Ya sea que se trate de una muerte repentina e inesperada, o una luego de un largo proceso de enfermedad, o el proceso de sobrevivir a esa muerte, en el sinnúmero de diferentes escenarios socioculturales que puedan darse a través de cada persona y familia, la labor del especialista en tanatología puede llegar como apoyo esencial para ofrecer paz a las personas en tan duro proceso.

Pero la tanatología, cuya semana oficial se celebrará del 19 al 25 de marzo próximo con una cargada agenda de actividades en la biblioteca del Recinto de Ciencias Médicas la Universidad de Puerto Rico (UPR), apenas cuenta con un reducido número de especialistas certificados en la Isla, a pesar de la gran demanda por sus servicios, según comentaron dos tanatólogas certificadas, la doctora Shirley M. Silva Cabrera y la enfermera registrada María M. Román Vega.

La tanatología, explicó la doctora Silva, quien labora para el Hospital de Trauma de la Administración de Servicios Médicos (ASEM) y profesora de la UPR, la tanatología es la “ciencia y rama de la salud que estudia, investiga, analiza, interviene en los procesos y manejo de evento o muerte, desde que se diagnostica una enfermedad terminal o muerte inesperada, hasta cómo las personas reaccionan a ese tipo de pérdida, lo que se conoce como duelo”.

La tanatología no se limita a situaciones de muerte. Por el contrario, también se extiende a “todo tipo de pérdida significativa”, tales como eventos de pérdida de empleo, divorcio, o escenarios de amputaciones o pérdidas de alguna función importante como la vista o el movimiento de parte del cuerpo, o algún otro “cambio contundente o significativo en el ser humano”, como puede ser un escenario que ocurre con frecuencia en los hospitales, en el que una persona sobrevive un accidente, pero hay que notificarle la pérdida de otro ser querido en ese mismo accidente.

Por otro lado, no todas las personas que estudian y se dedican a la tanatología trabajan con los mismos escenarios, pues algunos se dedican más a trabajar en ambientes hospitalarios, pero también otros laboran en servicios de educación o de investigación.

En el caso de quienes trabajan con escenarios hospitalarios, enfrentan más a menudo “lo que es la muerte súbita, inesperada”, pero también asisten en casos de muerte esperada, ya sea que se espera que ocurra tiempo después, porque la persona sufre alguna enfermedad degenerativa, como cáncer o diabetes, que provoca un deterioro paulatino de su salud, o en aquellos casos que se espera pueda ocurrir de manera más rápida por las condiciones de salud que tenga la persona, por ejemplo, “la persona está malita del corazón y eventualmente puede sobrevenir un infarto” que ponga fin a su vida.

Además de lidiar con la muerte como tal, el tanatólogo puede asistir en la toma de decisiones al final de la vida, algo que no necesariamente tiene que ocurrir de manera lineal, sino que puede coexistir con la atención a la muerte.

“La persona que trabaja con la tanatología atiende no solamente al paciente, sino también a los familiares y allegados de ese paciente, y también puede ocuparse del personal de salud que interviene en el caso. Porque también el personal de salud tiene sus sentimientos, sus propias reacciones ante todos los casos que está atendiendo y sus inquietudes que quiere compartir”, añadió la doctora.

Según la doctora Shirley Silva, la tanatología no se limita a situaciones de muerte, sino que se extiende a “todo tipo de pérdida significativa”.
Según la doctora Shirley Silva, la tanatología no se limita a situaciones de muerte, sino que se extiende a “todo tipo de pérdida significativa”. (Ramón “Tonito” Zayas)

La enfermera Román, recién retirada del Hospital de Veteranos de San Juan, donde formó parte del equipo de cuidado paliativo, el comité de cáncer, el comité de ética y el primer grupo de apoyo a empleados que servían a pacientes y familias con condiciones de cáncer y otras enfermedades complicadas, tales como cardiacas, urinarias, intestinales, demencia, Parkinson y otras que requieren apoyo continuo en la fase final de la vida, trajo un par de ejemplos que ilustran la labor del especialista en tanatología.

En un caso, que ocurrió mientras laboraba en oncología con “una pareja muy joven”, y que catalogó de “una experiencia muy especial”, narró que recibió una llamada “desesperada” en luego que la joven llevara a su esposo a sala de emergencias. La recibió en su oficina, le orientó y le explicó sobre todos los cambios que podía sufrir el paciente, que estaba ya en etapa terminal, “y le expliqué los detalles tan importantes que necesita escuchar este paciente cuando está en este proceso, escuchar te amo, que se le dé las gracias por su vida, por todo lo bueno que ha dejado, por todo lo que han recibido, escuchar perdóname, porque a veces en la vida uno hace cosas tontas y necesita escuchar que se le diga perdóname y yo te perdono”. Al día siguiente, muy temprano, recibió una llamada de la esposa. Le dijo que habían tenido la conversación que le había recomendado durante la estadía en sala de emergencia, “tan bonita, tan significativa”, y al llegar a casa, su esposo le pidió agua para unas pastillas, y cuando regresó, él había fallecido. “Me decía cuán beneficioso fue el haber tenido la conversación con él, porque dentro de su dolor y su pena, tenía paz”.

María Román, enfermera registrada.
María Román, enfermera registrada. (Suministrada)

En otro caso, mientras hacía llamadas de seguimiento a pacientes que enviaban a auspicio, que son aquellos con una condición terminal con expectativa de una semana a seis meses de vida, y que hubo que hacer mucho más durante el periodo de más agudo de la pandemia de COVID en que no se podía dar servicio presencial, tuvo una llamada, de una hija a la que daba servicio de apoyo emocional y “que me llamaba continuamente, desesperada, porque estaba cuidando a su papá sola, y un día me llamó muy temprano por la mañana para decirme que estaba agarrando la mano de su papá que había fallecido. En ese momento estaba aturdida porque no sabía qué hacer. Y le fui explicando, porque ella necesitó en ese momento ese apoyo, que es otra de las cosas que hacemos”.

Sea cual sea el escenario que tenga enfrente, de muerte o algún otro cambio drástico, la persona dedicada a la tanatología puede asistir y ofrecer sus servicios, sea a enfermos terminales y cuidadores, a estudiantes, a comunidades, “a través de un proceso educativo, un proceso de orientación, un proceso de consejería”.

Por otro lado, si bien la tanatología trabaja a menudo en equipo con otras disciplinas, y el aporte que pueda llegar desde diversas entidades, entre las que se incluyen parroquias e iglesias, la doctora aclaró que la tanatología “es ciencia, no es religión, aunque puede utilizar el valor de la espiritualidad dentro de sus estrategias de intervención, porque eso es parte del ser humano”.

“Esto es una ciencia, pero también es un arte, debido a todas estas diversas circunstancias en las cuales nos podemos contemplar como profesionales”, sostuvo la doctora Silva. “Puede también integrar en sus intervenciones las artes y la espiritualidad”.

En buena medida, explicó la doctora, el servicio va a depender de la “profesión base” del especialista, pues no hay una formación como tal en tanatología a la que un estudiante acceda luego de terminar la escuela superior, sino que se llega a esta especialidad luego de madurar y ganar interés en el tema de la muerte, que también “está presente en ese camino que ellos escogieron, ya sea en las leyes, en las ciencias de la salud, en la pedagogía, en las artes, y dicen, ‘cómo yo puedo conocer más sobre esto que está impactando en mi carrera y no se me enseñó en el currículo’. Y viene esa sed de conocer más sobre la muerte y las reacciones a las pérdidas, y estudian tanatología”.

Comoquiera, en los esfuerzos por reglamentar la tanatología, se pide que esos profesionales tengan como “mínimo un grado de bachillerato, para poder aspirar a una reválida en tanatología, porque eso es parte de nuestra responsabilidad”. No obstante, aquella persona que no tenga interés en pasar esa reválida y ser tanatólogo certificado, aun puede aportar al campo con diferentes estudios. “Pero lo único que pedimos es que no se represente como tanatólogo, porque ya el ser tanatólogo es una credencial”.

Silva espera que, en la medida que se hable más sobre el tema de la muerte y los servicios de tanatología, aprovechando actividades como las que llevarán a cabo en la Semana de la Tanatología, las personas puedan aumentar su nivel de consciencia sobre el tema de la muerte, el duelo y las pérdidas. De igual forma, que puedan aprender más sobre el vocabulario, explicarse mejor y entender mejor a los profesionales, y educarse sobre el proceso de morir, que “puede ser largo o corto, de calidad o en condiciones bien tristes”, y sobre la muerte, que puede ser “muerte física o biológica, muerte cerebral o por criterio neurológico, muerte celular, o el cese de funciones de los distintos sistemas de nuestro cuerpo. Eso son tipos de muerte”.

“La muerte es inevitable, es impredecible y vendrá, independientemente de cualquier recurso que tengamos a la disposición, quizás para atrasarla un poquito, pero tarde o temprano puede acontecer. Y eso no significa que andemos con un bolso en las espaldas penando porque algún día vamos a morir, o que estemos todo el tiempo pensando en ella y dejemos de disfrutar la vida o de buscarle el aspecto positivo. No. Precisamente porque me estoy educando en la tanatología es que mi vida va a tener mayor calidad, sentido y significado”, insistió la doctora.

“La tanatología es un mundo de oportunidades para mitigar el sufrimiento del ser humano. Y Puerto Rico necesita mucho de la tanatología, pero necesitamos personas debidamente preparadas al respecto”, insistió la doctora Silva, agregando que “cada vez las llamadas son más y la necesidad de servicio es mucha” y, al momento, solo hay en la Isla seis tanatólogos certificados.

Si usted quiere conocer más sobre el tema o los servicios, puede visitar el portal de orientación www.espigaspr.org, el canal de YouTube shirleymsilvacabrera, o puede llamar a la doctora al número 787-585-2755 o escribir al contacto que aparece en el portal, para que le oriente o refiera a los servicios de algún especialista, según cada caso, y “es un servicio que ofrezco libre de costo”.