Hacen milagros con piezas de ropa
Rosa María Betancourt y su hija Nancy Ruiz dan nueva vida a las telas como sastres
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Casi siempre, los pedidos son “para ayer”, así que Betancourt Torres y su hija Nancy Ruiz Betancourt tienen la presión constante de cumplir en el tiempo estipulado, pero principalmente de lograr que la ropa quede tal como la quiere el cliente.
Betancourt Torres es una de las pocas sastre con que cuenta la ciudad y aunque califica esta profesión como una de mucho sacrificio, su amor por este trabajo la impulsa a continuar.
“Esta es mi pasión, yo digo que nací cosiendo. A mis hijas les hacía los trajes a mano, siempre me gustó la costura. Una vez estaba un poquito chavá, la situación económica no estaba muy buena y empecé a buscar qué hacer”, relató.
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Corría la década del 80 cuando decidió estudiar en el Colegio Técnico Vocacional a través de una propuesta del municipio de Ponce y desde entonces no ha dejado la sastrería.
“Yo cambio mucho la moda, por aquí eso no lo hace nadie. Por ejemplo, coger un gabán de caballero y virarlo completo, desmontarlo y hacerlo”, destacó.
“A los trajes de gala me piden que les haga mangas. Yo hago un milagro y con la estola le hago la manga y queda mejor que de fábrica. También le ponemos perlas, manguillos, reducimos faldas”, agregó la sastre.
Betancourt Torres aclaró que todavía quedan varias costureras y algunas operarias de máquinas de coser, pero sastre muy pocos.
Este trabajo no es para hacerse rica, pero sí ha sido su sustento por 34 años, 21 de los cuales los ha pasado en la llamada Plaza de los Perros, señaló.
“Nosotras siempre tenemos trabajo. Gracias a Dios, nos llegan clientes todos los días. Aquí viene gente con cosas tan difíciles que en ningún sitio se las quieren hacer. Viene mucha gente de otros pueblos como Yauco, Peñuelas, Adjuntas y Coamo”, expresó.
Ahora bien, a Betancourt Torres le preocupa que el conocimiento de la sastrería no se esté transmitiendo a las nuevas generaciones.
“Estamos en peligro de extinción. Son muy pocas las personas que quieren dedicarse a esto. Tiene que gustarte. Hay veces que te das con piezas y trabajos que no te salen y hay que tener paciencia. Yo entiendo que va en decadencia porque no hay motivación. Este es un trabajo bien sacrificado”, expuso.
Sin embargo, en lo que a ella respecta, seguirá mientras tenga salud porque es algo que lleva arraigado.