de la Escuela Graduada de Trabajo Social.
"El Estado en Puerto Rico muestra una gran resistencia para todo lo que tenga que ver con la homosexualidad. El modelo que promulga el Gobierno es el del heterosexual y parece tener más disponibilidad para lidiar con la agresividad que la homosexualidad. Los crímenes de odio nos demuestran que ni el Estado ni la política pública del país están preparados para lidiar con la divergencia sexual. La implementación de la política pública es homofóbica", agregó.
A pesar de que son muchos los sectores que se oponen al trabajo sexual, los que se emplean en esta labor tienen en Tanamá y Aché dos proyectos que les brindan confianza, les extienden una mano y los ayudan a prevenir el contagio con enfermedades sexuales.
El coordinador del proyecto Tanamá, Jaime Santana, explicó que trabajan para promover la prevención en la población de transgéneros y transexuales de 18 a 24 años. Lo mismo hace Gustavo Adolfo Morales, trabajador de alcance en el proyecto Aché, que va dirigido a la población de hombres que tienen sexo con hombres de 25 a 49 años de edad.
“Definitivamente, te puedo decir que de tres meses para acá he visto gente nueva en los lugares de trabajo. Algunos lo ven como un empleo transitorio, pero otros ya llevan tiempo”, explicó Morales.
En los trabajos de alcance, dichas organizaciones han logrado promover que las personas de poblaciones de alto riesgo, como los trabajadores sexuales, se hagan con cierta frecuencia las pruebas del VIH. “En el Gobierno hay mucho desconocimiento. Aun cuando es ilegal el trabajo, no se debe dar de codo a una población en riesgo cuya fuente de trabajo es esto”, dijo Santana.