Hijo de pastor que falleció de COVID-19 en Mayagüez asegura que su padre no instó a feligreses a que no se vacunaran
El pastor Joel Seda Colón murió el pasado miércoles 23 de junio.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Joel J. Seda Orona, hijo del pastor Joel Seda Colón, quien falleciera la semana pasada a consecuencia del COVID-19, rechazó esta noche que su progenitor alentara a los feligreses de la iglesia “El Cuerpo de Cristo”, ubicada en la comunidad Lomas Verdes del barrio Río Hondo de Mayagüez, a que no se vacunaran contra la enfermedad.
En una carta abierta, Seda Orona indicó que, aunque su padre tenía una opinión sobre la vacuna que lo llevó a no vacunarse, instó a quien quisiera, era libre de hacerlo.
Seda Orona también aseguró que, de los 35 miembros de la iglesia, unos 17 están vacunados.
El Departamento de Salud informó ayer sobre un brote de COVID-19 que ha dejado cuatro personas muertas en la zona oeste y que mantiene a otras nueve hospitalizadas. El lazo en común es que acudían a la iglesia “El Cuerpo de Cristo”.
“Ha sido una congregación religiosa donde el pastor o pastora ha instruido a los feligreses a no vacunarse”, apuntó ayer a Primera Hora el doctor José Becerra, principal oficial de Epidemiología de Salud. “Ya hemos visto cuatro defunciones. Esto es severo”.
A continuación, la carta en su totalidad:
Saludos cordiales.
Mi nombre es Joel J. Seda Orona, hijo del pastor Joel Seda Colón, quien falleciera el pasado miércoles, 23 de junio, a consecuencia del Covid 19. Debido a la información altamente editorializada que ha salido por la prensa del país, de la manera como se ha presentado la transmisión en vivo de Facebook que dirigí el pasado domingo, y a las incontables llamadas y textos que he recibido, me he visto obligado a añadir más dolor a mi alma para salir en defensa de mi padre y expresar la verdad de lo que ha sucedido.
Mi padre, el señor Joel Seda Colón, era el pastor, junto con mi madre, de la iglesia “El Cuerpo de Cristo”, en la Comunidad Lomas Verdes del barrio Río Hondo de Mayagüez. Este dato ya es de conocimiento público. Lo que no es de conocimiento público y quiero que se sepa, es que todos los que conocimos a mi padre -de cerca o de lejos- sabemos que era un verdadero hombre de Dios. Él era íntegro, dedicado, amoroso, gentil, generoso, fiel, apasionado, chistoso, buen ciudadano, buen hijo, buen hermano, buen esposo, buen padre, buen abuelo y buen pastor. Su viuda -mi madre- sus tres hijos, sus tres nietos, sus hermanas, sus sobrinas, sus cuñadas, sus cuñados, su yerno, su nuera, sus amigos, sus compañeros de ministerio, y sus vecinos, testificamos esto.
Mi padre dedicó más de cincuenta años de su vida al servicio de su Gran Amor -el Señor Jesucristo de Nazaret- al cual le fue intachablemente fiel hasta la noche de su partida a encontrarse con Él. De estos, treinta y cinco los dedicó a la fundación, desarrollo y pastoreo de la iglesia “El Cuerpo de Cristo”, faena a la cual se entregó en cuerpo, alma y espíritu. Lamentablemente, la manera como se está presentando la extensa gestión pastoral de mi padre ignora por completo estos hechos. La prensa ha presentado a mi padre ante los ojos del pueblo puertorriqueño como “el pastor de Mayagüez que se murió de Covid después de instar a su congregación religiosa a no vacunarse.” Me veo precisado a rectificar esa terrible falsedad.
Mi padre era un exquisito maestro de la Santa Biblia. Esta era su única y exclusiva fuente de autoridad en materias espirituales, morales y éticas. Para él, cualquier filosofía, doctrina, dogma, corriente de pensamiento u opinión que se saliera de lo que expresara el Sagrado Texto, estaba apartado de la verdad. Esa exclusiva dedicación y fidelidad al estudio de las Sagradas Escrituras fue lo que él enseñó.
Nada más.
Deseo refutar vehementemente este punto que la prensa ha estado repitiendo sin ninguna verificación. Ni mi padre ni mi madre jamás enseñaron, instaron o aconsejaron a la iglesia “Cuerpo de Cristo” a que no se vacunaran contra el Covid 19. La persona -o personas- que avisó al Departamento de Salud sobre el brote, claramente no pertenecía a la iglesia, o no escuchó nunca predicar a mi padre ni mi madre. Él tenía su opinión acerca de la vacuna -como la tienen cientos de miles de puertorriqueños- la cual lo llevó a no vacunarse. Esa fue su decisión muy personal. Sin embargo, decía clara y reiteradamente que todos los miembros de la iglesia que quisieran vacunarse eran libres de hacerlo. Y muchos lo hicimos, ejerciendo nuestra cabal y libre voluntad. Los que no lo hicieron, también lo hicieron así. Incluso, mi madre y demás miembros de mi familia nuclear -además de mi esposa y yo- habíamos decidido vacunarnos previo a que nos acaeciera este brote.
Nunca hubo coacción de parte de mi padre, de mi madre ni de nigún líder de la iglesia a no vacunarse. Decir lo contrario es irresponsable. De los treinta y cinco miembros bona fide de la iglesia “Cuerpo de Cristo”, diecisiete (48.5%) estamos vacunados. Reitero este dato: la mitad de la iglesia está vacunada y otros miembros de la congregación ya habían planificado hacerlo, incluyendo la pastora. Estos datos los sé de pleno y personal conocimiento.
Otro punto importante es que, con toda probabilidad, el brote no comenzó en el seno de nuestra congregación. Nuestra iglesia es un lugar de sosiego, restauración y sanación para mucha gente. Y mucha gente nos visitaba. Cualquier visita pudo haber estado asintomática. Decir que el brote surgió categóricamente en la iglesia o que comenzó tal o cual día es altamente especulativo.
En la iglesia “Cuerpo de Cristo” se siguen los protocolos de uso de mascarillas, sanitización y distanciamiento social. Como ocurre en los centros comerciales, playas, restaurantes, conferencias de prensa del Gobierno y demás lugares de alto número de visitantes, algunos no eran consistentes con estas prácticas. Sin embargo, la política de la iglesia era que se siguieran los protocolos.
Finalizo con este punto: Este servidor, Joel J. Seda Orona, el hijo del pastor Joel Seda Colón, está vacunado con sus dos dosis desde el 19 de febrero de 2021. Mi esposa también está vacunada desde hace meses. Mi padre era tan respetuoso de la manera l de pensar de cada cual, que nunca coaccionó a su hijo a no vacunarse. Esta es la verdad.
Esta carta es la única comunicación que mi familia y la iglesia tendremos con la prensa del país. Les pido encarecidamente que no me continúen llamando ni texteando. No vuelvan por la iglesia. Tampoco vuelvan a buscar la casa de mi madre. Ella no va a recibirlos ni a dar expresiones. No se comuniquen con mis familiares. ¡Y ni se les ocurra llegar al cementerio! ¡Por favor, dennos nuestro espacio y respeten nuestro dolor y duelo! Muchas gracias.
Cordialmente,
Joel J. Seda Orona.