Guardianes científicos del ambiente
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Ahora los ciudadanos interesados en ser partícipes de investigaciones científicas y que a la vez quieran conservar el ambiente tienen un taller para ejercer ambas funciones simultáneamente.
Se trata del Programa de Ciudadano Científico que lleva a cabo el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico en la reserva natural hacienda La Esperanza, en el municipio de Manatí.
Dicho programa les provee la oportunidad a los ciudadanos de participar activamente de las investigaciones científicas ecológicas y de conservación que se llevan a cabo en la reserva natural.
Las mismas son lideradas por científicos expertos en las materias.
También, contribuyen a la conservación de los ecosistemas que existen en las 2,278 cuerdas de terreno y ayudan en el mantenimiento del tesoro arqueológico e histórico cultural que representa la hacienda La Esperanza.
“Es una iniciativa del Fideicomiso en general. Buscábamos ver cómo la gente pudiera tener una participación más activa al trabajo que nosotros ya realizamos, más allá de los intérpretes, que son las personas que dan el tour y que son los intérpretes ambientales que traducen en arroz y habichuelas la naturaleza. Queremos llevarlo más allá y que la gente se integre”, comentó Luisa Rosado Seijo, superintendente de la reserva natural.
Según explicó, “el trabajo científico es bien necesario y la gente puede ser parte del proyecto. (Queremos) que todo el pueblo sea parte, y que la gente se envuelva en la parte científica de lo que es proteger un área... Integrar a la comunidad al proceso de conservación y la investigación científica”, añadió.
La iniciativa de este proyecto se dio a raíz de la participación ciudadana que existe hoy día en la hacienda. Han sido muchos los voluntarios que se han integrado al proceso de manejo y el mantenimiento del lugar y, a la vez, han demostrado un interés en formar parte de las investigaciones que allí se llevan a cabo.
“Una de las cosas que hemos recibido es gente diciendo ‘mira, cómo podemos ayudar, me gustaría hacer lo que sea’. La gente quiere participar, ir más allá de un recorrido y ver de qué forma se puede ayudar. Sí, hubo un reclamo de la ciudadanía de querer ayudar”, afir- mó Rosado.
Este proyecto es de suma importancia, pues aporta al conocimiento científico de las áreas que allí se preservan y, a su vez, se aprende cómo poder ejercer mejor la función de guardianes de estos ecosistemas. La participación ciudadana permite que el proceso de recolección de datos sea uno más efectivo.
Hasta el momento, la aceptación del proyecto ha sido “impresionante. La gente está encantada. Son casi un 40% de personas que han venido más de una vez a diferentes o al mismo proyecto. Hasta el momento hay sobre 1,000 participantes. Tenemos gente muy emocionada, y ha sido superbueno”, concluyó.