La devastación ocasionada por el huracán Fiona en Ponce continúa afectando aún más, las estructuras que habían sido dañadas por los terremotos, tal como ocurrió esta madrugada con el colapso del edificio Martinó en la calle Torres.

Esta edificación, al igual que otras en el distrito histórico, estaba deshabitada desde el sismo del 7 de enero de 2020, y las autoridades habían desviado el tráfico vehicular por temor a un eventual derrumbe y, según fuentes de entero crédito, se estima que los costos de demolición ascendían a un millón de dólares. Pero el ciclón se encargó de derribarlo.

De acuerdo con un estudio realizado por la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica, en el casco urbano ponceño hay unas 130 viviendas y 10 edificios municipales que sufrieron daños con los sismos.

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Sin embargo, no todos están en riesgo de colapsar, según el arquitecto y decano de la institución, Luis Badillo Lozano, quien confesó su profunda tristeza ante el derrumbe del edificio Martinó.

“Lamentablemente debo decir que hay tanta estructura afectada por el terremoto, principalmente, y por el huracán María, pero estos del distrito histórico, son 130 residencias antiguas fueron afectadas, algunas en nivel de gravedad y, 10 estructuras municipales que fueron afectadas con el terremoto y que han quedado todavía sin reparar”, explicó el académico.

“Esas afecciones, que son grietas, debilitamiento de las estructuras, siguen creciendo y creciendo, según siguen ocurriendo todos estos eventos naturales y eventualmente, las más débiles de todas van a colapsar. Dios quiera que no suceda con más ninguna, pero esta no es la primera, hubo otra que se afectó durante el huracán Fiona y que se cayó también. O sea, que seguimos perdiendo estructuras”, lamentó.

Asimismo, aclaró que el detonante principal del colapso no fue el huracán Fiona y alertó a “que esto nos va a seguir ocurriendo porque no acaba de suceder ningún esfuerzo formal de rescate y restauración y estabilización de las estructuras. No acaba de ocurrir”.

“Entonces, sucede que estas dejan grietas expuestas o paredes que se han separado expuestas, pues con las lluvias u otros movimientos sísmicos que ocurren constantemente, aunque no los sintamos todos, se siguen deteriorando y debilitando porque ya son estructuras que se han debilitado con María, con los terremotos y ahora Fiona acabó y esto puede seguir sucediendo”, expuso.

“La gente piensa que solamente es con la lluvia, ahora cuando se moja y sale el sol, la expansión de los materiales puede provocar grietas mayores y debilitamiento mayores en las estructuras”, agregó.

Otro de los edificios en potencial peligro de colapso es el Museo de la Masacre, ubicado entre las calles Marina y Aurora.

Otro de los edificios en potencial peligro de colapso es el Museo de la Masacre, ubicado entre las calles Marina y Aurora.
Otro de los edificios en potencial peligro de colapso es el Museo de la Masacre, ubicado entre las calles Marina y Aurora. (Sandra Torres Guzmán)

“El Museo de la Masacre es un daño triste; primero porque se afectó con el terremoto del 7 de enero de 2020, grandemente. Pero hubo personas, entre ellos, el arquitecto Roberto García que es profesor de nuestra universidad y el arquitecto Pablo Ojeda, que entonces era el director de Patrimonio Histórico del Instituto de Cultura Puertorriqueña, que se dieron a la tarea inmediatamente, junto con unas compañías que donaron los materiales, de estabilizar el edificio”, señaló.

“Luego vino una réplica de 5 puntos en la escala de Richter y lo acabó de tumbar. Hemos perdido un edificio de valor histórico y está hecho pedazos hace dos años. Pero el municipio ni el ICP no tienen los fondos, FEMA no acaba de fluir con los fondos y ahora, no he visto, pero supongo que debe haberse afectado”, acotó.

Igualmente, destacó que los daños registrados en las 10 estructuras municipales son de carácter cosmético, “pero eso no quiere decir que no se hayan afectado”.

“No quiere decir que no afecte la imagen de la ciudad, porque eso afecta la imagen de la ciudad. El edificio puede estar útil, habitable y seguro, pero pierde parte de su estilo y atractivo y con ello pierde la ciudad”, expuso.

De otra parte, mencionó que la mayoría de las residencias marcadas por los daños del terremoto están deshabitadas. No obstante, advirtió que esta situación provocará que Ponce siga perdiendo población.

“Desgraciadamente, Ponce se va vaciando y va perdiendo gente y va perdiendo población, que eso es otro de los efectos que tenemos que entender. No solamente el efecto físico, sino el social y el anímico. Para mí, uno de los peligros mayores es que cansados ya de todas estas situaciones, la población renuncie a la ciudad y si renuncia a la ciudad, si se va de la ciudad, entonces, tenemos una ciudad fantasma y eso es peligrosísimo”, advirtió.

“Si nosotros le sumamos, como es el caso de Ponce, un impacto como el huracán María que fue devastador. Luego los terremotos, luego la pandemia, luego Fiona, puede ser que la gente empiece a renunciar a Ponce porque por más que se quiere y por más que la gente quiera insistir en la ciudad, llega el momento en que no se puede porque las pérdidas son muchas y la economía individual de los residentes y de los comerciantes pequeños, no está para aguantar esas pérdidas”, agregó.

Otros eventos que mantienen en jaque la arquitectura de Ponce, según el experto, son los fuegos que se han registrado en varias estructuras del casco urbano desde hace varios años.

“El abandono de la ciudad se ha convertido en el abandono de los edificios de mampostería, pero la mayoría de esos edificios tienen techos en madera, pero además en el abandono de los edificios de madera. Ha habido varios fuegos significativos en Ponce que han afectado, por ejemplo, el fuego del correo… y ahí perdimos el correo”, recordó.