Fallece la mamá de los hermanos Colonna, unos niños desaparecidos hace casi 50 años en Luquillo
La mujer resguardó por décadas la esperanza de que sus hijos John y Giannina regresaran a su hogar y escucharlos decir: “aquí estamos, mamá”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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La progenitora de los hermanos John y Giannina María Colonna, unos niños secuestrados hace casi 50 años en Luquillo y cuyo caso siempre ha estremecido al pueblo puertorriqueño, murió este fin de semana en el mismo hogar donde por décadas se apostaba a mirar por la ventana, ante la espera de recibir alguna noticia que le indicara que sus hijos estaban vivos.
La noticia del fallecimiento de doña Noemí Aponte, madre de los menores desaparecidos el 5 de mayo de 1974 mientras salían a dar una vuelta con un amigo de la familia, fue confirmada a este diario por vecinos de la mujer. Trascendió que habrá un velatorio en Luquillo Funeral Home y, posteriormente, será sepultada en el cementerio nacional en Hato Tejas, Bayamón.
La mujer, quien tenía 84 años, siempre vivió en la residencia familiar de la urbanización Costa Azul, en Luquillo, donde conservaba en cada rincón del lugar fotografías de sus muchachos, quienes tenían 11 (Giannina) y 12 años (John) cuando fueron vistos por última vez.
En una entrevista con Primera Hora hace varios años doña Noemí -paciente de cáncer- reveló la angustia que supuso la investigación del caso luego que la pesquisa se volcara en su contra al surgir información por parte de la Interpol de que los menores no eran hijos biológicos de su esposo, John Colonna. El hombre falleció en 1982 luego que le diera un derrame cerebral a consecuencia de un cáncer terminal.
“Estos años de angustia, en lugar de búsqueda, se revirtieron en mi contra, y eso me ha dolido más. Me destrozó el corazón porque ya Dios me estaba dando fortaleza para aceptar las cosas cuando pasó lo otro”, expresó a Primera Hora en una extensa entrevista en el verano de 2012.
“Lo otro”, a lo que hacía referencia Noemí, son datos revelados en 2005, año en el que se dijo públicamente que la Interpol tenía pruebas genéticas de que John Colonna no era el padre de los niños. De hecho, la investigación reactivada por la agencia trató de implicarla en la pesquisa como sospechosa y hasta la sometieron a pruebas de polígrafo, durante las cuales, en vez de hablar sobre las circunstancias de la desaparición, se le inquirió sobre su vida sexual.
“Yo me casé a los 19 años, señorita... John, mi marido, fue el amor de mi vida, fue mi primer amor, mi primer hombre, y cómo ellos me vienen a decir que los niños no son de él. Querían resolver el caso a costa mía, de mi dolor, y eso es una cochinada. Mis hijos no son bastardos, y que ellos dijeran eso me ha dolido, me ha cogido el corazón y me lo ha destrozado”, subrayó ahogada en llanto la mujer que sintió que se le mancilló su reputación.
Asimismo, explicó que en 2002 unos agentes llegaron a su casa diciéndole que tenían buenas pistas para resolver el caso. Le hablaron de una muchacha en Mayagüez que alegaba estar buscando a su mamá. “Parece que un familiar, cuando estaba muriendo, le reveló que su verdadera madre era puertorriqueña. Entonces, ellos supuestamente pensaron que era Giannina”, explicó doña Noemí al mencionar que fue a través de esa alegación que los agentes “se escudaron” para solicitarle artículos que pudieran ser utiliados para pruebas genéticas de ADN. La mujer entregó a las autoridades federales unos dientitos de leche de los nenes que tenía guardados en un cofre, y hasta accedió a realizarse pruebas de sangre.
“También me pidieron permiso para exhumar el cuerpo de John y les dije que sí. Cooperé 100% para que después vinieran a torturarme de esta forma y a decirme que sus pruebas habían dicho que no eran hijos de él... algo se hizo mal en esas pruebas porque mis hijos son de John Colonna. Y, si no, y como les dije a ellos en aquella ocasión, que me hagan las pruebas de ADN nuevamente y que esté presente el obispo de San Juan. Si me prueban que no son hijos de John, son un milagro de Dios, porque yo no conocí otro varón cuando quedé encinta”, dijo la mujer, quien se casó a los 19 años con el hombre, que era de nacionalidad francesa y que le llevaba 36 años de edad.
Noemí explicó que, precisamente para “respetar la memoria” de quien fuera su esposo por 25 años, quería cerrar tan triste y amargo capítulo de su vida , tuvo la intención de procurar que las autoridades declararan muertos a los niños. A pesar de lo manifestado por Noemí, sus intenciones de declarar muertos a Giannina y John nunca se concretaron. El director de la Interpol en aquel entonces, Alberto Grajales, explicó a este diario que de un tribunal otorgar las actas de defunción, el caso se archivaría.
“Cuando desaparecieron los nenes, fue devastador para él (John). Par de veces quiso suicidarse. Me decía: ‘Vamos a suicidarnos los dos, vámonos con los nenes’. Yo le contestaba: ‘John, no sabemos nada, si tú te suicidas, si nos morimos y los nenes vuelven, quedarán con un trauma grande. Tenemos que estar aquí y estar fuertes para ayudarlos cuando lleguen’”, dijo la mujer que siempre tuvo la esperanza de que sus hijos regresaría a su casa en Luquillo y atravesarían la puerta de su hogar diciéndole: “aquí estamos, mamá”.
“Pensaba que llegaría alguien a entregármelos. Pero así han pasado todos estos años. Espera, espera... llorando y llorando”, afirmó, quien fue perdiendo aquel anhelo poco a poco.
“Ya no, creo que ya no (volverán). Están aquí en mi corazón, donde estarán siempre, donde están 24/7. Yo los tengo en mi pensamiento todo el tiempo. Puedo estar cantando, bailando, pero ellos están ahí todo el tiempo. Esto es una herida que no se sana y de la que lloro todos los días”, agregaría la mujer.
Se presume que John y Giannina fueron raptados por una recompensa de $72,000, en complicidad con un comerciante de nombre Tomás Rodríguez, vecino de los Colonna. Rodríguez se suicidó en Miami ocho meses después del suceso y dejó una carta en la que, alegadamente, explicó parte del complot. Sin embargo, las autoridades nunca resolvieron el caso.