Emilio “Millo” Flores, el boricua que ostentaba el récord Guinness por ser el hombre más longevo del mundo, murió a sus 113 años, informó este viernes el municipio de Trujillo Alto.

El hombre nació el 8 de agosto de 1908 en Carolina. Fue el hijo mayor de Alberto Flores y Margarita Márquez. Al momento de su fallecimiento, vivía en Trujillo Alto. Tuvo cuatro hijos junto a su esposa, Andrea Pérez, con quien estuvo casado más de 75 años y quien falleció en 2010.

El pasado mes de junio, el libro de récords Guinness certificó a don Emilio como el hombre vivo más viejo del mundo, cuando tenía 112 años con 326 días.

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“Mi papá me crio con amor, amando a todo el mundo. Siempre me decía a mí y a mis hermanos que hiciéramos el bien, que compartiera todo con los demás. Además, ¡Cristo vive en mí!”, le dijo don Millo a Guinness tras recibir el galardón.

Desde muy pequeño, Flores comenzó a ayudar a su padre trabajando en la agricultura, sembrando maíz, ají, pimientos y recogiendo huevos de las gallinas. También, se dedicaron a la siembra de la caña de azúcar, un producto que se daba con abundancia en la isla, y parte de sus labores se centraban en abonar y montar la caña en vagones.

Además, por ser el hermano mayor, se dedicaba a labores domésticas y al cuidado de sus hermanos.

El pasado 8 de agosto, celebró sus 113 años bajo los cuidados de sus hijos Tirsa y Emilo Flores, quienes lo describieron como un hombre “bien jovial”.

“Entabla una conversación con cualquier persona. Era muy dinámico, fuerte de carácter, pero amoroso. Cuando tenía que decir algo, lo decía a raja tabla”, indicó Tirsa Flores.

Antes de su muerte, apenas podía hablar.

“Fuerte, gracias a la alimentación de antes”

Primera Hora entrevistó a don Emilio hace 8 años, cuando tenía 104 años, con motivo del Día de los Padres.

En aquel momento, sus familiares contaron que, a pesar de la edad, don Millo solo padece de sordera y su estado de salud era tal que a los 101 años superó una operación al que fue sometido para colocarle un marcapasos.

Él aseguró que se sentía “fuerte, gracias a la alimentación de antes”.

Al preguntarle cuál era la clave para vivir tantos años, dijo sin tapujos que “ha vivido consciente de lo que hace, sin enojos y amando”.

De doña Andrea, Millo dijo que fue el amor de su vida.

Mientras criaban a sus cuatro hijos —dos de ellos ya fallecidos— don Emilio realizó distintas labores para poder ganarse la vida y hacer  que todos sus hijos fueran unos profesionales.

“Yo he vivido mi vida. He sido conforme con la vida. Muy tranquilo”, dice el abuelo de cinco nietos y cinco bisnietos.

“Yo ayudaba a mi papá en la caña. Antes en Puerto Rico había mucha caña y yo  le ayudaba  regando abono. También montaba la caña en vagones y ganaba $1.12 diario”, explicó don Emilio, aclarando que eso sucedió después de haber pasado por la Isla  la tormenta  de San Ciprián en el 1932.

Supercentenarios Puertorriqueños

El libro de récords Guinness se asegura de que haya suficiente evidencia para catalogar a una persona como la más longeva del mundo. Por eso, existen varios reclamos de otros individuos que alegan tener más edad, pero no tienen evidencia que sostenga sus reclamos.

En el caso de Puerto Rico, esta es la tercera vez -en tiempo reciente- que Guinness tiene a un boricua entre los más viejos.

Emilio es el segundo varón que ocupa esta posición. Anterior a él, Emiliano Mercado del Toro fue confirmado como el hombre más longevo y la persona (hombre o mujer) viva más vieja del mundo con 115 años en 2006.

En 2004, la persona más longeva del mundo también fue de Puerto Rico, esta ocasión una mujer. Se trató de Ramona Trinidad Iglesias-Jordan, de 114 años.

Con el cumpleaños 113 de Emilo Florez, este ocupó la posición número 20 de la lista certificada de los hombres que más años han vivido en el mundo.

De manera confirmada, el hombre que más años ha vivido -que se tenga en récord- fue un japonés llamado Jiroemon Kimura, quien murió en 2013 a la edad de 116 años con 54 días.

En el caso de las féminas, la mujer que más años ha vivido, de manera confirmada, fue una francesa llamada Jeanne Louise Calment, quien murió a los 122 años con 164 días en el año 1997.