Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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No, no es una burla el título de este escrito. En medio del caos que se formó por el apagón y dejó a todo Puerto Rico sin luz hay espacio para dar gracias.
Más allá de que pasamos calor, de que se nos dañaron las cosas que teníamos en la nevera y de que tuvimos que hacer largas filas para comer o tomar un café, el gran apagón nos enseñó muchas cosas.
Nos recordó que tenemos familia, vecinos, amigos. ¿Hace cuánto no dejabas el celular a un lado para tener una buena conversación con alguno de ellos? ¿Cuándo fue la última vez que recuerdas te tiraste al piso para jugar con tus hijos? ¿Cuándo fue la última vez que jugaste briscas? Probablemente ni te acuerdas, pero todo eso ocurrió durante el apagón.
Vi varias fotos en Facebook de vecinos que se reunieron para hacer BBQ y hasta su tacita de café compartieron, cosas que ya literalmente rara vez suceden.
Gracias al apagón, la imagen de nuestra Policía, que había sido lacerada por dos o tres agentes irresponsables, se colocó en un nivel muy alto que hace años no veíamos. Fueron, junto a los empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica, los héroes dentro de la difícil situación.
Fue muy bonito ver a los ciudadanos detenerse en medio del tapón para llevarles agua y comida a nuestros agentes que -bajo un extremo sol y fuertes lluvias- seguían de pie para dar el tránsito y no dejar que se formara el caos en la carretera. Eso, en mis casi tres décadas de vida, no lo había visto.
Tampoco podemos dejar pasar lo espectacular que se veía el cielo en las noches. Ese exhibición natural que nos daban las estrellas era impresionante. No había que ir al cine para entretenerse; la naturaleza lo regalaba.
Todo esto y muchas más ocurrieron durante las horas que estuvimos en tinieblas. Cosas que demuestran que los valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelitos siguen vivos para sí podérselos inculcar a los que van después de nosotros.
Son estas cosas las que nos devuelven la esperanza que, a pesar de la deuda, somos un país rico en gentileza y en compasión a los demás, algo que le hace falta a naciones grandes y poderosas.
Por esto y más: ¡gracias AEE por el apagón!