La exjueza y ex primera dama Jeannette Ramos Buonomo fue recordada por sus amigos como una pieza clave para que las mujeres puertorriqueñas lograran igualdad de derechos ante los hombres en el sistema judicial del país.

Ramos Buonomo, exesposa del exgobernador Roberto Sánchez Vilella, falleció hoy en la mañana en su hogar tras una larga batalla contra el cáncer.

La exjueza tuvo cuatro hijos, Wouter Ernesto y Robert Paul Bordewijk, y Roberto José y Olga Elizabeth Sánchez Ramos, estos dos últimos del matrimonio con el exmandatario popular.

Uno de los que lamentó su fallecimiento fue Federico Hernández Denton, ex juez presidente del Tribunal Supremo, y quien tuvo una amistad de más de 50 años.

Junto a mi esposa, Isabel Picó, trabajaron en lo que fue la primera reforma del Código de Familia del Código Civil para equiparar los derechos entre hombre y mujeres. Fue el primer gran cambio: darles derechos a las mujeres en ese momento que no los tenían”, rememoró.

Para Hernández Denton, uno de los mayores legados de Ramos Buonomo, a quien describió como una “buena jurista”, fue mientras laboró como jueza en la Sala de Familia del Tribunal de Primera Instancia.

“Tenía un compromiso extraordinario. Estudió psicología para poder atender los casos de manera correcta”, destacó.

Posteriormente, Ramos Buonomo fue nombrada al Tribunal de Apelaciones por el entonces gobernador Rafael Hernández Colón.

Ella contribuyó muchísimo al desarrollo de ese Tribunal. Hubo cuestionamientos, pero ella le dio el prestigio”, manifestó vía telefónica el ex juez presidente del Supremo.

Hernández Denton tuvo la oportunidad de despedirse de ella, sin saberlo, cuando hablaron la semana pasada por última vez.

“Me dijo que su salud se había deteriorado mucho. Sentía y presentía que era una despedida”, recordó.

En el plano personal, describió a la exjueza como una persona con una “elegancia especial”, de “carácter fuerte” y “muy comprometida con Puerto Rico hasta el final de sus días”.

“Tenía una sensibilidad especial por los problemas de Puerto Rico, sobre todo por las personas más desaventajadas”, contó.

Un “baluarte”

Por su parte, el abogado Rafael Cox Alomar recordó que en una de sus últimas conversaciones le afirmó: “He vivido plenamente”.

El también profesor de derecho detalló la vida de Ramos Buonomo, desde su niñez, y el marco histórico y político en el que le tocó vivir.

“Su partida marca el final de un ciclo histórico que comenzó con su nacimiento en Ponce el 3 de julio de 1932, cuando su padre Ernesto Ramos Antonini se encontraba enfrascado en el fragor de la campaña política que lo llevó por vez primera a ocupar un escaño por acumulación en la Cámara de Representantes por el antiguo Partido Liberal liderado a la sazón por don Antonio R. Barceló”, relató en declaraciones escritas.

Añadió que, a sus 8 años, Ramos Buonomo presenció la “conformación de una nueva topografía política” en Puerto Rico, modelada por Luis Muñoz Marín y su padre, a raíz de la elección decisiva de 1940.

“Con la accesión de su padre a la presidencia de la Cámara en 1946 y la mudanza de su familia a San Juan (en la calle Duarte de Floral Park), Jeannette comenzó a atisbar las transformaciones de que era objeto Puerto Rico inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Es durante este periodo que, por vez primera, visita la Europa asolada por las tropas del Tercer Reich y hace contacto con la sociedad holandesa quien años más tarde la acogería y dónde cursaría estudios en la Universidad de Utrecht”, comentó.

Posteriormente, regresó al archipiélago y decidió estudiar abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR), donde se recibió en 1963 con el segundo promedio más alto de su clase y como editora de la Revista Jurídica de la UPR. Se graduó de una clase en la que, de 100 alumnos, solo 10 eran mujeres.

“Cuando la muerte sorprende súbitamente a su padre, el 9 de enero de 1963, Jeannette ya estaba totalmente comprometida con las luchas y las causas del país”, puntualizó Cox Alomar.

Ramos Buonomo trabajó varios años como asociada en el bufete del abogado José Trías Monge hasta que el Sánchez Vilella la designa como la primera mujer asesora del gobernador en La Fortaleza.

“Cargo de asuntos legislativos en uno de los cuatrienios más complejos que jamás haya vivido el país. Sin miedo y con la frente en alto, asistida por un preclaro intelecto, desempeñó sus funciones desde 1965 a 1967″, describió el catedrático.

Para ese entonces, salta a la palestra pública el romance con Sánchez Vilella, con quien se casa mientras era gobernador de Puerto Rico.

Al salir don Roberto de la gobernación, el 2 de enero de 1969, ya Jeannette era Jeannette. Ya no era la hija de o la esposa de —era una mujer en control de sus decisiones decidida a romper esquemas y ensanchar las puertas del porvenir para las hijas de esta tierra, entonces subordinadas por la mácula del machismo”, abundó Cox Alomar.

La ex primera dama se acogió al retiro en 2002.

“Con la muerte de Jeannette Ramos Buonomo el país pierde a una mujer de primera fila —baluarte inmarcesible de nuestra propia historia”, lamentó.

“Un ejemplo a emular”

Con esas expresiones coincidió la licenciada Carmen Rita Vélez Borrás, amiga íntima de Ramos Buonomo por más de 30 años.

“Su muerte es una pérdida grande al país. Con ella se pierde la memoria de una generación. Ella recordaba muchos momentos de la historia de Puerto Rico. Es un ejemplo a emular”, aseguró en una llamada telefónica.

Vélez Borrás también tuvo la oportunidad de despedirse de su amiga el martes, con quien habló por más de dos horas.

“Dios me dio la oportunidad de estar con ella ayer (martes), hasta las 6:00 de la tarde. Estaba lúcida, con su cabeza habilidosa, hablando del estatus... Creo que ella pensó que era una despedida. Yo pensaba que la iba a ver otra vez”, recordó con voz entrecortada.

Ambas se conocieron en 1988 luego que Vélez Borrás fuera nombrada jueza superior en el Tribunal de Primera Instancia de Carolina, donde coincidieron. Allí, entablaron una relación profesional que se convirtió en amistad.

“Fue mi mentora de toda la vida, mi amiga, mi conspiradora”, dijo.

La describió como una mujer de familia, polifacética y amante de la música, las artes, la “buena vida”, la política y las tertulias.

Sobre ese último punto, la licenciada destacó que Ramos Buonomo formó distintos grupos de mujeres en los que leían y conversaban.

“Hablábamos de Puerto Rico. Ansiábamos buscar la fórmula en cómo contribuir y echar para adelante al país, y a pasarle el batón a las próximas generaciones... Ella tuvo el liderato siempre en la búsqueda de la igualdad de los géneros en los sistemas”, resaltó.

Entre los momentos que atesorará, confesó, se encuentra cada cumpleaños de Ramos Buonomo, pues siempre iban a almorzar juntas. Así como todos los años despedían el año en familia.

“Murió tranquila, sabiendo que había vivido a plenitud y que era su momento”, aseguró.