Esfuerzo para erradicar un coral invasivo en la Isla
Es una amenaza para las especies locales.

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Una especie de coral invasivo que fue avistado recientemente en la costa sur de Puerto se ha propagado poco a poco a pesar de los esfuerzos que se realizan para detenerlo.
Según explicó el científico Luis Rodríguez Matos, oceanógrafo biológico que labora con El Sistema Integrado de Observación Costera Oceánica para el Caribe (CariCOOS), en inglés), se trata de una especie de octocoral cuyo nombre científico es Xenia umbellata, originaria del Mar Rojo, entre noreste de África y la península arábiga.
Y, aunque resulta una especie atractiva para los acuarios, su presencia en las aguas caribeñas es una amenaza para las especies locales.
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“Lo primero es que no es de aquí, así que no tiene ningún depredador natural. No hay ningún controlador biológico que mantenga esta especie, las colonias, en pequeños grupos, sino que tiene la libertad de que se puede seguir esparciendo y no tiene nada ni nadie que lo contenga”, explicó.
Agregó que, hasta el momento, no se ha observado que ninguno de los organismos que típicamente son depredadores de corales en esta zona del Caribe se alimente de este invasor.
“Él puede crecer por reproducción sexual y por reproducción asexual, y entiéndase por reproducción asexual, un pedacito se corta, flota, y rápido se puede adherir a algún sustrato que esté disponible, e inclusive, aunque el sustrato no esté disponible puede colonizar encima de otros organismos. Y es bien bueno colonizando encima de yerbas marinas y de otros corales”, sostuvo.

El experto explicó que, al no ser del tipo de corales que asemeja en su estructura a piedras o rocas, sino un coral blando, “no tiene la complicación que tienen otros corales, no tiene que segregar tanto carbonato de calcio para poder construir su estructura”.
“Uno de los efectos mayores es que no deja espacio para que otros organismos puedan colonizar esos espacios…Y no los liberan rápido. Se pueden morir, pero siempre hay otro ocupando esos espacios”, agregó.
Difícil de erradicar
El científico explicó que la remoción de esta especie ha sido un reto. Los primeros esfuerzos fueron de removerlo de manera manual, “un trabajo bastante intenso, más porque en la zona donde se estaba haciendo era profunda, cerca de 75 a 90 pies, así que había una restricción de tiempo para que el buzo pudiera hacerlo de manera segura”.
Según explicó, varias personas colocaban las colonias en bolsas y así las sacaban a la superficie. Sin embargo, “si no tenían cuidado, también podían propagarlo con cualquier pedacito que se escapara”.
Ahora, se está tratando una estrategia diferente: ponerle carpas encima, tratando así de limitar su exposición a la luz y a alimentos para que mueran de manera natural y se liberen los espacios.
“El Departamento de Recursos Naturales (y Ambientales) está haciendo un esfuerzo bastante grande para tratar de contener que se siga esparciendo a través de la costa sur, que es donde más se han visto, específicamente en el área de Ponce, Guánica, y aquí en los arrecifes de La Parguera”, indicó.
Por otro lado, Rodríguez Matos indicó que la ciudadanía, especialmente aquellos que practiquen buceo o snorkeling, puede colaborar en identificar y reportar áreas donde pueda estar expandiéndose este coral. Detalló que se puede identificar porque “tiene una característica bien peculiar, y es que pulsan, por eso ha sido una especie bien atractiva para el acuarismo. Cuando tú lo miras, los pólipos, están pulsando, abriendo y cerrando, que no es un comportamiento que tú vas a ver con octocorales que se encuentran en el Caribe”.
“Si ustedes lo ven, y están cerca de yerbas marinas, lo pueden reportar para que Recursos Naturales pueda tratar de hacer un esfuerzo de remoción”, exhortó.
Sin embargo, advirtió “que no lo remuevan, porque tratando de hacer el bien, podrían estar esparciéndolo, propagándolo a otra área”.
El científico indicó que, al momento, no está claro cómo llegó aquí esta especie invasora, si fue a través del tráfico de especies de acuario o en aguas de lastre de barcos, como ocurrió con otro coral invasor, el que se conoce comúnmente como coral de sol (Tubastraea coccinea).
Delicados los corales de la Isla
Por otro lado, el experto indicó que, en lo que concierne a los arrecifes de corales alrededor de Puerto Rico, “hay unas áreas que están bien precarias”.
“Este último evento de calentamiento (de las aguas del mar) fue bastante fuerte, no solamente por el alza de la temperatura, sino por el tiempo prologando que estuvieron expuestos. Hubo eventos que empezaron desde abril del año pasado y no fue hasta finales de noviembre que las temperaturas comenzaron a bajar”, indicó.
Comentó que algunos corales “pueden pasar varias semanas blanqueados, pero no significa que están muertos. Es simplemente que el alga simbiótica que vive asociada con ellos fue expulsada. El coral tiene la capacidad de todavía comer un poquito de lo que hay por ahí, pero su fuente mayor de energía proviene de esa relación simbiótica con la zooxantela. El estar mucho tiempo blanqueado, pues sí, limita su crecimiento y limita también que tenga los recursos necesarios para su reproducción. O sea, no solamente se mueren los que están en ese momento afectados, sino que también limita que se puedan propagar para próximas generaciones”.
Afortunadamente, no todos los arrecifes de coral han sufrido por igual y hay algunos que, “aunque no están en su mejor estado, sí están mucho mejor que otros” y hay zonas “donde se tiene todavía un área de cobertura bastante grande de corales duros”, como son los casos de “los arrecifes del veril en La Parguera, los arrecifes de Isla de Mona, en Culebra en algunas áreas, en Vieques y en Desecheo”.
Recordó que los arrecifes de corales son de suma importancia porque “nos dan una barrera” contra el oleaje. “Y eso lo pudimos ver, lo vivieron todas las personas que estuvieron cerca de la costa cuando entró el huracán María. En sitios donde hay baja cobertura de coral, donde no hay una barrera natural, el oleaje, la marejada ciclónica, entró y arrasó”.
Hizo un llamado al público en general a contribuir en todo lo posible a la conservación de los corales.
“Tengamos un poquito más de consciencia. Cuando estemos visitando estos lugares (arrecifes de coral), no te pares encima (de los corales). Es bueno para ir, verlos... Si tú lo viste, lo visitaste, que chévere, que bonito, se lo puedes dar a otra persona para que vaya y lo vea, pero que lo hagan de manera responsable”, exhortó.