En Castañer vive “el zar de la vainilla”
El agricultor Pedro Bengochea Santiago lidera un proyecto colectivo en la montaña para darle vida a esta industria.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Lares. Desde su finca en el barrio Bartolo del poblado Castañer en Lares, el agricultor Pedro Bengochea Santiago impulsa una enorme gestión para recuperar la industria que caracterizó la zona hace más de siete décadas.
Allí reunió a una treintena de expertos y amantes de estos cultivos, que llegaron como alternativa agrícola ante la pérdida del café tras el paso del huracán San Felipe en 1928 y que hoy representa una esperanza para las poblaciones de la región central.
De esa manera nació el colectivo Vainilla Castañer, LLC, el cual se dedica al estudio, educación, siembra, polinización, beneficiado y distribución del extracto puro orgánico de este fruto tropical, que nace de un género de orquídeas y cuyas virtudes abarcan desde el aspecto gastronómico hasta el renglón de la salud.
Bengochea Santiago es un apasionado de la vainilla desde su infancia.
“Me crié oliendo la vainilla, porque mi papá trabajaba en ese mismo taller y llegaba a casa todos los días con ese olor. La vainilla se producía aquí, se importaba, mi papá fabricaba las cajitas de madera para exportarlas a Europa y siempre me quedé fascinado. Inclusive, cuando joven publiqué una investigación somera sobre la vainilla”, relató el agricultor de 70 años de edad.
“Fui adentrándome más en la agricultura, del servicio bueno que da la vainilla, de su importancia en el mundo. De momento, comencé a ir a los lugares donde hubo la vainilla establecida aquí en Castañer y cité a las familias que tuvieron vainilla en el pasado. Me contaron su historia de cómo la polinizaban y la sembraban y fui aprendiendo de ellos, y establecí mi propia siembra”, destacó.
Fue así como Bengochea Santiago se animó a sembrar la vainilla, aunque su esfuerzo inicial quedó destruido con el paso del huracán María. Sin embargo, eso no lo desanimó.
“Un día, recibo la visita de amigos que conocían la historia de la vainilla, que sabían que Castañer fue productor de vainilla. El más importante fue el licenciado Nelson Collazo, presidente de la Comisión Agrícola en el Colegio de Abogados. Nos reunimos en 2018 y decidimos crear una corporación de vainilla, buscar afiliados y empezamos a levantar acciones”, detalló el caficultor oriundo de Castañer.
“Tenemos expertos en vainilla, como botánicos, médicos, agrónomos, abogados, agricultores y creamos este colectivo. Hay cerca de 30 que están sembrándola y nos hemos dedicado a buscar la semilla en otros lugares del mundo, por ejemplo, Colombia, Costa Rica y México. Aparte de la Florida, que se da muy bien, y allá se están haciendo cultivos muy buenos de vainilla. Hemos incorporado al proyecto los saberes de ellos”, acotó.
Más allá de su sabor
El objetivo del colectivo es plantearle al país la bondad de vida que es este producto.
“Ya no es meramente una posibilidad como un saborizante atractivo y alimentario. Ahora tiene otras alternativas de servicio y de bondad. Hay doctores en su campo haciendo estudios sobre la vainilla para la lactancia y el autismo. En la lactancia lo que se ha encontrado es que los bebés que tienen problemas para lactar, si huelen la vainilla los estimula a mamar”, reveló.
“Para el autismo tiene que ser en la cuestión alimentaria, extracto de vainilla orgánica pura. Mejora la condición, según estudios de la escuela de medicina de aquí. En nuestro colectivo hay dos médicos, entre estos una pediatra que está haciendo estudios y lo ha comprobado en el comportamiento de su hijo. Ella está predicando con el ejemplo de lo que ha vivido con su hijo”.
Igualmente, explicó que el producto comercial no contiene las mismas propiedades que la vainilla pura.
“La vainilla comercial de hoy día no es la vainilla original que ves aquí. La síntesis química que se le saca a la madera, al arroz, al guayacol del petróleo, pero la vainillina -que tiene toda la propiedad de la esencia de la vainilla- no la producen esas”, alertó.
Asimismo, aseguró que la vainilla se da muy bien en el bosque, pero se requiere que se polinice manualmente, a diferencia de otras siembras que se polinizan con el viento, aves o insectos.
“Es un bejuco, ahí crece una orquídea y esa orquídea hay que polinizarla manual porque la autopolinización es bien baja, a diferencia del café que se autopoliniza, igual que los cítricos, el arroz o el maíz -que los poliniza el viento o los insectos-, el cacao lo polinizan los insectos. La vainilla no”.
“Para tener una garantía de la producción, se debe polinizar de manera manual con un palillito, en este caso es mejor un palillo de un helecho que es más largo, que no tiene contaminación porque la madera la preservaron y la contaminaron. Pero usamos la misma varillita de un helecho. Damos los talleres aquí para eso”, agregó.
De otra parte, expuso que el cultivo de la vainilla tarda un promedio de dos años, al igual que el café. “No usamos ningún tipo de pesticida. En nuestro caso, no uso glifosato, jamás, no usamos veneno”, realzó el también fundador del café Castañer Supremo.
“Una planta común te puede producir más de 100 vainas. Un pequeño agricultor puede producir 50,000 vainas. Si se concentra en polinizar todos los días, porque así se extiende el cultivo, va a tener más flores”, señaló.
¿Por qué le llaman el zar de la vainilla?
“Así me llaman los amigos que llegaron a formar este colectivo, porque una de las cosas que me motiva es estimular ese nuevo conocimiento, esa virtud de vida que representa ese producto, ese cultivo y el bosque”, expresó.
Además de Castañer, un poblado enclavado entre cuatro municipios, el grupo ha levantado siembras de vainilla en Lares, Utuado, San Sebastián, Morovis, Ciales, Arecibo, Naranjito y Yauco.