De acuerdo con quienes la han vivido, se trata de una experiencia que, por los últimos 30 años, ha tenido un impacto significativo y transformador en cientos de niñas, niños y jóvenes, inspirándolos a valorar más el medio ambiente y los recursos que nos ofrece la naturaleza, al tiempo que los sumerge en varios de los ecosistemas de la Isla.

Así que no debe asombrar a nadie que este trigésimo aniversario de los Talleres de Inmersión de Para la Naturaleza sea motivo de gran orgullo y celebración para esta destacada organización dedicada a la protección y conservación de áreas de alto valor ecológico y lugares históricos.

Los primeros en dar fe de cuan inspirador puede resultar participar de los Talleres son algunos de sus actuales líderes voluntarios, como es el caso de Alejandra Fernández, estudiante universitaria con 10 años de participación en los Talleres, y Gabriel Arroyo, con siete años de experiencia en los talleres, uno como participante y el resto como líder.

“Empecé en los Talleres como participante, de los 9 a los 11 años, y ya para los 12 me dieron la oportunidad de ser líder, lo cual fue… probablemente lo más que llevo tratando de hacer desde que empecé. Era como mi meta. Siempre lo fue. Y después de ahí, eran las actividades lo que me interesaban, las cosas que me llevaban a querer hacerlo y ser parte de ellas para poder inspirar a otros niños a que quisieran, no solo ser líderes, sino ser mejores personas con el ambiente, en su familia, en sus escuelas, o en el mundo como tal”, relató Alejandra, con un inconfundible tono apasionado. Aseguró que, desde su primer taller conoció a una cepa de líderes que admiró profundamente y que le resultaron una fuente de inspiración.

“La forma como me cuidaban, las actividades que hacían, el conocimiento que tenían… saber que personas que, sí, eran nueve años mayores que yo, pero saber que, a esa edad, acabando de salir de la secundaria, tenían ese conocimiento tan grande, me inspiró a querer ser como ellos. Automáticamente, viendo como ellos trabajaban, en equipo o como individuos, me llevó a querer ser como ellos”, explicó, agregando que esos líderes tenían conocimientos “de los ecosistemas de la Isla, las costas, los bosques, las montañas, los arrecifes, todo lo que tiene que ver con eso”.

“Ver que jóvenes estaban tan involucrados con el ambiente, era algo que yo quería hacer. Ver que personas tan jóvenes tenían tanto conocimiento, que no solo eran adultos, que yo podía aspirar a más desde pequeña, me inspiró a querer ser como ellos, para poder enseñar a niños que desde joven uno puede hacer cosas grandes”, agregó Alejandra, joven natural de quien hoy día cursa estudios universitarios en ciencias ambientales y educación.

De manera similar, y no menos apasionada, se expresó Gabriel quien en su rol de líder labora mayormente en el área de Ceiba. Al igual que le ocurrió a su colega Alejandra, él encontró la fuente de inspiración en otros líderes, en particular dos de ellos, “gracias, no solamente al conocimiento, porque todos los líderes que uno conoce, todas las personas tienen un sinnúmero de cosas y temas a los cuales aportar a, pero aparte de eso también es el sentido de comunidad. Ese sentido de comunidad que no desaparece después de un año. Usualmente, y es la gran mayoría de las veces, uno no ve a estas personas, después de un año. Y cuando pasa ese lapso de un año y se vuelven a ver, uno tiene ese sentido de que yo te vi los otros días, y aquí estamos otra vez para estar bregando, por una semanita, para proveerle un lugar cómodo, seguro, lleno de conocimiento, un despojo para muchos chicos también, donde, no solamente es un descanso para ellos, sino también un lugar de aprendizaje”.

Gabriel se siente convencido que “hemos encontrado ese balance de poder hablar sobre educación y el medio ambiente, y cómo llevarlo a cabo de manera informal y formal a veces también”.

Describió que, un día promedio de estos talleres comienza en la mañana, con los líderes levantándose primero, se preparan, y levantan a todos los chicos “para empezar a llevarlos a excursiones, sean a caminatas, recorridos, donde el propósito es educar en cada parada posible. Uno quiere llevar el conocimiento directamente de donde se está viendo. Así que, si estamos hablando de un bosque seco, y porque es importante un bosque seco, no vamos a hablar de eso en El Yunque. Vamos a ir a un humedal, a donde va a hacer mucho calor muy probablemente, y vamos a estar con el olor del bosque seco, que no es necesariamente muy placentero, pero le da una idea al participante de qué estamos hablando, y poder visualizarlo y sentirlo con todos tus sentidos, sean visuales, sea sentir el tacto del suelo, sea olerlo. Es mucho con los cinco sentidos, llevarlo completamente a la inmersión a todo”.

A menudo, para muchos de los y los participantes es la primera vez que tienen ese tipo de experiencia, la primera vez que hacen camping, “y tienen ese shock de qué calor hace en una caseta, pero comoquiera tratamos de traer ese confort de la mayor manera posible. El confort de las casetas no necesariamente es el mejor, pero a la misma vez esas experiencias que te llevas, después de que me levanté, pasé esa noche en la caseta, y fui a un recorrido, a lo mejor fuimos a la playa, a hablar de la playa y la importancia de ella, yo creo que muchos se llevan muchas historias positivas”.

“Incluso muchos quieren volver, como yo lo hice. Después de un año, inmediatamente fue… quiero volver”, aseguró Gabriel, agregando que no duda en recomendar la participación “cien por ciento”.

“Yo digo que cualquier persona que tenga la oportunidad por lo menos de una semana, es una de las mejores experiencias que va a tener. Va a estar llena de conocimientos y va a estar llena de mucha sabiduría”, insistió el joven, natural de Caguas, que actualmente estudia en la universidad para convertirse en ingeniero ambiental.

Aunque ambos ya están cerca de terminar su camino como líderes, expresaron su deseo de que los talleres continúen por muchos años más, y que “otros participantes puedan convertirse en líderes, y esos líderes puedan tener ese placer”, tal como se lo han disfrutado ellos dos.

Para Esther Díaz, consultora en educación para los Talleres, escuchar a los jóvenes líderes es una prueba del éxito de este proyecto.

“Estamos celebrando 30 años. Empezamos en el 94, se celebró el primer Taller de Inmersión Para la Naturaleza. Lo que estábamos haciendo en ese momento era probando unas actividades que se habían redactado, orientadas a los jóvenes de las escuelas cerca del Faro de Fajardo, para atraerlos, para que aprendieran, para que conocieran. Y trajimos un grupo de niños una semana, pero venían todos los días por la mañana, y se iban por la tarde. Pero encontramos que el tiempo no nos daba, así que, para el próximo año, hicimos un taller residencial, donde los nenes se quedaban desde el lunes hasta el viernes. Y de ahí nacen los Talleres de Inmersión Para la Naturaleza”, recordó.

Desde entonces los talleres han continuado evolucionando y actualmente trabajan, a través de diferentes propiedades, con dos niveles: el nivel I, con niños y niñas de 9 a 12 años; y el nivel II, con niños y niñas de 13 a 17 años.

Para este año en específico, tendrán dos talleres de nivel I y otros dos de nivel II, en lugares como la Reserva Natural Hacienda La Esperanza, en Manatí; el Cañón San Cristóbal, en Barranquitas; la Hacienda Buena Vista, en Ponce; y el Área Natural Protegida Medio Mundo y Daguao, en Ceiba. El Faro de Fajardo, aunque está cerrado en este momento, se espera que reabra pronto.

“¿Qué cualidades deben tener esos niños (participantes)? Solamente tener interés en aprender sobre la naturaleza. ¿Cuál es nuestro interés? Que ellos conozcan nuestros recursos, que conozcan las propiedades, que conozcan los espacios verdes que tenemos y entiendan por qué debemos conservarlos”, explicó Díaz.

“¿Qué hacemos? De todo. Hacemos caminatas, hacemos visitas a reservas, participamos de siembras, visitamos fincas agroecológicas donde aprenden sobre alimentación saludable, hacemos ‘snorkeling’, hacemos ‘rappelling’ en el Cañón San Cristóbal”, agregó.

Edwin Figueroa, superintendente de la región metro de Para la Naturaleza, y quien también participó de los Talleres, también celebró los mismo como “uno de los componentes más importantes de la organización”, pues se trata de una herramienta educativa muy diferente a la que pueda haber en la educación regular, que ocurre en los ecosistemas como tal, sean ríos, humedales, bosques, y “adicional a eso tenemos a niños educando niños, a jóvenes educando niños, con todo el staff de líderes ambientales”.

“Y ese es el fin, crear líderes ambientales, o crear líderes que a futuro puedan tomar mejores decisiones sobre la conservación de los ecosistemas”, afirmó.

Figueroa agregó que Para la Naturaleza tiene el propósito de continuar aumentando la oferta de los talleres, añadiendo nuevas localidades en los distintos centros de visitantes que maneja la organización, como el Antiguo Acueducto de Río Piedras, “para que los niños también conozcan de los ecosistemas urbanos naturales”.

Recordó que Para la Naturaleza tiene “una meta bien grande de 33 para el 33″ que persigue lograr que Puerto Rico “proteja el 33% de sus terrenos, dejando el resto para 33% para (producir) comida y 33% para el hábitat humano. Actualmente estamos un poco más de la mitad de eso, en 16%, 17%, y no es que la organización adquiera los terrenos, sino que Puerto Rico proteja los terrenos” en las diferentes modalidades de conservación que existen, “para que todos tengamos los beneficios y los servicios de los ecosistemas, del agua limpia, el aire limpio, etcétera”.

Y los talleres, con su formación de personas comprometidas con el ambiente, son pieza clave en “crear, o tener nuevas personas relacionadas a la meta, o comprometidas en esta meta de 33 para el 33″.

Las personas interesadas en participar o conocer más sobre los talleres pueden consultar el portal oficial de Para la Naturaleza, en www.paralanaturaleza.org, llamar al 787-722-5834, o escribir al correo electrónico kenneth.d@paralanaturaleza.org.