A la orilla de la laguna San José, en el fresco salón del Centro de Visitantes de la Península de Cantera, sentadas junto a máquinas de coser, dos mujeres escuchan atentamente a la joven Juanita Polanco Figueroa mientras explica, con la pasión que solo aquellas personas impulsadas por el deseo de ayudar a otros pueden mostrar, cómo se toman las medidas para una pieza de ropa.

Con la ayuda de un maniquí, Juanita extiende la cinta de un lado al otro y detalla cómo se mide a la altura de los hombros, en la cintura, alrededor del busto. Sus discípulas en el taller de Costureras Soñadoras escuchan con atención. Y, como suele suceder con iniciativas de esta naturaleza que buscan empoderar a las personas más vulnerables de comunidades marginadas, en el salón se respira una mezcla de esperanza e ilusión.

Juanita, una diseñadora de modas de 22 años de edad, es la gestora y maestra de este importante taller que, como ella misma explica, “tiene el propósito de beneficiar a mujeres de escasos recursos y que en ocasiones han sido víctimas de violencia doméstica, sean dominicanas o de otras nacionalidades”, con la meta de “enseñarles lo que es la costura y que a mediano plazo ellas puedan emplearse o autoemplearse y alcanzar independencia financiera”.

Al hablar de cómo llegó hasta este taller, Juanita relata, con evidente emoción, que luego de descubrir lo que es la moda sostenible, “me doy cuenta que, además de buscar producir con textiles orgánicos y ecoamigables, también busca que la calidad de vida de las personas que cosen esté bien. Ese conocimiento me abrió las puertas a crear lo que es Costureras Soñadoras”.

Juanita Polanco impulsa la iniciativa en la comunidad Cantera.
Juanita Polanco impulsa la iniciativa en la comunidad Cantera. (VANESSA SERRA DIAZ)

“Es un proyecto que nace de la certificación de liderato en equidad y justicia social de la Universidad Interamericana, en donde recibimos una beca. Y tuvimos también el apoyo de Fondos Unidos”, añadió.

La joven trujillana comentó que se adentró en el diseño de modas porque descubrió que combina dos cosas que le caracterizan, su pasión por las artes y su manera de ser “bien perfeccionista”.

Mientras buscaba un lugar para desarrollar la idea de su proyecto para costureras, conoció a la investigadora social Johanna Grey, quien le refirió al trabajador social de la comunidad de la Península de Cantera, Carlos García Cabassas, quien “muy dispuesto nos abrió las puertas” y coordinó las fechas para que naciera el proyecto en el Centro de Visitantes de la Península de Cantera.

“Gracias a Dios, el proyecto ha tenido mucha acogida. En esa primera convocatoria recibimos 30 llamadas. Solamente logramos impactar ocho personas, por la cantidad de máquinas (de coser) que teníamos, y una que otra (participante) pues tenía su máquina y la podía traer”, afirmó.

Con esa acogida, Juanita alberga la esperanza de “poner tener más máquinas y que el impacto pueda seguir”, pues hay más personas aspirando a recibir las clases de costura.

De hecho, según explicó, el proyecto arrancó, “con muy poco presupuesto” y tuvo que ingeniárselas para hacer rendir al máximo lo poco que tenía a su alcance.

“Teníamos $500 que donó Fondos Unidos, y con eso logramos comprar cuatro máquinas. Estiramos esos $500 como nunca antes yo creo que había estirado esa cantidad. También compramos una cantidad de tela. Y yo en mi casa tenía otras máquinas. Así que ya ahí tenía como siete máquinas disponibles para prestarlas durante los talleres. Y dos de ellas tenían sus máquinas y las traían”, relató. Explicó que, por tratarse de un taller técnico, “lo ideal es que máximo sean 12 personas para que así puedan aprender con calidad”.

“Pero más adelante la idea es que incluso ellas puedan llevarse las máquinas, tener sus máquinas, para que puedan continuar trabajando en su casa, y que el conocimiento no tan solo se quede en el lugar de aprendizaje, sino que lo puedan poner en práctica e incluso generar sus propios ingresos con esas máquinas que tengan”, insistió.

Las participantes de este taller, que fue un curso básico de seis talleres, en su mayoría “nunca habían cosido y aprendieron desde cero”.

“Realizaron tres proyectos en esas 15 horas. Comenzaron con un cojín, luego realizaron una cartera y luego una blusa”, detalló. “Y al final tuvimos una presentación en donde reconocimos sus características, porque parte del proyecto es que ellas puedan conocer las características que las hacen únicas”.

Sin poder evitar que las emociones se apoderen de ella, Juanita narró que una de las participantes “llevaba 30 años esperando la posibilidad de aprender a coser”, mientras que otra “es una persona que no conoce de letras y actualmente trabaja en mantenimiento, y ella dijo: ‘cuando aprenda a coser, dejo de pasar el mapo’”.

“Realmente, eso es una costurera soñadora”, afirmó en referencia a esas participantes del curso, mujeres dominicanas y puertorriqueñas de comunidades de escasos recursos. “Es esa idea del derecho que nosotras nos podamos dedicar a lo que queramos, y por selección propia, no meramente porque es lo que hay. Esa es la idea de Costureras Soñadoras”.

“Yo estoy bien feliz. Esto era algo que siempre había soñado, poder impactar a mujeres en diferentes comunidades. Y a través de esa certificación se hizo realidad”, agregó Juanita, apenas logrando completar de expresar su pensamiento, pues la emoción le provocó un nudo en la garganta.

Sin embargo, la aspiración de esta joven va mucho más allá de los logros de este primer curso, y está convencida de que se puede conseguir mucho más involucrando a otras personas, empresas y organizaciones que tengan la disposición de colaborar, de manera que se puedan subvencionar los cursos que se ofrecen de manera gratuita para estas personas de bajos recursos. Eventualmente, podría ofrecer cursos con “un impacto anual de 72 mujeres, mínimo, en diferentes comunidades de escasos recursos, para seguir cambiando vidas”, y añadir “un curso básico 2″, para las que se van graduando del primer curso, “en donde ya le enseñemos un poco más, cómo poner zippers, y que puedan realizar otros proyectos un poco más avanzados” y continuar con su desarrollo.

“Esto es un proyecto que no tan solo trabaja la autoestima de ellas, les da nuevos conocimientos y las empodera. También es parte del desarrollo económico de Puerto Rico. Pienso que Puerto Rico se debe comenzar a desarrollar en todo lo que es la mano de obra, y que nuevamente de aquí no tan solo puedan nacer empleados, sino también puedan nacer empresarias, nacer futuras diseñadoras de moda, que esa es la idea”, afirmó Juanita.

Si usted desea colaborar con Costureras Soñadoras, ya sea con telas, hilos, una máquina de coser en buen estado que tenga en desuso, una máquina de coser nueva, otros materiales de costura, una aportación financiera o de cualquier otra manera útil para el proyecto, se pude comunicar con Juanita a través del teléfono 787-642-2105, o al correo electrónico jpidesigns2020@gmail.com.