Escuela en Carolina se está cayendo en cantos
Progenitores y estudiantes denuncian un caos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Carolina. Desde afuera, la fachada del plantel no es diferente a la de cualquier otra escuela elemental urbana.
Sin embargo, una mirada más a fondo comienza a destapar la realidad de las pésimas condiciones en que se encuentra la escuela José Severo Quiñones en Carolina, que alberga una matrícula de casi 600 estudiantes, incluyendo alumnos de educación especial.
Varios padres de estudiantes aseguraron sentirse olvidados ante los graves problemas de infraestructura y organización que padece la escuela, que fue convertida en mayo pasado en receptora de estudiantes de otros planteles que fueron clausurados bajo el plan de reestructuración del Departamento de Educación (DE).
“Esta es una escuela inclusiva. La matrícula de educación especial es bien alta y muchos estudiantes con discapacidades se adaptan a los salones regulares. Tenemos tres grupos de niños con autismo pero parece que se han olvidado de nosotros. No están viendo el potencial que tenemos”, indicó Teresita Orozco, madre de una estudiante autista y portavoz de los padres y madres.
“Aquí empezamos el año con falta de maestros, los estudiantes están hacinados en los salones porque la escuela era de kínder a sexto grado, pero con el cierre de otras escuelas tuvieron que transferir estudiantes de séptimo y octavo y no hay suficiente espacio para todos los estudiantes”, añadió.
Orozco aseguró que los reclamos que los padres y madres de la escuela han llevado ante Educación han sido constantes, sin obtener una contestación concreta de qué medidas tomarán para resolver la situación que afecta a 577 estudiantes.
Durante un recorrido, Primera Hora pudo constatar los problemas de infraestructura, así como la falta de libros y equipo para que el cuerpo docente pueda impartir sus clases.
También, la sobrepoblación en los salones. Otro problema es que solo hay dos baños y están casi fuera de servicio por la falta de agua.
“Se supone que haya una cisterna de 200 galones por cada 200 estudiantes. Aquí hay 600 y solamente hay dos cisternas y que ni siquiera están conectadas. Ahora mismo ninguna tiene bombas y por eso los baños están que ni se puede entrar. Los nenes han hasta vomitado al entrar (a los baños) porque no pueden con la peste”, indicó por su parte Carlos Landrón, padre de una estudiante de kínder.
“Tienen drones con agua en los pasillos que son un peligro para los estudiantes y no los mueven porque no hay donde ponerlos... Solamente hay dos conserjes y un solo guardia de seguridad para toda la población. En verdad que nos sentimos olvidados por el DE y nuestros niños son los que están sufriendo más”, añadió.
Asimismo, Lilian Cruz, madre de otro estudiante, planteó que la situación se está volviendo insoportable.
“Aquí esto se llena de mosquitos porque el agua se empoza y los ratones hacen fiesta porque las trampas no las cambian hace tiempo. Los abanicos de los salones no sirven y los maestros tienen que traer de su casa para que los nenes no se ahoguen del calor. Cuando hicieron la escuela receptora en mayo pasado, nadie del DE vino a avisarnos. Nos enteramos por las noticias y es preocupante tener niños grandes en una escuela con niños chiquitos”, indicó Cruz.
“Había un salón de computadoras y el año pasado se metieron, sin romper los candados, y se robaron todo el equipo. Nunca lo volvieron a traer y ahora ese salón se tuvo que usar para octavo grado y los nenes no tienen equipo de computadora en una escuela que siempre sale alta en las pruebas del DE y que tiene mucho potencial, pero se han olvidado de nosotros”, añadió.
Mucho malestar
Durante el recorrido por el plantel, el malestar entre el cuerpo docente era notable.
Incluso, al preguntar a varios grupos de estudiantes de diferentes grados cómo se sentían con las condiciones del plantel, casi a coro aseguraron que “se está cayendo en cantos”. Sin embargo, los reclamos han caído en oídos sordos.
“Quieren que preparemos bien a los estudiantes pero no me dan las herramientas que necesito para enseñar. Yo tengo que sacar de mi bolsillo para comprar materiales porque pedimos y pedimos y nunca llegan. De verdad que es bien difícil la situación”, explicó una de las maestras que prefirió no ser identificada por temor a represalias.
“Tenemos que traernos abanicos de nuestras casas para poder estar en los salones. Casi no hay pupitres para los estudiantes, a veces tenemos hasta dos en uno solo. Ha habido muy mala organización por parte de Educación con esta escuela. Quieren tener grandes resultados pero no hacen las cosas como debe ser”, indicó otro maestro que también pidió anonimato.
Los educadores aseguraron sentirse frustrados ante la inacción del gobierno central para mantener ese plantel escolar en óptimas condiciones.