Uno a uno, los estudiantes de primer grado de la maestra Yolanda Sosa se acomodaron en la acera frente al salón. La maestra los llamó a cada uno por su nombre y se aseguró que estuvieran distanciados uno de otros antes de salir a caminar todos juntos hacia el área donde recogerían su almuerzo. Eran las 10:40 a.m. y el primer día de clases presenciales llegó a su final.

“Esto es lo más difícil”, expresó Sosa, luego de recordarles a dos niños al final de la fila que debían mantenerse alejados uno del otro.

En la escuela elemental Villa Capri, en San Juan, 33 de los 62 estudiantes de kínder a tercer grado que tomarán clases presenciales llegaron hoy al plantel, detalló el director escolar, Jorge Alberto Santiago.

En el grupo de kínder de la maestra Maricel R. Ramos Rivera, cinco de sus estudiantes pisaron por primera vez un salón de clases. A media mañana, emocionados y con poco rastro de timidez, respondían las preguntas de la maestra e identificaban los colores de las figuras que le mostraba Ramos Rivera.

“Estaba deseosa de estar presencial porque los niños de kínder lo necesitan”, sostuvo Ramos Rivera.

Este primer día lo dedicó, principalmente, a orientar a sus estudiantes sobre las medidas de protección que deben seguir para minimizar los riesgos de contagio con COVID-19, como usar sus mascarillas todo el tiempo, y les recordó que no pueden compartir materiales y juguetes.

Una de sus estudiantes, Danna Rondón Pérez, de cinco años, salió de la clase con un pequeño juguete de un pingüino que le regaló la maestra. Al encontrarse con su madre, Yarimar Pérez, afuera de la escuela, contestó con un rotundo “sí” y se echó a reír cuando se le preguntó si le gustó su escuela.

Mientras, para Abigail Díaz, estudiante de segundo grado, la mejor parte de su día fue la clase de Educación Física.

“Hicimos ejercicios”, expresó Abigail, en compañía de su madre, Jaimy Ramos. “Contamos, restamos y leímos también”, añadió la niña de 7 años.

Por su parte, Joangeils Caraballo, de 8 años, estaba lista para regresar a la escuela tras meses sin pisar un salón.

“Me sorprendí porque hace como un año que no venía... Extrañé mucho a mi maestra”, manifestó la estudiante de tercer grado, quien también añadió que extrañó a sus amigos y al personal escolar, sobre todo a las empleadas del comedor escolar que cocinan la comida que le gusta.

La escuela de Villa Capri fue una de las cinco escuelas en la región educativa de San Juan que hoy reabrió sus puertas a los estudiantes. El director escolar reconoció que fue un día “intenso”, pero cumplieron con las expectativas. Sostuvo que recibir la mitad de los estudiantes fue un logro y espera que en los próximos días aumente la matrícula que reciben, a medida que más familias se sientan cómodos con las medidas de protección que han adoptado.

La escuela cuenta con una carpa en la entrada peatonal desde la cual se les toma la temperatura a los alumnos y tienen un lavamanos con jabón y papel toalla para que todos se laven las manos. Los salones tienen un cupo máximo de 12 personas cada uno, la enfermera pasa a media mañana por los salones a tomar nuevamente la temperatura de los estudiantes y el salón de aislamiento -ubicado cerca del anfiteatro- está listo para recibir a cualquier menor que necesite ser separado de su grupo. El almuerzo se preparó en en el comedor y se le entregó a cada niño antes de salir de la escuela para llevarlo a casa, junto con el desayuno del día siguiente.

Santiago destacó que implementar las guías de Departamento de Educación y el protocolo del Departamento de Salud para reducir los riesgos de contagio con COVID-19 requirió mucha lectura y planificación, pero integrar las medidas al día a día escolar no es demasiado complejo.

“Cuando uno lleva (el protocolo del Departamento de Salud) a la práctica, quizá en papel se ve impresionante, pero realmente cuando tú lo pones en acción, no es tan impresionante. Es sencillamente tú ser cuidadoso en todas aquellas cosas que son neurálgicas”, expresó el director escolar.

Al terminar el primer día, Santiago indicó que le preocupó que algunos padres llegaron a recoger a niños más tarde de lo previsto, por lo cual enviaría recordatorios sobre el horario escolar.

En esta escuela, a través de una colaboración con una empresa privada, los maestros ofrecerán clases simultáneamente a los estudiantes que estén de forma presencial y a aquellos que estén en sus casas, destacó Santiago.

Sobre el escritorio de la maestra de segundo grado Hilda Nieves Márquez habían dos computadoras portátiles. Una es la computadora que le proveyó en verano el Departamento de Educación; la segunda está equipada con una cámara adicional y será la que utilizará a partir del lunes para atender a sus 18 estudiantes a la vez.

“El trabajo virtual es bien difícil. El trabajo en general es sacrificado, pero virtual, tener la atención de ellos con todas las distracciones (en las casas), es difícil de controlar”, reconoció Nieves Márquez.

Como primera tarea del día, la maestra le pidió a sus estudiantes que dibujaran cómo se sentían de regresar a la escuela. En las libretas abundaban los dibujos de caras sonrientes.