Gemelos Luis Roberto y Roberto Luis no conocen límites
Con 50 años edad, estos hermanos con síndrome Down son un ejemplo de superación.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Luis Roberto y Roberto Luis Capllonch Maldonado son unos gemelos ejemplares.
Su larga lista de triunfos va más allá de trofeos, medallas y reconocimientos por sus habilidades para el deporte, la música, el modelaje, la pintura y hasta la actuación.
Son de esa generación que han roto los estigmas de que la expectativa de vida de las personas con síndrome Down es de 25 años y que no se han dejado vencer por los “no se puede”.
Su madre, Elba Luisa Maldonado Negrón, ha sido clave esencial para que Luis Roberto y Roberto Luis, de 50 años, hayan logrado una vida exitosa y productiva.
Ambos cantan, pintan, nadan, alzan pesas, modelan, practican artes marciales y bolos, hacen “hang gliding”, patinan, realizan obras de caridad a través de la organización Caballeros de Colón, sirven como monaguillos en la parroquia San Felipe Apóstol de Carolina, actuaron en la película “Eco”, participaron de varias Olimpiadas Especiales en representación de Puerto Rico y, además han trabajado por 30 años consecutivos, desde el 11 de marzo de 1993, en la empresa Burger King.
No se puede quedar en la lista que “somos tíos de un niño de dos años y cuatro meses”, afirmó Luis Roberto, quien de los dos hermanos es el más conversador.
La lista de cualidades y actividades que tienen estos hermanos rompieron los pronósticos que le daban hace 50 años los doctores, en una época en que no existían los sonogramas para detectar que Elba tendría gemelos y mucho menos para adelantar que ambos nacerían con síndrome Down.
Su padre Luis Roberto Capllonch Viera contó cómo un endocrinólogo al que llevaron a sus hijos cuando estaban recién nacidos les dijo: “No esperen nada de ellos”. Dijo que los mandó a alimentarlos y nada más.
“Si ellos vieran”, soltó el hombre de 87 años, al rememorar el momento.
Luis Roberto y Roberto Luis fueron los primeros hijos del matrimonio de Elba y Luis Roberto.
Para la pareja “fue un susto” que fueran gemelos.
Elba contó que tuvieron que “salir a correr a comprar lo que se necesitaba para el otro bebé. Y, entonces, después me dijeron que la doctora sospechaba que tenían síndrome (Down)”, señaló Elba.
Mamá se convierte en terapista
A pesar de ser padres primerizos, la pareja no sintió temor de la crianza de dos niños con discapacidad.
“O lloraba toda la vida o los ponía funcionales. Me dediqué a buscar información y a ver qué podía hacer. Así que, busqué orientación, hasta me fui los sábados a la universidad a un curso de educación especial y a buscar información de qué era el síndrome y qué iba a hacer con terapistas y demás”, señaló Elba.
Recordó que dejó de trabajar y se dedicó de lleno a sus hijos.
Lo primero que hizo fue que los llevó a un centro de estimulación temprana en Hato Rey, donde había espacio para atender a uno de los dos niños. Dijo que pidió que le permitieran aprender lo que la terapista le hacía a uno de los gemelos para ella hacerlo con el otro.
“Era un experimento para ellos también, así que me lo permitieron, y de ahí fue que yo empecé con las terapias con ellos y toda esta estimulación que se le tiene que dar a estos niños”, dijo.
Señaló que, con lo aprendido en las terapias, en la universidad y todos los libros con los que se instruía, pidió permiso para usar la piscina de la urbanización Villa Carolina, en donde residen, para llevarlos a hacer ejercicios en el agua.
“Cuando ya empezaban a caminar y empezaron a manifestarse que podían seguir instrucciones, yo empecé en mi casa a hacer ‘homeschooling’ y con las telas que venían para hacer cortina de la cocina, que tenían gallo, gallinas, pollos, de todo, yo las cortaba e hice unos libritos. Yo sabía coser un poquito e hice libros de tela. Y así empezaron con los sonidos. De los sonidos, ‘cómo hace la gallina: coco, coco, co’, a aprender el nombre. Hasta que ellos empezaron a decir palabritas y, entonces, así se aprendieron todos los animales de la finca y, luego, yo le empecé a enseñar todos los otros animales de la selva. Mi hermana me mandaba libros. Yo lo que hacía era que pedía material didáctico de regalo para las Navidades... Yo tenía un closet que era nada más de material didáctico para enseñarle a ellos y yo seguí… Dejé mi trabajo y me dediqué a ellos. Y, entonces, ya a los dos años conseguí una persona terapista del habla y empezó a darme las instrucciones para darle terapia del habla. Y de ahí empezaron ellos a coger terapia del habla”, señaló la madre, de 78 años.
Mostró frustración con que los servicios que adquiría del gobierno no fuesen eficientes hace décadas. Contó cómo los llevaba a terapias en el Centro Médico y se tenía que ir, porque no había quién les diera el servicio.
Buscaron oportunidades
Pero estos padres apostaron a que sus hijos podían llevar una vida fructífera e independiente. ¿Qué hacían? Los enseñaban a perder el miedo en actividades que sabían que les podía ayudar a superarse, y luego los colocaban en clases o clubes en los que asistían niños “regulares”, explicó Elba.
Por ejemplo, en la piscina de la comunidad inició con la natación y luego los llevó con la Federación de Natación. Igual hizo con el patinaje. Les compró patines, los enseñó en el pasillo de la casa a perder el miedo y luego los puso en una organización.
Explicó que cuando iba, le pedía una oportunidad a favor de sus hijos. La primera respuesta que recibía era un “no”, pero insistía.
A modo de ejemplo, comentó lo que le sucedió cuando los llevó a la natación. “Yo le dije: ‘Me dan una semana. Si en una semana ellos no siguen instrucciones, yo me los llevo, no pasa nada y no se van ahogar. Yo le aseguro que no se van a ahogar y yo voy a estar aquí’. Llevaron 15 años nadando en ese equipo y pertenecieron a la Federación de Natación con los regulares. Y, así también entraron a Olimpiadas Especiales”, sostuvo.
Todos los deportes y actividades que practicaron los gemelos los ayudó a ser sociables.
También les ayudó ser partícipes de la vida escolar de su hermana Ruth, quien nació 10 años después de los gemelos.
El ejercicio que hacían en natación, artes marciales, patinaje y otros eventos también propició que Luis Roberto y Roberto Luis mantuviesen su salud física.
Además, Elba señaló que “descubrí que la comida te alimenta y te progresa, pero también te mata. Y el exceso de comida para estos niños, que ellos no tienen fondo, puede ser dañina. Entonces, tú tienes que enseñarles a cómo comer”.
Actualmente, lo más que le gusta hablar a los hermanos es de las múltiples actividades que hacen.
“Eso me cambió la vida hacerlo”, opinó Luis Roberto, cuando hablaba de su pasión por las artes marciales.
Pero, en realidad, se las echa de que “yo he hecho de todo un poco”.
Roberto Luis le siguió al afirmar que cuentan con una larga lista de actividades conquistadas, “porque queremos”.
30 años en Burger King
En la actualidad, los gemelos tienen una vida independiente. Manejan su dinero, el que ganan con su trabajo en Burger King. Luis Roberto labora en el restaurante ubicado frente al Tribunal de Carolina y Roberto Luis en el de la urbanización El Comandante.
Al hablar de la larga trayectoria de los gemelos en la empresa, el director de recursos humanos de Burger King, Manuel Marrero, expuso que suelen promover el que se integren personas “que tienen alguna diferencia de capacidad, sea a nivel físico, intelectual o sensorial”.
“En el caso de Luis Roberto y Roberto Luis son tremendos jóvenes que aportan grandemente a las funciones diarias en el restaurante. Durante más de 30 años que llevan trabajando en Burger King han demostrado que son comprometidos y dedicados. Estos jóvenes han recibido una crianza y educación espectacular de parte de sus padres. Son jóvenes que sirven con pasión y gran amabilidad. Siempre llevan una sonrisa, producto de su deseo de cumplir y ayudar. De verlos y compartir con ellos, ya se les toma cariño. Los gemelos Capllonch son seres especiales que sirven de gran ejemplo a muchos. Ambos demuestran claramente que cuando se desea hacer una labor de bien y aportar, se puede lograr, no importa la discapacidad que puedas tener”, expresó.
Cuando se les pregunta a los hermanos cómo han logrado tanto, Luis Roberto contestó que “yo tengo una persona que siempre impulsa mis sueños, que es Cristo. Me da fuerza para alcanzar metas”.
Dios, de hecho, forma parte muy importante en la vida de los hermanos. Tan es así que llevan 10 años como monaguillos.
El sacerdote de la parroquia a la que asisten, Rodney Algarín, destacó las habilidades de los jóvenes, que van desde que son los principales bailarines en las fiestas hasta los que consuelan en momentos de tristeza.
“Yo los veo a ellos como seres humanos integrales, con un corazón limpio”, dijo el religioso.
Pidió emular de Roberto Luis y Luis Roberto en sus acciones positivas hacia la vida.
“El corazón sin maldad puede alcanzar todo lo que se proponga. Ellos han logrado todo lo que se han propuesto, porque tienen un corazón y una mente limpia, que lo que busca es que todo lo que sea positivo en su vida, ejercerlo. Entonces, yo entiendo que lo que debemos de aprender de ellos es ese corazón limpio que hace falta en estos tiempos. En otras palabras, para triunfar no hay que dar espacio a la maldad”, afirmó Algarín.
Por otro lado, al incluir a sus padres como ejes importantes en sus trayectorias, los gemelos se acongojaron y no pudieron hablar.
La madre, por su parte, señaló que no ha sido sacrificado dirigir a sus hijos a ser independientes y exitosos.
“Si hubo trabajo, fue más dedicación. Y cómo es que yo te digo, si me quedaba con las manos cruzadas, ¿qué lograba? Si intentaba y enseñándolos y haciéndolo, yo veía progreso, ¿por qué no seguir?”, sentenció.
Ahora, la pareja está tranquila, pues reconocen que cuando fallezcan sus hijos serán lo suficientemente independientes como para continuar emprendiendo.
“La idea de hacerlos lo más funcional posible fue esto, darle más tiempo posible, dedicación a sacar adelante para que cuando yo no esté den menos trabajo para ellos puede ser muy dirigidos y tienen su hermana que los puede sacar hacia adelante, guiarlos, y por lo menos tengo que los respeten, que sean respetados”, concluyó Elba.