Llegan a casa 1,600 renacuajos de sapos concho puertorriqueños.

Empacados en bolsas transparentes llenas de agua y aire, metidas en cajas de carga de “animales vivos”, llegaron ayer al aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín 1,600 renacuajos de sapo concho puertorriqueño, el único sapo nativo de la Isla, para ser reintroducido a su país de origen.

Los micropasajeros, del tamaño de una uña, nadaban tranquilamente en sus bolsas que provenían de cuatro centros de investigación de zoológicos norteamericanos donde eclosionaron de los huevos hace apenas uno a dos días.

Según explicó la bióloga Marelisa Rivera Irizarry, coordinadora del Programa de Especies en Peligro de Extinción del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre (USFWS), después de eclosionar, los renacuajos se convierten en juveniles a los 15 a 21 días y alcanzan su adultez a los dos o tres años.

La experta destacó que la ciudadanía debe conocer que el sapo concho puertorriqueño es un sapo “simpático” que tiene una pequeña cresta en cada ojo y la nariz respingada. Mide en su adultez de dos a tres pulgadas y vocaliza cuando empieza a buscar hembra para aparearse.

Los sapos grandotes de seis a ocho pulgadas que uno ve en los jardines son sapos exóticos que fueron introducidos a la Isla para comerse los gusanos que afectaban los cultivos de caña. Ésos son los sapos comunes o bufos marinos.

El sapo concho puertorriqueño fue colocado en la lista federal de especies en peligro de extinción en el año 1987. La pérdida de hábitat, de bosques con piedra caliza, con bajas poblaciones de depredadores como mangostas y áreas donde se puedan crear charcas naturales que viabilicen el proceso reproductivo llevaron al sapo concho puertorriqueño al peligro de extinción.

Sin embargo, a partir del 1992, existe el Plan de Recuperación de la Especie del USFWS que ha propiciado que estos sapos sean reproducidos en zoológicos norteamericanos y traídos para la Isla.

Los renacuajos que llegaron ayer proceden de los zoológicos Lowry Park, en Tampa, Florida; de Fort Worth, Texas; del Parque Central de Nueva York y del Metropolitano de Miami.

Los animalitos serían colocados anoche mismo en una charca en el Bosque Seco de Guánica, administrado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).

Se encontrarán con otros

Para sorpresa del personal del USFW, del DRNA, de la Asociación de Zoológicos Norteamericanos, entre otras entidades que promueven la recuperación del sapo concho puertorriqueño, ayer a las 3:00 de la tarde se produjo un hallazgo significativo y esperanzador en la misma charca, en Manglillo, dentro del bosque, donde serían liberados los renacuajos que llegaron ayer.

Al llegar al lugar, el biólogo de la agencia federal Carlos Pacheco se topó con varios ejemplares de juveniles recién nacidos de sapo concho puertorriqueño.

“Esto es una prueba de que ha ocurrido reproducción natural de los individuos que liberamos allí de cautiverio. Es la primera vez que hemos podido documentar y nos da la seguridad de que la reintroducción de la especie en cautiverio es una estrategia apropiada para establecer poblaciones reproductivas”, afirmó Rivera Irizarry.

El plan de recuperación del sapo concho puertorriqueño contempla establecer seis poblaciones saludables, tres en el área kársica del norte de la Isla y tres en el área sur kársica. Los lugares identificados para esto son la finca Tallonal, en Arecibo; la laguna Tamarindo, en Guánica; Manglillo, en Guánica y la finca Gabia del DRNA, en Coamo.

Rivera Irizarry indicó que aún falta identificar dos áreas adicionales en el karso del norte de Puerto Rico para así cumplir con las metas propuestas.

A nivel mundial, la destrucción del hábitat, la presencia de especies exóticas, las enfermedades causadas por virus, bacterias y hongos, además de los escenarios que pudieran traer calentamiento global, representan impactos negativos a los anfibios.